El pobre ignorante
Oct27

El pobre ignorante

Un hombre, muy sencillo y analfabeto, llamó a las puertas de un monasterio. Tenía deseos verdaderos de purificarse y hallar un sentido a la existencia. Pidió que le aceptasen como novicio, pero los monjes pensaron que el hombre era tan simple e iletrado que no podría ni entender las más básicas escrituras ni efectuar los más elementales estudios. Como le vieron muy interesado por permanecer en el monasterio, le proporcionaron una escoba y le dijeron que se ocupara diariamente de barrer el jardín. Así, durante años, el hombre barrió muy minuciosamente el jardín sin faltar ni un solo día a su deber. Paulatinamente, todos los monjes empezaron a ver cambios en la actitud del hombre. ¡Se le veía tan tranquilo, gozoso, equilibrado! Emanaba de todo él una atmósfera de paz sublime. Y tanto llamaba la atención su inspiradora presencia, que los monjes, al hablar con él, se dieron cuenta de que había obtenido un considerable grado de evolución espiritual y una excepcional pureza de corazón. Extrañados, le preguntaron si había seguido alguna práctica o método especiales, pero el hombre, muy sencillamente, repuso: – No, no he hecho nada, creedme. Me he dedicado diariamente, con amor, a limpiar el jardín, y, cada vez que barría la basura, pensaba que estaba también barriendo mi corazón y limpiándome de todo veneno. * El Maestro dice: El mayor ignorante hallará la paz si su intención es genuina; el erudito más destacado proseguirá a oscuras si su intención no es la correcta. Foto portada: Jose Luis Mieza Photography “Cuentos Clásicos de la...

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Los tres leones

En la selva vivían 3 leones. Un día el mono, el representante electo por los animales, convocó a una reunión para pedirles una toma de decisión: – Todos nosotros sabemos que el león es el rey de los animales, pero tenemos una gran duda en la selva existen 3 leones y los 3 son muy fuertes. ¿A cuál de ellos debemos rendir obediencia? ¿Cuál de ellos deberá ser nuestro Rey? Los leones supieron de la reunión y comentaron entre sí: – Es verdad, la preocupación de los animales tiene mucho sentido. Una selva no puede tener 3 reyes. Luchar entre nosotros no queremos ya que somos muy amigos… Necesitamos saber cual será el elegido, pero, ¿Cómo descubrir? Otra vez los animales se reunieron y después de mucho deliberar, llegaron a una decisión y se la comunicaron a los 3 leones: – Encontramos una solución muy simple para el problema y decidimos que Uds. 3 van a escalar la Montaña Difícil. El que llegue primero a la cima será consagrado nuestro Rey. La Montaña Difícil era la mas alta de toda la selva. El desafío fue aceptado y todos los animales se reunieron para asistir la gran escalada. El primer león intentó escalar y no pudo llegar. El segundo empezó con todas ganas, pero, también fue derrotado. El tercer león tampoco lo pudo conseguir y bajó derrotado. Los animales estaban impacientes y curiosos; si los 3 fueron derrotados, ¿Cómo elegirían un rey? En este momento, un águila, grande en edad y en sabiduría, pidió la palabra: – ¡Yo sé quien debe ser el rey! Todos los animales hicieron silencio y la miraron con grande expectativa. – ¿Cómo? Preguntaron todos. – Es simple… dijo el águila. Yo estaba volando muy cerca de ellos y cuando volvían derrotados en su escalada por la Montaña Difícil escuché lo que cada uno dijo a la Montaña. El primer león dijo: ¡Montaña, me has vencido! El Segundo león dijo: ¡Montaña, me has vencido!. El tercer león dijo: ¡Montaña, me has vencido, por ahora! Porque ya llegaste a tu tamaño final y yo todavía estoy creciendo. La diferencia, completó el águila, es que el tercer león tuvo una actitud de vencedor cuando sintió la derrota en aquel momento, pero no desistió y quien piensa así, su persona es más grande que su problema: Él es el rey de sí mismo, está preparado para ser rey de los demás. Los animales aplaudieron entusiasmadamente al tercer león que fue coronado El Rey de los animales. Moraleja: No tiene mucha importancia el tamaño de las dificultades o problemas que tengas. Tus problemas, por lo menos en la mayor parte...

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Conocerse a uno mismo
Feb15

Conocerse a uno mismo

  Un niño de la India fue enviado a estudiar a un colegio de otro país. Pasaron algunas semanas, y un día el jovencito se enteró de que en el colegio había otro niño indio y se sintió feliz. Indagó sobre ese niño y supo que el niño era del mismo pueblo que él y experimentó un gran contento. Más adelante le llegaron noticias de que el niño tenía su misma edad y tuvo una enorme satisfacción. Pasaron unas semanas más y comprobó finalmente que el niño era como él y tenía su mismo nombre. Entonces, a decir verdad, su felicidad fue inconmensurable. Maestro: no hay mayor gozo en este mundo que el de conocerse a uno mismo. Fuente: 101 cuentos clásicos de la India de Ramiro A. Calle Foto...

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El buscador

Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como buscador. Un buscador es alguien que busca. No necesariamente es alguien que encuentra. Tampoco esa alguien que sabe lo que está buscando. Es simplemente para quien su vida es una búsqueda. Un día un buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó Kammir, a lo lejos. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadoras. La rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada… Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar. El buscador traspaso el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles. Dejó que sus ojos eran los de un buscador, quizá por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción … “Abedul Tare, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días”. Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra. Era una lápida, sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar… Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado, también tenía una inscripción, se acercó a leerla decía “Llamar Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas”. El buscador se sintió terrible mente conmocionado. Este hermoso lugar, era un cementerio y cada piedra una lápida. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto, pero lo que lo contactó con el espanto, fue comprobar que, el que más tiempo había vivido, apenas sobrepasaba 11 años. Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar. El cuidador del cementerio pasaba por ahí y se acercó, lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar. – No ningún familiar – dijo el buscador – ¿Qué pasa con este pueblo?, ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que lo ha obligado a construir un cementerio de chicos?....

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En el umbral del Año Nuevo (cuento)
Dic31

En el umbral del Año Nuevo (cuento)

Mayra Cabrera   Era muy temprano cuando pidió salir a la terraza. Era todavía más temprano que otros días y subió con prisa, dejando de lado algunos pequeños achaques detectados. El aire todavía estaba claro, todavía limpio de humanos que con el correr de las horas, se irían apoderando de todos los caminos y del paisaje. La estrella de la mañana le hizo un guiño y el perro parpadeó un momento: era como si los otros le saludaran desde allá arriba.  Se sentó sobre sus cuartos traseros, los orificios nasales se dilataron y la negra nariz cobró brillo. Sí, ahí estaba: olía a Fin de Año. Como todos los años desde que vivía en esa casa, realizó el ritual que todos los perros de este mundo realizan poco antes de la Nochevieja. No era exactamente un acto de contrición, porque los perros están más allá de esas complicaciones morales humanas sobre el bien y el mal. Más bien era una especie de sentarse aquí y ahora para saber qué había dejado el año moribundo y qué esperar del que iniciaba. Para muchos por desgracia era negativo, lleno de cargas pesadas infligidas por la gente, por aquellos que toman y quitan, por aquellos que no comparten esta Tierra y de a poco y de a mucho, la erosionan y envenenan de diversas formas, algunas visibles y palpables y otras con sus actos. El perro miró a la lejanía, ahí donde en el infinito se fundía con el horizonte y con los volcanes eternos. Vinieron los recuerdos de los buenos momentos, de los instantes cotidianos que suelen ser los mejores, del recibir el alimento diario y no tener que buscarlo, como en otros tiempos de penuria, hasta que las patas se arrastraban de cansancio. Era agradecer el despertar y ver el rostro amado del amo, de esperarlo día con día con ansiedad y emoción, sin importar mucho su estado de ánimo. Pensó en los compañeros que había perdido ese año, los mejores del mundo y cómo había tenido que dejarlos ir porque los animales saben bien cuándo es tiempo de dejarlo todo y cuándo es deber seguir en este plano. Aprendió también a aceptar a los que se incorporaron al clan, cosa que no le resultó fácil porque son animales que tienen otro tamaño, un olor diferente y traen consigo sus propias historias.  Pensó también en los paseos, en las botellas de plástico y en los bocadillos a hurtadillas, en las travesuras y en los regaños. Todo eso contenido en ese gran saco del año que terminaba. Miró hacia la calle y vio a aquellos que todavía tenían que valérselas solos,...

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