ESPÍRITU DEL KARATE TRADICIONAL
Quizá se está mal utilizando la palabra TRADICIONAL al referirse a lo que muchos consideran el verdadero Karate Do (seguramente, ya que sería confuso determinarlo en el tiempo, en la historia… y en la técnica). Pero todos saben a qué se refiere el término, por lo que quizá no es más que un asunto lingüístico sin importancia. No obstante el Karate Tradicional siempre puede considerarse, técnicamente, el de los años en torno a la creación de los estilos conocidos hoy y hasta, aproximadamente, la desaparición de sus fundadores o años posteriores (es decir desde los años 40 a los 80 aproximadamente). Por ello aunque seguramente la expresión acuñada de Karate Tradicional no sea la más adecuada pero en la actualidad es la utilizada en dicho sentido en todo el mundo. Ese periodo de tiempo indicado como origen del Karate Tradicional actual es el que simboliza el Karate Do, aunque su historia anterior, China, lo determina en muchos aspectos y hay que conocer para entender.
Ese Karate Do Tradicional no solo lo determina por tanto lo que se hace (con un rigor técnico histórico basado en las características del estilo e incluyendo todo tipo de técnicas sin influencia de reglamentos o modas) sino y especialmente la actitud con que se hace, su ética y moral, sus objetivos, su Camino y el comportamiento de sus practicantes (y eso teniendo en cuenta también el entorno cultural e histórico en que se vive, pues a pesar de hacerlo nosotros ahora en pleno siglo XXI, ese tipo de valores deben seguir siendo importantes). No se trata tanto de hacer exactamente lo mismo que hacían los maestros de la época dorada en torno a la mitad del siglo 20 sino de buscar con la práctica lo que buscaban ellos.
El Karate es parte del Budo japonés. Siempre se ha traducido este como el Camino de las Artes Marciales. Pero sus kanji, los caracteres orientales con que se escribe, incluyen unos trazos que le hacen significar “el camino PARA DETENER la guerra, el conflicto, la violencia”. Gichin Funakoshi, el más conocido líder del Karate japonés en los años dorados de sus principios mantuvo que… “aquellos que siguen el Karate deben considerar la cortesía como de básica importancia, y sin ella se pierde la esencia del Karate. El estudiante de Karate debe ser humilde y respetuoso, y tener buenos modales.”
La máxima expresión técnica del Karate, el kata, comienza siempre (y a menudo también termina) con técnica de bloqueo. Nunca con ataque. Eso indica el espíritu defensivo del Karate en el que su utilización en la calle es estrictamente un último recurso. En algunos estilos de Karate, incluso sus técnicas por pareja más clásicas, no se finalizan a menudo con duros golpes definitivos sino con inmovilizaciones que eviten un posterior ataque efectivo del contrario, sin causarle un daño innecesario. Esta característica proviene de los monjes budistas de Shaolin, cuya corriente filosófica históricamente ha influido en las artes marciales.
Según el gran maestro de Karate Hironori Ohtsuka,… “El Karate debe tener como fin no solo el fortalecimiento del cuerpo sino también la formación del alma y del espíritu. Su objetivo debe ser formar a la persona y hacerla capaz de contribuir a la mejora de la sociedad a través de buenas cualidades humanas.” El Karate Tradicional desarrolla el respeto, la tolerancia, la cortesía y la igualdad, ayudando, por ejemplo, a la lucha contra la violencia en general, de manera que un verdadero karateka difícilmente será empujado a una pelea y no tendrá la necesidad de medirse con nadie.
En los ambientes tradicionales del Karate-do se utiliza la expresión Shin-Gi-Tai Ichi (心技体一) como las tres facetas de su práctica. Se ha convenido en traducir estos términos como “Buen Espíritu, Técnica y Cuerpo son todo uno”, y las bases son el Respeto, la Tolerancia, la Fidelidad al Maestro y la Humildad. SHIN, este espíritu del Karate-do Tradicional, tiene que ver con la filosofía de vida, la forma de entender nuestro comportamiento. El Espíritu tiene que ver con la aCtitud en la sociedad y con la intención con que se hace Karate; con esa cortesía, lealtad, humildad, respeto y buenos modales mencionados. El Karate-do debe ser un puño de hierro en un guante de seda. La punta del iceberg del Karate es sin duda su parte física. Pero su realidad dista mucho de esa muestra minúscula. Si bien la aptitud, con P, tiene que ver con un nivel de destreza, el Espíritu del Karate tiene que ver más con la actitud, con C. El espíritu se refiere más a un objetivo interno que nos enriquezca personalmente y nos haga felices con lo que hacemos, lo que nos dará una tranquilidad y un disfrute (heiho). Por eso Kenei Mabuni dice que “el Karate es Zen en movimiento”, pues busca en realidad ese estado de tranquilidad y equilibrio interior. Se podría apreciar en la mirada, en la expresión de la cara,… Ya decía también Ohtsuka que “los ojos son las ventanas del corazón”. En pocas palabras podemos decir que, en orden inverso por ir de menos a más en importancia, TAI es el cuerpo, por lo que se refiere claramente al vehículo utilizado, a un desarrollo físico basado en equilibrio, velocidad, potencia,…. Tai y GI están íntimamente unidas ya que GI se refiere a unas habilidades aprendidas y entrenadas repetitivamente, lo que nos aportará una aptitud en ellas. Es decir, la técnica desarrollada. Ahí interviene el proceso Su-Ha-Ri, que nos invita a, durante muchísimos años, repetir y repetir la técnica establecida, para después ir adaptándola poco a poco a uno mismo y al final del proceso haber hecho un traje técnico a medida sin necesidad de salir del estilo.
El Karate Tradicional habría que entenderlo, a un nivel superior, además de cómo una técnica de combate también como una meditación en movimiento. Igualmente el Budo en general. No se trata de un sistema de lucha exclusivamente. En Karate-do se hace “saludo al principio y saludo al final”, pero debe ser no como un obligado gesto vacío de contenido (a menudo exagerado en la forma con grandilocuentes saludos o expresiones de Oss!!), sino como una real muestra voluntaria de mutuo respeto, agradecimiento y buenos deseos, para que la técnica no se sustituya nunca por la crítica como tzuki y la envidia como keri. El saludo no se basa en la obligación sino en la cortesía.
Un gesto vació muy habitual es precisamente ese saludo a veces vacío (teóricamente símbolo de respeto y reconocimiento) y la expresión Oss, que más allá de la mayor o menor costumbre de utilización dependiendo de diferentes estilos (por ejemplo en Wado Ryu no existe tradicionalmente gran costumbre), está habitualmente mal utilizada en el Karate por ese contenido vacío, por no hablar de otras confusiones en su utilización. En efecto, este término, exportado al Karate desde la Escuela Naval Japonesa, es utilizado como un saludo general entre karatekas (tipo ¡hola!, ¡adiós!). Ya de momento un error. Esta expresión, que viene de las palabras Osu (contracción de Osae) y Shinobu, debería utilizarse solo en el Karate en momentos y situaciones en las que haya que mostrar un compromiso de perseverar hasta los límites personales con paciencia, con verdadero respeto y aprecio por el maestro, aceptando sus correcciones, sus consejos,… y mostrando también esta expresión, si fuera necesario, una disculpa que invoca incluso pedir perdón por algún error cometido, entendiéndolo y aceptándolo. Eso significa Oss, y si se utiliza alegremente para todo… se desvirtúa su contenido.
En el Karate tradicional el protocolo en general cobra importancia como una concatenación de detalles de actitud (a menudo en base al sentido común) que ayudan a mostrar con elegancia, el respeto, cortesía y reconocimiento por la propia técnica, por quién te acompaña en ella y por quién la observa, poniendo todo en valor.
Existe una confrontación verbal hoy en día que se vive a todos los niveles, en la prensa, en la política, en la TV,… y también en el Karate, donde es aún menos adecuada debido a los valores que se pregonan. Y el respeto hay que demostrarlo especialmente con los que piensan diferente (con los que piensan igual es fácil e innecesario). Pero los comentarios de ese tipo (y a veces incluso mal intencionados y faltones), en realidad a quien retratan es a los que los hacen, y en base a ello cada uno puede sacar sus propias conclusiones. Ojalá que junto a la técnica se desarrolle también el espíritu de la Paz y la Armonía, pues eso es el Karate Tradicional.
Las actitudes inadecuadas en un karateka son por tanto inapropiadas en sí mismas. Pero además es que aunque cada uno es dueño de su propia IMAGEN, el pertenecer a un grupo despersonaliza en parte a sus miembros, convirtiéndolos en partes del grupo (en este caso las Artes Marciales, el Karate, el estilo o/y el dojo), de tal modo que la imagen deja de ser propia para ser la de todos, y en consecuencia es una responsabilidad propia hacia los demás miembros. La imagen de los colectivos es la imagen de todos sus integrantes y por tanto todos deberían cuidarla. La imagen además influye de gran manera en la AUTOESTIMA de los karatekas. Todo el mundo es consciente de la sensación positiva y agradable que produce el considerar que se forma parte de una prestigiosa disciplina que es mucho más que un deporte… parte del Budo tradicional japonés. De ahí que se deba evitar que el Karate ofrezca una imagen inadecuada.
Ya hay veteranos maestros que tienen una visión pesimista sobre la pérdida de la tradicional práctica de las artes marciales. Quizá los tradicionalistas deban ya considerarse una especie en extinción, y si no completamente, en un proceso degenerativo, donde lo que les queda será, al no vencer y superar ese proceso, una genialidad decadente en busca de los últimos recursos para comunicar y transmitir las últimas palabras antes que la sordera cultural llegue a las generaciones futuras. Ojalá no sea así y ambas formas puedan coexistir entendiéndose… pero por separado.
La actitud como vemos es muy diferente según se tome la práctica del Karate. La actitud se muestra también, involuntariamente, incluso en pequeños gestos aparentemente sin importancia. La manera de hablar (no lo que se dice sino cómo se dice, no el contenido sino la forma) o la expresión de la cara,… denotan nuestra actitud. La prepotencia, el respeto, la chulería,… se perciben en este tipo de costumbres. También en la actitud corporal, al andar, al sentarse,.. y hasta al posar en fotografías, donde uno puede adoptar posturas que aunque muestren seguridad en sí mismo pueden denotar naturalidad y humildad (brazos caídos, puños cerrados, expresión concentrada,… que transmitan sosiego y calma junto a seguridad), o todo lo contrario (brazos cruzados a la altura del pecho, expresión de innecesaria seriedad,… que parecen buscar el enfrentamiento, el reto, causar temor en definitiva).
Ir al artículo anterior – ir al artículo siguiente
Continuara…..
Comentarios recientes