“Vencerse a uno mismo” es una gran victoria para cualquier guerrero japonés, porque supone luchar contra el peor enemigo posible: uno mismo. Este combate es, quizás, la batalla más difícil a la que enfrentarse para cualquier guerrero.
Vencerse a uno mismo primero es adquirir la habilidad de superación personal; es ser capaz de controlar los sentimientos y los pensamientos; es dominar el propio cuerpo con la mente; es saber convertir las debilidades en habilidades; es dar valor al propio honor; es preservar los valores del “Código Bushidô”; es cultivar la esencia y no perderse en el camino; es no temer a la muerte para poder vivir.
Un guerrero debe saber y reconocer que fuera de uno mismo no existe nada, que todo lo que se busca o se necesita está en su interior, y que la propia inseguridad o el miedo puede matarle. Vencerse a sí mismo implica aplicar el espíritu de la técnica verdadera para derrotarse a sí mismo antes de querer derrotar a otros. Esta técnica conlleva una filosofía basada en la supervivencia: Enfrentarse a uno mismo con un espíritu libre que debe sobrevivir y que aprende a combatir, a vencer y a morir. El resultado es salir victorioso y fortalecido para enfrentarse a cualquier enemigo cuando llegue el momento, aceptando el destino, el peligro, el infortunio, o incluso hasta la muerte.
En la vida significa vencer toda clase de miedos y toda clase de dolor; es coser las heridas de las puñaladas que hayan logrado perpetrarnos; es recomponer los pedazos de un corazón roto; es saber olvidar lo que nos hace infelices; en definitiva, es saber llorar a tiempo y volver a reír, viviendo hacia adelante.
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