Reflejo de la Vida
Imagen:👀 Mabel Amber, who will one day en Pixabay Había una vez un sabio anciano que pasaba los días sentado junto a un pozo a la entrada de un pueblo. Un día pasó un joven, se acercó y le preguntó lo siguiente: Nunca he venido por estos lugares, ¿cómo son la gente de esta ciudad? El anciano le respondió con otra pregunta: ¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de donde vienes? Egoístas y malvados, por eso estoy contento de haber salido de allá. Así son los habitantes de esta ciudad, le respondió el anciano. Un poco después, pasó otro joven, se acercó al anciano y le hizo la misma pregunta: Voy llegando a este lugar, ¿cómo son los habitantes de esta ciudad? El anciano le respondió de nuevo con la misma pregunta: ¿Cómo son los habitantes de la ciudad de donde vienes? Eran buenos y generosos, hospitalarios, honestos y trabajadores. Tenía tantos amigos que me ha costado mucho separarme de ellos. También los habitantes de esta ciudad son así, respondió el anciano. Un hombre que había llevado sus animales a beber agua al pozo y que había escuchado la conversación, en cuanto el joven se alejó le dijo al anciano: ¿Cómo puedes dar dos respuestas completamente diferentes a la misma pregunta realizadas por dos personas? Mira, respondió el anciano, cada persona lleva el universo en su corazón. Quien no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo encontrará aquí. En cambio, aquel que tenía amigos en su ciudad, también encontrará amigos fieles y leales en cualquier parte. Porque las personas son lo que encuentran en sí misma, y encuentran siempre lo que esperan...
KARATE NO HI
25 DE OCTUBRE DE 1936 – 25 DE OCTUBRE DEL 2022 Un día como este, pero del 2005 se declaraba OFICIALMENTE a esta fecha como el ¨DÍA MUNDIAL DEL KARATE¨. DIA DEL KARATE: UN DIA DE REFLEXIONES maestros de naha asamblea 1937 Hace 86 años los maestros: Chomo Hanashiro, Chotoku Kyan, Choki Motobu, Chojun Miyagi, Juhatsu Kyoda, Choshin Chibana, Shinpan Shiroma, Chotei Oroku y Genwa Nakasone se reunían para plantearse dar pasos importantes en pro de la difusión del arte marcial nativo de Okinawa. Hoy por hoy lo hablado en dicha reunión se puede observar en esta página como en muchas otras. Por lo cual sería redundante su publicación. Mucha agua ha corrido desde aquel día… Y salvo el cambio correspondiente al kanji y su significado hemos visto o por lo menos así lo percibo yo, que otros grandes planteamientos realizados en aquella oportunidad no solo no se hicieron viables, sino que por el contrario día a día se abre una brecha que cada vez se hace más pronunciada, entre el arte original y lo que hoy vemos y se presenta como “auténtico y tradicional karate do”, que si bien es muy cierto, no es ni representa al ¨autentico y tradicional karate¨. Hoy es normal escuchar o leer a nuevos maestros decir que su karate es fruto de la “evolución” natural. Esta evolución va dejando en el camino elementos que a mi juicio son el alma de nuestro arte. La estética técnica a suplantado a la técnica eficaz. El sagrado Dojo hoy es un gimnasio que forma atletas, con todo el valor social que eso representa y que sin lugar a dudas es muy importante, pero que nunca fue su objetivo primordial ni para lo que fue concebido. Es más significativo en la práctica de hoy ganarle a alguien que entrenarse para sobrevivir. Aquellos maestros que nombre al principio no heredaron un deporte, sino una forma de ver y valorar la vida a través de técnicas que podían quitarla. Y eso es lo que humaniza su arte, porque solo aquel que sabe identificar su potencial es capaz de controlarlo. Estamos perdiendo de vista el bosque, mirando un árbol muy alto, con muchas ramas, pero que en el fondo no deja de ser un árbol. Muchas veces hundido en mis pensamientos intento imaginarme qué dirían aquellos maestros de este karate “globalizado” y mediático. Y a su vez me pregunto que estamos dejando para los que vienen atrás. Porque seamos honestos…Cuántas valiosas técnicas ya no son practicadas porque no las ampara ningún reglamento… Cuantos hoy por hoy llegan a entender y practicar algún bunkai estudiado desde la lógica empírica, y no...
La llave de la felicidad
El Divino se sentía solo y quería hallarse acompañado. Entonces decidió crear unos seres que pudieran hacerle compañía. Pero cierto día, estos seres encontraron la llave de la felicidad, siguieron el camino hacia el Divino y se reabsorbieron a Él. Dios se quedó triste, nuevamente solo. Reflexionó. Pensó que había llegado el momento de crear al ser humano,pero temió que éste pudiera descubrir la llave de la felicidad, encontrar el camino hacia Él y volver a quedarse solo. Siguió reflexionando y se preguntó dónde podría ocultar la llave de la felicidad para que el hombre no diese con ella. Tenía, desde luego, que esconderla en un lugar recóndito donde el hombre no pudiese hallarla. Primero pensó en ocultarla en el fondo del mar; luego, en una caverna de los Himalayas; después, en un remotísimo confín del espacio sideral. Pero no se sintió satisfecho con estos lugares. Pasó toda la noche en vela, preguntándose cuál sería el lugar seguro para ocultar la llave de la felicidad. Pensó que el hombre terminaría descendiendo a lo más abismal de los océanos y que allí la llave no estaría segura. Tampoco lo estaría en una gruta de los Himalayas, porque antes o después hallaría esas tierras. Ni siquiera estaría bien oculta en los vastos espacios siderales, porque un día el hombre exploraría todo el universo. “¿Dónde ocultarla?”, continuaba preguntándose al amanecer. Y cuando el sol comenzaba a disipar la bruma matutina, al Divino se le ocurrió de súbito el único lugar en el que el hombre no buscaría la llave de la felicidad: dentro del hombre mismo. Creó al ser humano y en su interior colocó la llave de la felicidad. Anónimo hindú Foto:...
La mente sin proyecciones
Siempre he sentido una gran fascinación por la prehistoria. Cuando era estudiante tuve la oportunidad de colaborar en las excavaciones de la Cueva del Castillo, en Puente Viesgo (Cantabria). Me encantaba ese trabajo, excavar en una pequeña cuadrícula, pasar el cedazo por la tierra recogida, recoger cuidadosamente todos los fragmentos… Disfrutaba enseñando las cuevas y sus pinturas, algo que hacía ocasionalmente, cuando en pleno agosto los guías estaban a tope (en aquellos tiempos las reglas eran algo más flexibles, creo). Pero lo que más adoraba era entrar con los profesores, arqueólogos y arqueólogas, en las cuevas que el público no podía visitar, cuyo acceso era más difícil y que no disponían de luz eléctrica, entrar a gatas por los pequeños corredores y permanecer en una pequeña cavidad, en la que sólo cabían dos o tres personas, y observar las paredes llenas de pinturas. Estar allí, en ese pequeñísimo espacio, que evidentemente fue tan sagrado y especial hace más de 40.000 años, me hacía sentir, en mi mente joven, como si estuviera entrando, como si estuviera entreabriendo ligeramente la puerta de un espacio muy íntimo, muy privado; un espacio que me permitía, de alguna forma sentirme un poquito más cercana a aquellos hombres y mujeres del pasado. El hecho de que cada cosa que viera o descubriera provocará más preguntas que respuestas me resultaba, y me resulta, fascinante. Tuve la inmensa suerte, también, de poder visitar las cuevas de Altamira en varias ocasiones, no sólo de pequeña con mis padres, (visita que no recuerdo en absoluto porque era demasiado pequeña), sino de adulta cuando ya había crecido en mí esa pasión; visitas organizadas y facilitadas por mi gran amigo Pepe, que entonces vivía en esas tierras del Norte, que me habían visto nacer a mí y que él adoptó durante un tiempo como suyas. La impresión y la emoción que me producían esas pinturas, la sensación de viveza, es absolutamente inimaginable, ninguna foto puede reproducir la perfección y el volumen que esos artistas de nuestro pasado remoto supieron reflejar sobre la roca. Siempre que viajo y hay alguna cueva con pinturas procuro visitarla. Si hay restos de construcciones Neolíticas, también. Dólmenes, menhires, cromlechs, siempre que están cerca, son una parte importante en mis viajes. Mi marido me acompaña en esas búsquedas y ha aprendido a amarlo también o, por lo menos, a acompañarme en mi pasión. La última visita que me dejó impresionada fue la de los menhires de Monteneuf en la Bretaña francesa. Allí hay más de 400 menhires, de los cuales los arqueólogos han logrado levantar en su posición inicial 42; el resto siguen tumbados, medio enterrados en...
Problemas
Erase una vez un sabio muy conocido que vivía en una montaña del Himalaya. Cansado de convivir con los hombres, había optado por una vida sencilla, y pasaba la mayor parte de su tiempo meditando. Este sabio, como era un hombre muy compasivo, no dejaba de dar un consejo aquí y otro allá. A pesar de todo, éstos aparecían en grupos cada vez mayores y, en cierta ocasión, una multitud se agolpó a su puerta diciendo que en el periódico local se habían publicado que él sabía cómo superar las dificultades de la vida. El sabio les pidió a todos que se sentasen y esperasen. Cuando ya no quedaba espacio para nadie más, él se dirigió a la muchedumbre que esperaba frente a su puerta: -Os os voy a dar la respuesta que todos queréis. Pero debéis prometerme que, a medida que vuestros problemas se solucionen, les diréis a los nuevos peregrinos que me fui de aquí, de manera que yo pueda continuar viviendo en la soledad que tanto anhelo. Contadme vuestros problemas. Alguien comenzó a hablar, pero fue inmediatamente interrumpido por otras personas, ya que sabían que aquélla era la última audiencia pública que el hombre santo daría, y temían que no tuviera tiempo de escucharlos a todos. El sabio dejó que la escena se prolongase un poco más, y por fin gritó: -¡Silencio! Escribid vuestros problemas y dejad los papeles aquí, frente a mí. Cuando todos terminaron, el sabio mezcló todos los papeles en una cesta, pidiendo a continuación: -Id pasando esta cesta de mano en mano, y que cada uno saque un papel y lo lea. Entonces podréis cambiar vuestro problema por el que os ha tocado, o pedir que os devuelvan el papel con el problema que escribisteis originalmente. Todos los presentes fueron tomando una de las hojas de papel, la leyeron, y quedaron horrorizados. Sacaron como conclusión que aquello que habían escrito, por muy malo que fuese, no era tan serio como lo que afligía a sus vecinos. Dos horas después, intercambiaron los papeles, y cada uno volvió a meter en su bolsillo su problema personal, aliviado al saber que su aflicción no era tan dura como se imaginaba. Agradecieron la lección, bajaron la montaña con la seguridad de que eran más felices que los demás, y –cumpliendo el juramento realizado- nunca más permitieron que nadie perturbase la paz de aquel hombre santo. Foto...
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