Hacer una petición (tradición budista)
Jun16

Hacer una petición (tradición budista)

Cierta mujer invocaba el nombre de Buda cintos de veces al día, sin entender jamás la esencia de sus enseñanzas. Después de diez años lo único que consiguió fue aumentar su amargura y su desespero, pues pensaba que sus súplicas no eran oídas. Un monje budista se dio cuenta de lo que sucedía, y una tarde fue a su casa: -Señora Cheng, ¡abra la puerta! La mujer se irritó e hizo sonar una campana en señal de que estaba rezando y no quería que la molestaran. Pero el monje insistió varias veces.: ¡Señora Cheng, ¡tenemos que hablar! Ella, furiosa, abrió la puerta con violencia: -¿Qué clase de monje es usted, que no se da cuenta de que estoy rezando? -Sólo he llamado cuatro veces, y mire cómo se enfada. Imagine cómo se sentirá Buda, después de que lo haya estado llamando durante diez años. «Si llamamos con la boca, pero no sentimos con el corazón, no ocurrirá nada. Cambie su modo de invocar a Buda; entienda lo que él dice, y él entenderá lo que dice...

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La verdadera espiritualidad
May24

La verdadera espiritualidad

Le preguntaron al Maestro: «¿Qué es la espiritualidad?». «La espiritualidad», respondió, «es lo que consigue proporcionar al hombre su transformación interior». Pero si yo aplico los métodos tradicionales que nos han transmitido los Maestros, ¿no es eso espiritualidad?». «No será espiritualidad si no cumple para ti esa función. Una manta ya no es una manta si no te da calor». «¿De modo que la espiritualidad cambia?». «Las personas cambian, y también sus necesidades. De modo que lo que en otro tiempo fue espiritualidad ya no lo es. Lo que muchas veces pasa por espiritualidad no es más que la constancia escrita de métodos pasados». Fuente: Anthony de Mello Foto: h....

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La Grulla Agradecida. Cuento Japonés
Abr08

La Grulla Agradecida. Cuento Japonés

Erase una vez un joven que vivía solo en una casita al lado del bosque. De regreso a casa durante un día de invierno bastante nevioso, oyó un ruido extraño. Se puso a caminar hacia un campo lejano de donde venía el sonido, y allí descubrió una grulla tumbada sobre la nieve llorando de dolor. Una flecha incada en el ala tenía, pero el joven, muy cariñoso, se la quitó con mucho cuidado. El pájaro, ya libre, voló hacia el cielo y desapareció. El hombre volvió a casa. Su vida era muy pobre. Nadie le visitaba, pero esa noche a la puerta sonó un frap-frap-frap. “¿Quién será, a esta hora y en tanta nieve?” pensó él. ¡Qué sorpresa al abrir la puerta y ver a una mujer joven y bonita! Ella le dijo que no podía encontrar su camino por la nieve, y le pidió dejarla descansar en su casa, para lo cual él fue muy dispuesto. Se quedó hasta el amanecer, y también el día siguiente. Tan dulce y humilde era la mujer que el joven se enamoró y le pidió ser su esposa. Se casaron, y a pesar de su pobreza, se sentían alegres. Hasta los vecinos se alegraban de verlos tan contentos. Pero el tiempo vuela y pronto llegó otro invierno. Se quedaron sin dinero y comida, tan pobres como siempre. Un día, para poder ayudar un poco, la mujer joven decidió hacer un tejido y su marido le construyó un telar detrás de la casa. Antes de empezar su trabajo ella pidió a su marido que le prometiera que nunca entraría en el cuarto. El lo prometió. Tres días y tres noches trabajó ella sin parar y sin salir del cuarto. Casi muerta parecía cuando la mujer joven por fin salió, a su marido le presentó un tejido hermoso. El lo vendió y consiguió un buen precio. El dinero les duró bastante tiempo pero cuando se acabó todavía seguía el invierno. Otra vez se puso a tejer la mujer joven, y otra vez su marido le prometió que no entraría en el cuarto. Fueron no tres sino cuatro días cuando ella, viéndose peor que la vez siguiente, salió del cuarto y le dio a su marido un tejido de tan gran maravilla que, al venderlo en el pueblo, consiguieron dinero suficiente para dos inviernos duros. Más seguros para el futuro que nunca, desafortunadamente el hombre se hizo avaro. Atormentado, tanto por el deseo de ser rico como por los vecinos siempre preguntándole que cómo se podía tejer sin comprar hilo, el joven le pidió a su mujer hacer otro tejido. Ella pensaba que tenían bastante...

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Diferencia entre el bien y mal
Mar06

Diferencia entre el bien y mal

El discípulo preguntó al maestro zen: -¿Cómo puedo distinguir el bien del mal? -Es una pregunta tonta. Reflexiona y respóndeme tú mismo. Después de reflexionar, dijo el discípulo: -Es muy sencillo. Todo aquello que puede destruir las cosas hechas con amor es el mal. -¿Has visto alguna vez un tigre? Cuando el tigre sale en busca de comida para sus hijos y encuentra en el bosque una hermosa cierva, fruto del amor entre sus padres, ¿acaso no la devora? -Sí -dijo el discípulo-. Me siento confundido. -Lo que va contra nuestra naturaleza es el mal -respondió el maestro-. Todo lo demás es el bien....

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Al final, éstos son mis amigos
Ene25

Al final, éstos son mis amigos

-Este rey es poderoso porque tiene un pacto con el demonio -decía una beata en la calle-. El niño se quedó intrigado. Poco después, mientras viajaba a otra ciudad, el niño oyó comentar a un hombre que estaba a su lado: -Todas las tierras pertenecen al mismo dueño. ¡Esto es cosa del diablo! Al final de una tarde de verano, una bella mujer pasó al lado del niño. -¡Esa mujer está al servicio de Satanás! -gritó un predicador, indignado. A partir de entonces, el niño decidió buscar al demonio. -Se dice que usted hace a las personas poderosas, ricas y hermosas- le dijo el niño, en cuanto lo hubo encontrado. -No es así exactamente -respondió el demonio-. Tu sólo has oído la opinión de los que me quieren aupar.  ...

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El mirlo y las otras aves
Ene13

El mirlo y las otras aves

Un viejo mirlo encontró una miga de pan y salió volando con ella. Al verlo, los pájaros más jóvenes corrieron a atacarlo. Frente al inminente combate, el mirlo tiró la miga de pan a la boca de una serpiente, pensando: «Cuando se es viejo, se ve la vida de otra forma: perdí mi alimento, es verdad, pero puedo encontrar otra miga de pan mañana. Sin embargo, si hubiera insistido en cargar con ella, habría desatado una guerra en el cielo; el vencedor despertaría envidia, los otros se armarían para combatirlo, el odio llenaría el corazón de los pájaros, y tal situación podría durar mucho tiempo. La sabiduría de la belleza consiste en saber cambiar las victorias inmediatas por las conquistas duraderas.»...

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