El gran bosque y el bello jardín.
Chus García Díaz CN-7ºDan Siempre he pensado que alejarse de los orígenes de cualquier arte marcial es ir hacia su desconocimiento. En mi opinión, hoy en día, la idea que se tiene del karate es que es un arte marcial deportivo. Es una valoración justa pues quizás sea la única información deducible de todas las manifestaciones públicas que hoy tiene el karate. En el origen del karate están las bases del desarrollo del arte marcial evidentemente, no como deporte. Estas bases son los valores fundamentales que le ha hecho mantenerse en el tiempo. Con esto no estoy diciendo que el karate deportivo no tenga valores, los tiene, pero son otros diferentes. Me gustaría recordar algunas palabras del Maestro KASE cuando explicaba que el karate era como un gran bosque donde podíamos coger aquello que necesitábamos, pinos, abetos, etc. En mi opinión el karate deportivo es un bello jardín, el problema es que se plantó fuera del bosque. Somos conscientes de que en la práctica del karate deportivo, como en cualquier otro deporte su vigencia es muy corta. Nos encontramos con la pregunta ¿qué pasa cuando se acaba el deporte? Pienso que otras artes marciales han sabido transmitir y comunicar que el arte es longevo, que se puede practicar desde niño hasta una edad muy avanzada. Para muestra los maestros que dan fe de ello. También nosotros nos hemos alejado de los orígenes, del karate Budo. Hoy recuperarlo es difícil. Creo que en esto estaremos de acuerdo de que “un gran bosque no entra en un bello jardín”. Recuperar hoy aquello, lo que dio sentido al karate y practicarlo como tal, es muy difícil. Habría que cambiar la mentalidad de los lobby del karate y hacerles entender que el verdadero arte se empieza a manifestar cuando entendemos que podemos organizar y hacer otras actividades donde los practicantes no vayan a demostrar que uno es superior a otro. Es muy importante en las Federaciones, tener departamentos de nuevas tendencias, pero sin olvidarnos del de tendencias tradicionales. Yo hago una reflexión “para olvidarme de algo alguna vez he tenido que estar ó ser”. No hemos podido ni tan siquiera olvidarnos de algo que nunca ha habido. Hoy en día observamos como profesores toman otros caminos, muchos de ellos para encontrar en otras artes marciales aspectos que puedan enriquecer su karate, algo que no han encontrado en el suyo. Otros por encontrar una salida al vacío dejado cuando pasa el tiempo de la práctica deportiva o para encontrar en la novedad el antídoto que acabe con el aburrimiento llevado hasta el hastío. Quizás si hubiéramos mirado atrás en nuestra práctica todo esto no...
Kata y el Kumite:¿Dos Caras de una Misma Moneda?
Roberto Gonzalez Haramboure. PhD. Hanshi «Lo menos que podemos hacer en favor de algo, es conocerlo” Sabemos que el Karatedo, al igual que casi toda arte marcial, se compone de las kata (ejercicios formales) y el kumite (ejercicios de lucha). Los katas son combates imaginarios contra uno o varios adversarios, en los que se integran movimientos de ataque y defensa en un marco prestablecido; y el kumite es un contexto en el cual se aplican los movimientos defensivos y ofensivos dentro de situaciones reales e impredecibles. Según Nicol, C. W. (1979), planteando lo que podría haber sido el origen de las primeras katas, expresó que: “Desde los inicios de la historia, según cuentan las pinturas rupestres, la habilidad para las pelea ha sido trasmitida mediante la práctica ritual. Cuando el cazador prehistórico regresaba al campamento después de un encuentro con un adversario o animal salvaje, podía demostrar su proeza, actuando mejor que hablando. Bailaba, exagerando y repitiendo los movimientos. Guerreros jóvenes y niños copiaban las danzas, las ampliaban, complejizan y las coleccionaban luego de ritualizarlas. Constituían un adiestramiento soberbio, pues en ellas el guerrero podía enmendar el estilo, y desarrollar la habilidad de un maestro.” Ahora bien, como mismo plantea el referido autor y un criterio muy aceptado internacionalmente, las kata y el kumite se complementan mutuamente. Al respecto se supone que en las katas se aprenden y perfeccionan los movimientos, para luego aplicarse racionalmente en el kumite para dar solución a una situación concreta. No obstante, de ser así, merece la pena detenerse en dos aspectos importantes que en la actualidad ocurren: 1. ¿Porqué, si en esencia ambas modalidades son dos formas de expresión de la misma esencia, hay personas que aman una de ellas y odian (o no se interesan) por la otra? 2. ¿Porqué, aún cuando muchas personas aman ambas modalidades, tienen éxito en una y la otra no? Esos aspectos reales y muy frecuentes nos obligan a analizar más de cerca cada una de esas modalidades…y su relación, porque quizás la respuesta a esas preguntas radique en que realmente ambas no sean tan iguales como se supone. Análisis “No siempre las partes hacen el todo” Si comparamos la kata y el kumite con respecto a las principales direcciones del entrenamiento vemos que: Direccion Kata Kumite Física Tanto por el volumen (cantidad) como la intensidad (dificultad) del trabajo, se aprecia que ambas modalidades coinciden en desarrollar los mismos planos musculares, sistemas energéticos y capacidades físicas entre otros aspectos. Técnica Busca la ejecución del movimiento basado en los patrones clásicos. La ejecución varía según la distancia, tiempo, dirección, posición inicial, acciones anteriores y siguientes y zona de...
La Mejor Maestra
El primer día de clase, la señorita Ángela, maestra del último curso de Infantil, les dijo a todos sus alumnos que a todos quería por igual. Pero eso no era del todo cierto, ya que en la primera fila se encontraba, hundido en su pupitre, Juan García, a quien la profesora Ángela conocía desde el año anterior y había observado que era un niño que no jugaba bien con los otros niños, que sus ropas estaban desaliñadas y que necesitaba constantemente de un buen aseado. Con el paso del tiempo, la relación entre la profesora y Juan se volvió desagradable, hasta el punto que ésta comenzó a sentir una preocupante antipatía por este alumno. Un día, la dirección de la escuela le pidió a la señorita Ángela revisar los expedientes anteriores de cada niño de su clase para así comprobar su evolución. Ella puso el expediente de Juan el último, dudando incluso de leerlo. Sin embargo, cuando llegó a su archivo se llevó una gran sorpresa. La maestra de segundo año escribía: Juan es un niño brillante con una sonrisa espontánea y sincera. Realiza sus desempeños con esmero y tiene buenos modales; es un deleite tenerlo cerca. Su maestra de tercer año escribió: Juan es un excelente alumno, apreciado y querido por sus compañeros, pero tiene problemas en casa debido a la tensa relación de pareja que mantienen sus padres. La maestra de cuarto año escribió: los constantes problemas en casa de Juan han provocado la separación de sus padres; su madre se ha refugiado en la bebida, y su padre apenas va a visitarle. Estas circunstancias están provocando un serio deterioro en su desempeño escolar, ya que no asiste a clase con la asiduidad y puntualidad característica, y cuando lo hace, provoca altercados con sus compañeros o se duerme. En ese momento, la señorita Ángela se dio cuenta del problema, y se sintió culpable y apenada, sentimiento que creció cuando al llegar las fechas navideñas, todos los alumnos le llevaron los regalos envueltos en papeles brillantes y preciosos lazos, menos Juan, quién envolvió torpemente el suyo en papel de periódico. Algunos niños comenzaron a reír cuando ella encontró dentro de esos papeles arrugados, un brazalete de piedras al que le faltaban algunas cuentas, y un frasco de perfume a medio terminar. La señorita intentó minimizar las burlas que estaba sufriendo Juan, alabando la belleza del brazalete, y echándose un poco de perfume en el cuello y las muñecas. Juan García se quedó ese día después de clase solo para decir: señorita Ángela, hoy oliste como cuando yo era feliz. Después de que todos los niños se fueran, Ángela...
Maestro o Experto
Chus García Diaz CN-7ºDan «Maestro». Hoy en día es un concepto que queda grande ¿qué significa realmente? Es común adjudicar el apelativo de «maestro» al hombre eminente en cualquier faceta de la cultura o arte que con su obra científica o literaria relevante, influye en la vida y la formación de otros, incluso de quienes sólo se relacionan con él a través de sus obras. También, en el ámbito del trabajo manual, el término se aplica al que por su capacidad o situación especial dirige una obra o taller. Esta acepción del término implica un doble contenido: por una parte, la maestría o habilidad superior para ejercer un oficio, por otra, una influencia formativa sobre quienes trabajan con él. En tercer lugar, tenemos su significado más restringido: hombre que consagra su vida a la tarea educativa. Y aún aplicamos el vocablo a aquellos profesionales de cualquier disciplina que obtienen el grado de «maestría». De todos estos usos queda claro que el entendimiento popular llama «maestro» a quien se distingue en su actividad u oficio; quien, en virtud de su saber, enseña a otros, no como simple instructor, sino como un tutor de la vida misma, donde cobran sentido teoría y práctica convirtiéndose en modelo y guía para sus discípulos. Cierto, un maestro enseña, es decir, muestra el conocimiento y las formas de vida en las que se aplica; en sentido amplio, el camino de la ciencia, el arte, el bien en definitiva, pero sobre todo los valores que enriquecen la vida humana, orienta para aplicarlo y motiva para amarlo, traspasa la línea del saber para abrir la del ser. Es entonces cuando se transforma en un verdadero maestro, es decir, en motivador de la evolución personal, en promotor del perfeccionamiento integral de sus alumnos. Maestro, profesor, son vocablos que, aunque suelen usarse como sinónimos, entrañan distinto significado: profesor es el que imparte una enseñanza determinada, dirigiendo su actuación a transmitir conocimientos y contenidos instructivos para la formación de determinadas aptitudes intelectuales o habilidades profesionales. El maestro se dirige a la formación integral y se centra sobre todo en la formación del carácter. No obstante, ambos términos se utilizan hoy indistintamente. El profesor enseña. Quien sólo enseña, cumple un programa preestablecido, está centrado en su enseñanza, la cual transmite, califica resultados. El Maestro además de enseñar, educa, cumple una misión de servicio, busca el bien del alumno, es ejemplo de los valores que predica, estima y evalúa procesos de su evolución tanto externa como interna El Maestro tiene claro que el valor de su trabajo está en el perfeccionamiento de sus alumnos; asume que se debe esmerar en leer entre...
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