Visión de conjunto
Hay un episodio de los Simpson, donde Bart recrimina al payaso Krusty varias cosas, entre ellas que su calculadora Krusty no tiene el número 9… Evidentemente hablamos de una calculadora no muy práctica. En el mundo del TCC y de casi todos los estilos, tiendo a ver ese mismo problema con muchos programas de enseñanza y de entrenamiento. Si nos centramos en el TCC, lo que prima son las formas, tanto de mano vacía como de ciertas armas constatándose que las que exigen un cuerpo entrenado como el sable y sobre todo el palo o la lanza quedan fuera, cediendo su espacio a la espada, (que en realidad precisa de una habilidad extrema para ser funcional, pero se practica de un modo meramente ornamental en demasiados casos), y sobre todo al abanico, sobre cuya muy reciente inclusión en el curriculum del TCC se podía discutir mucho. La cuestión es que todas estas “formas” suelen carecer de un estudio simultaneo de su “función”. Parece como si las formas en si mismas tuvieran un sentido “místico”, cuando no son sino el índice de conocimientos a desarrollar por el practicante. Por supuesto que una enciclopedia sin índice se vuelve bastante inútil, pero un índice sin la enciclopedia a que hace referencia lo es aún más. Hagamos una analogía. Imaginemos el curriculum del TCC como si fuera un mecano o un juego de Lego. Se compone de diversas piezas, que pueden unirse y relacionarse de diversos modos. Todo el que haya jugado con estos juguetes, sabe que al ponerte a realizar un modelo, vas necesitando diferentes piezas, unas planas, otras en forma de bloque, largas, cortas, grandes, pequeñas, poliédricas, cilíndricas… Puedes pasarte sin alguna pieza en particular y sustituirla por otra similar, pero definitivamente, una bolsa llena exclusivamente de piezas cuadradas, no da mucho juego. También es evidente que dependiendo del tipo de construcción que vayamos a realizar, el tipo de piezas necesarias serán diferentes. Es decir, dependiendo de la función, los elementos varían y necesitaremos “modelos específicos-especializados”. Si haces un casa, necesitarás tejas, si haces un tren, raíles… Dependiendo de la función, necesitas ciertos elementos diferenciados. ¿Y cual es la función del TCC?. Debo de reconocer que si observamos la tónica general de práctica en nuestros días, la respuesta a esta pregunta para mi es un misterio. Por supuesto yo tengo claro que busco y razonablemente, que puedo obtener del TCC y cuales son las herramientas de que dispongo para conseguirlo. Si no tienes un sistema de ejercicios que te entrenen de un modo “sencillo” en los principios de movimiento del sistema y lo has de conseguir sólo a partir del trabajo...
Visión periférica
Tal vez el título incite a pensar que voy a revelar el uso secreto de la mirada en el TCC. Lo cierto es que no, el tema es bastante más sutil. Eso, y que tampoco “me sé el secreto”, si es que tal cosa existe. Cuando enseño a un alumno, es evidente que tengo en mente que aprenda una determinada técnica, pero también que a través de ella, sea consciente de ciertos principios y de como se relacionan teoría y práctica. La mayoría suelen darse cuenta de esas relaciones en mayor o menor medida y gracias a esa comprensión, mejoran en la calidad de su práctica. Pero luego hay dos clases de personas. Aquellos de “visión focalizada”, que son incapaces de ver nada más allá de lo evidente y sólo si se les remarca de modo enfático. Son ciegos a todo lo que pasa a su alrededor y tan solo son capaces de percatarse de lo que se les coloca intencionalmente delante de las narices y solo si se les obliga a enterarse. Incapaces de “ver” y absolutamente faltos del deseo de “mirar”. Por contra hay otros, que no solo son capaces de ver lo que tienen delante, lo que se les está explicando, sino que ponen su atención en captar detalles que van más allá de lo evidente e inmediato. Personas cuya curiosidad y agudeza son excepcionales y que no se limitan a ser meros espectadores del proceso de aprendizaje, sino que son protagonistas del mismo. Es evidente que el talento natural es algo que no podemos exigir, (Quod natura non dat, Salmantica non præstat)”, pero la actitud personal es algo muy diferente. Debemos prestar atención a todos los detalles que se nos señalan de forma explícita, pero también a los que no. Hay que analizar todo lo que nos enseñan, desde diversos puntos de vista y relacionarlo con lo que ya sabemos. Intentar verlo desde puntos de vista diferentes a los indicados en esta ocasión por el profesor, e intentar realizar dicho análisis respecto a otros que ya se han estudiado en el pasado. En un momento dado, yo puedo explicar la técnica de “la grulla blanca extiende las alas” y al hacerlo, enfatizar sobre la importancia de los cambios de peso durante su ejecución. Puede que la aplicación que utilice para mostrarlo, haga un importante uso de dicha cualidad. Pero, ¿porqué no vas a poder (sin descuidar por supuesto lo que te quieren enseñar en ese momento), “mirar” como se manifiesta el principio de “hundir codos y hombros”, o “distinguir entre lleno y vacío”?… Como mínimo sería un interesante experimento. Es imposible que nadie te pueda hacer ver...
Sólo los artistas marciales saben pelear…
Antonio Leyva “El boxeo no es real porque no tiene patadas“. “Mi estilo es mucho más marcial porque atacamos a los puntos vitales“. “En la calle no hay un árbitro que pare el combate“. “En la calle no hay reglas“. ¿Lo has escuchado alguna vez?. Yo muchas y la realidad es que algunas partes son ciertas. En boxeo no se dan patadas. En los deportes de contacto se usan protecciones y se limita el uso de ciertas técnicas. Las reglas, que están para proteger al competidor, determinan de un modo decisivo la técnica que éstos usan y en muchas ocasiones generan vicios que en una situación diferente al de su reglamentado método de combate, son de un altísimo riesgo. Todo eso, es rigurosamente cierto. Pero hay algo que se olvida con demasiada facilidad. Con o sin reglas, los deportes de contacto, buscan vencer de forma manifiesta, contra un rival que también quiere ganar. O sea que dentro de sus reglas, pelean con todo el realismo posible contra adversarios que no solo no colaboran sino que se oponen con violencia. Si observamos un combate de boxeo, vemos que se lanzan un gran número de golpes, pero que muchos de ellos no llegan a dar en el blanco y que cuando lo hacen, raramente suponen un KO inmediato (Tyson parte). Y eso le pasa a gente que SI quiere golpear con contundencia y que no “frena la manos”. Por contra si contemplamos una demostración de cualquier arte marcial, el maestro cada golpe que usa, contacta con el rival, cada técnica es definitiva y nunca “recibe” por parte del compañero de exhibición, que seguramente es su alumno y no un “igual”. Es cierto que en un enfrentamiento deportivo, cuentas con ciertas garantías de que “sí” y de que “no” va a suceder. No vas a ser atacado antes de sonar la campana, el combate se va a realizar dentro de un ring, sólo vas a tener, pase lo que pase, un rival, no hay posibilidad alguna de que nadie use armas, no necesitarás huir si pierdes, porque no te van a rematar en el suelo… Por eso “tanteas” al rival, lanzas técnicas sin la certeza plena de que van a ser definitivas, te permites estrategias “suicidas” como cansar al contrario encajando sus golpes… En una situación “real” lo último con lo que cuentas es con certezas, no sabes ni lo que va a pasar ni a que te vas a tener que enfrentar al siguiente segundo. No existe la opción de “vencer por puntos o decisión arbitral”. O ganas, o pierdes, o escapas. Y no hay mucho más. Vistas así las cosas,...
Las sensaciones de mi Dojo
Chus García Diaz CN- 7ºDan Que mejor que un día de tantos. Hoy cuando queda poco para disfrutar de unos días de asueto pero sin desconectar del arte pues ya no es posible después de casi 40 años de práctica a mis espaldas. Hasta cierto punto es normal de casi 62 años 40 de ellos están dedicados al arte Rey que es el karate. A pesar de todos estos años de práctica y transmisión del karate y de otras artes marciales, he llegado a la conclusión que son insuficientes. Quizás sea esta vía la que más me preocupe, la del sentimiento, la que me haya dado esa sensación. Por muchas conclusiones que tengamos como resultado de tantas reflexiones referente a la unidad de las dos vías que conforman la esencia del Budo, el Zen y el Arte Marcial. Todas las reflexiones sigue siendo insuficientes. En muchísimas ocasiones me parece casi imposible transmitir a mis alumnos algo que no se encuentra en la materia pedagógica del Arte marcial, me refiero a los sentimientos. Quizás este sea el camino para poder entender el Zen y El Arte Marcial. Crear una imagen, o transmitir en la técnica aquello que siente tu corazón es tan difícil. Es más fácil explicar un sordo mudo un sueño que haya tenido. Posiblemente todas las respuestas están en ese camino que podemos en ambas divisar, asentidas desde el rigor. Cualquiera de las dos nos va a llevar con la práctica al desarrollo del patrimonio más importante del hombre su ser, navegando por el mar de nuestra existencia con la barca de la vida. Para mí el Zen y el Arte Marcial son unos verdaderos remos, remando por igual en una dirección hacia el ser armonioso. Moviéndose ambos con movimientos simultáneos, no pueden ir separados. Funcionan unidos. ¿De qué remo prescindirías? Así debe ser cada día que vamos al dojo, especial. Como el día anterior y por ninguna otra razón que la propia experiencia que vamos a vivir en el dojo. Cada día es un viaje hacia nuestras emociones y sensaciones. Cada día en el dojo aunque nos parezca el mismo, debemos de hacerlo diferente, así saldremos cargados con sensaciones nuevas. No diferentes, sino otras. Después de este duro combate con aquello que nos limita nos queda un sentimiento del error, mas no importa pues un error es un buen juicio. Cada día los errores están cargados de matices diferentes. ¿Cómo es posible lograr todo esto? En mi opinión con los años de práctica conjugando Zen y Arte marcial de forma unitaria. Su praxis marcial debe de ir acompañada de una gran consciencia aportándonos un estado de “Conciencia...
Té verde y Tai Chi para fortalecer los huesos
«Tomar té verde y hacer Tai Chi ayuda a fortalecer los huesos.» ◦Estudio presentado durante el Congreso de Biología Experimental 2011. Los expertos también detectaron beneficios emocionales y relacionados con la salud mental WASHINGTON, ESTADOS UNIDOS (12/ABR/2011).- Tomar te verde y practicar Tai Chi, un arte marcial oriental característico por sus movimientos lentos, pueden ayudar a fortalecer los huesos, según un estudio presentado durante el Congreso de Biología Experimental 2011. La doctora Chwan-Li Shen, investigadora del Instituto Laura W. Bush para la salud de las mujeres de la Universidad de Texas, ha estudiado durante 20 años cómo algunas de las tradiciones orientales pueden contribuir a mejorar la salud de los occidentales. Empezando por una de las tradiciones milenarias, la de tomar té; que se ha convertido en una práctica habitual en todo el mundo y cuyos beneficios se han demostrado en diversos estudios gracias a la capacidad antioxidante de los polifenoles que contiene. Los polifenoles son un grupo de sustancias químicas que se encuentran en las plantas y cáscara de las frutas, que al sintetizarlas ayudan al cuerpo a aumentar su capacidad antioxidante. Más de una docena de investigaciones científicas han constatado que aquellos que consumen mayores niveles de polifenoles, en concreto del té verde, tiende a tener menor riesgo de padecer enfermedades crónicas degenerativas, así como cardiovasculares y osteoporosis. El estudio más reciente de Shen se centra en la sinergia de los beneficios del té verde y el Tai Chi para fortalecer los huesos, para lo que trabajó con una muestra de 171 mujeres posmenopáusicas con problemas de debilidad de huesos sin llegar a padecer osteoporosis. El equipo médico las dividió en cuatro grupos: las primeras recibieron una píldora de fécula, a modo de placebo, y no practicaron Tai Chi, las segundas tomaron 500 gramos de te verde al día sin ejercitar Tai Chi. El tercer grupo tomó el placebo y realizaron Tai Chi tres veces a la semana, mientras el cuarto tomaron te verde y practicaron Tai Chi. Durante los seis meses que duró el experimento los médicos tomaron análisis de sangre y orina de las participantes y calcularon su fortaleza muscular. El resultado, presentado durante el congreso que se celebra en la capital estadounidense, indica que el consumo de té verde moderado redundó en un aumento de la fortaleza ósea de las mujeres que tomaron la infusión en tres meses y en seis en el caso de las que practicaron Tai Chi. Pero los médicos resaltaron que las mujeres que tomaron te y practicaron este arte marcial redujeron los marcadores biológicos relacionados con el estrés oxidativo, relacionado con enfermedades degenerativas y el envejecimiento. Los expertos también...
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