Cierto día el espíritu del viejo bosque observó como un pequeño becerro se alejaba de su manada y emprendía una solitaria búsqueda para regresar a su hogar…
El becerro tuvo que atravesar un bosque virgen para volver a su pastura. Siendo animal irracional, abrió un sendero tortuoso, lleno de curvas, subiendo y bajando colinas.
Al día siguiente, un perro que pasaba por allí usó ese mismo sendero para atravesar el bosque.
Después fue el turno de un carnero, líder de un rebaño, que, viendo el espacio ya abierto, hizo a sus compañeros seguir por allí.
Más tarde, los hombres comenzaron a usar ese sendero: entraban y salían, giraban a la derecha, a la izquierda, descendían, se desviaban de obstáculos, quejándose y maldiciendo, con toda razón. Pero no hacían nada para crear una nueva alternativa.
Después de tanto uso, el sendero acabó convertido en un amplio camino donde los pobres animales se cansaban bajo pesadas cargas, obligados a recorrer en tres horas una distancia que podría haber sido vencida en treinta minutos, si no hubieran seguido la vía abierta por el becerro.
Pasaron muchos años y el camino se convirtió en la calle principal de un poblado y, posteriormente, en la avenida principal de una ciudad.
Aún hoy día todos se quejan del tránsito, porque el trayecto es el peor posible.
Mientras tanto, el viejo y sabio bosque continua riendo y reflexionando, al ver que los hombres tienen la tendencia a seguir como ciegos el camino que ya está abierto…sin preguntarse nunca si aquélla es la mejor elección.
Autor anónimo
Cortesía de Prof. Fernando A Cartofiel;
Fuente: bu-jutsu.dk/IBF
Foto portada: Ramon Duran
10 julio, 2016
A grandes rasgos, puede que sea el mejor resumen de la historia de la humanidad.
10 julio, 2016
Efectivamente, sencillo y directo. No como los caminos que nos fabricamos.