El rey de oro
Imagen addesia en Pixabay Un día un pobre hombre que vivía en la miseria y mendigaba de puerta en puerta, vio un carro de oro que entraba en el pueblo llevando un rey sonriente y radiante. El pobre se dijo de inmediato:– Se ha acabado mi sufrimiento, se ha acabado mi vida de pobre. Este rey de rostro dorado ha venido aquí por mí. Me cubrirá de migajas de su riqueza y viviré tranquilo. En efecto, el rey, como si hubiese venido a ver al pobre hombre, hizo detener el carro a su lado. El mendigo, que se había postrado en el suelo, se levantó y miró al rey, convencido de que había llegado la hora de su suerte. Entonces el rey extendió su mano hacia el pobre hombre y dijo:– ¿Qué tienes para darme? El pobre, muy desilusionado y sorprendido, no supo que decir.– ¿Es un juego lo que el rey me propone? ¿Se burla de mí? – se dijo. Entonces, al ver la persistente sonrisa del rey, su luminosa mirada y su mano tendida, el pobre metió su mano en la alforja, que contenía unos puñados de arroz. Cogió un grano de arroz, uno solo y se lo dio al rey, que le dio las gracias y se fue enseguida, llevado por unos caballos sorprendentemente rápidos. Al final del día, al vaciar su alforja, el pobre encontró un grano de oro. Se puso a llorar diciendo:– ¡Qué estúpido que fui, por qué no le habré dado todo mi arroz! Maestro: lo que das te lo das, lo que no das te lo quitas Autor: Rabindranath Tagore Foto:...
Una taza de té, cuento Zen sobre la mente que lo sabe todo
Nan-in, un maestro Japonés de la era Meiji (1868-1912), recibió la visita de un profesor de universidad que querría informarse sobre el Zen. Nan-in le sirvió té. Lleno la taza de su visita hasta el borde, y siguió vertiendo mas té. El profesor observó como el té llenaba la taza y se derramaba sobre la mesa hasta que no puedo aguantarse mas:– ¡Esta rebosando! ¡No cabe nada más! – Al igual que esta taza, – dijo Nan-in – usted esta lleno de sus propias opiniones e ideas. ¿Como le voy a enseñar Zen si no vacía primero su taza? Foto: Imagen...
La zanahoria, el huevo y el café
Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y lo difíciles que le resultaban las cosas. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro. Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Al poco tiempo el agua de las tres ollas comenzó a hervir. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra. La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente. Mirando a su hija le dijo: – “Querida, ¿qué ves?” – “Zanahorias, huevos y café” fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Después de quitar la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma. Humildemente la hija preguntó: – “¿Qué significa ésto, padre?” El le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero cada uno de ellos había reaccionado de forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café sin embargo eran únicos; después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua convirtiéndola en café. – “¿Cuál eres tú?”, le preguntó a su hija. “Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? ¿Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido te has vuelto duro y rígido? Por fuera te ves igual, pero ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido? ¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su...
El pato y la gata, metáfora para explicar lo que es tu propio camino
– ¿Cómo es que usted se inició en la vida espiritual? –preguntó uno de los discípulos al maestro Sufi Shams Tabrizi. – Mi madre decía que yo no estaba lo suficientemente loco como para internarme en un hospicio, ni era lo suficientemente santo para entrar en un monasterio –respondió Tabrizi. – Entonces decidí dedicarme al sufismo, donde aprendemos a través de la meditación libre. – ¿Y cómo le explicó eso a su madre? – Con la siguiente fábula: alguien le acercó un patito a una gata para que la gata lo tomara a su cargo. Este seguía a su madre adoptiva por todas partes, hasta que un día, ambos llegaron frente a un lago. Inmediatamente el patito entró en el agua, mientras que la gata, desde la orilla, gritaba: “¡Sal de ahí! ¡Te vas a morir ahogado!” Y el patito respondió: “No, madre, descubrí lo que es bueno para mí, y esto es que estoy en mi ambiente. Voy a continuar aquí, aunque tú no sepas lo que significa un lago.” Foto:...
Como perdemos lo que más amamos
“Un hombre, que había perdido a su esposa durante el parto, estaba criando solo a su hijo, a quien amaba más que nada en el mundo. Un día, mientras el padre estaba ausente, unos saqueadores quemaron la mayor parte del pueblo y secuestraron a su hijo. Cuando el padre volvió, confundió uno de los cadáveres quemados y pensó que era el de su hijo. Completamente devastado, hizo cremar el cuerpo y puso las cenizas en una urna que colocó en el mejor lugar de la casa. Días después, el niño logró escapar de los saqueadores. Corrió de regreso a casa y llamó a la puerta de la casa que su padre había reconstruido. El hombre preguntó quién era. Cuando el muchacho contestó: “Soy yo, tu hijo, por favor, déjame entrar”, el padre apretó contra su pecho la urna con las cenizas, y pensó que otro niño del pueblo le estaba jugando una broma cruel. “Vete”, le gritó de nuevo. El muchacho continuó tocando en la puerta y rogándole al padre que le abriera. Sin embargo, el hombre, convencido de que no se trataba de su hijo, siguió diciéndole que se fuera. Finalmente, el niño se dio por vencido. Se fue y nunca más volvió”. Como dice la psicóloga Jennifer Delgado: Convertimos lo improbable en imposible cada vez que: – «Nos aferramos a una idea, asumiendo que es una verdad absoluta e inmodificable, de manera que nos cerramos a abrir la puerta de nuestra mente y dejar entrar a la verdad.» Igualmente afirma que: – «Nos convertimos en víctimas del sesgo de confirmación (consiste en fijarse y recordar solo los detalles que confirman nuestras expectativas o estereotipos.), anotando mentalmente solo los detalles que confirman nuestra versión de la historia, aquello que nos permite creer lo que queremos creer, desechando las pistas y argumentos en contra. Y– «Confundimos el concepto de improbable con el de imposible, por lo que ni siquiera escuchamos cuando la oportunidad toca a nuestra puerta.» Y para terminar nos hace reflexionar: «debemos mantenernos muy atentos a este sesgo porque la testarudez, el hecho de mantenernos aferrados a determinadas ideas para «defender» el pasado o mantener intacto nuestro ego, puede hacer que perdamos lo que más amamos. No debemos olvidar que el orgullo y la rigidez son los motivos principales por los que arruinamos nuestras relaciones interpersonales.» Foto:...
La esencia de la docencia
Un anciano conoce a un joven quien le pregunta:– ¿Se acuerda de mí?Y anciano dice que no.Entonces el joven dice que fue su alumno.Y el profesor pregunta:– ¿Qué estás haciendo?– Soy profesor– Ah que bueno ¿Como yo?– Sí. Me convertí en maestro porque usted me inspiró a ser también como usted.Luego le pregunta al tipo cuándo lo inspiró a ser maestro. Y el alumno cuenta la historia:“Un día, un amigo mío, también estudiante, llegó con un hermoso reloj nuevo, y decidí que lo quería para mí y lo robé, lo saqué de su bolsillo. Poco después, mi amigo notó el robo y se quejó a usted (maestro). Entonces se dirigió a la clase:– El reloj de su colega fue robado. Quien lo robó, que lo devuelva.No lo devolví porque no quería hacerlo.Luego cerró usted la puerta y le dijo a todos que se pusieran de pie y que iría a uno por uno para buscar en los bolsillos de todos hasta encontrar el reloj. Pero les dijo a todos que cerraran los ojos, que haría esto con los estudiantes con los ojos cerrados …Todos cerraron los ojos y usted fue de bolsillo en bolsillo y cuando llegó al mío encontró el reloj y lo tomó. Continuó usted buscando en todos, y cuando terminó, dijo: ‘Abran los ojos. Ya tenemos el reloj’.No me dijo usted nada.Nunca mencionó el episodio.Nunca dijo quién había robado a nadie.»Y ese día, usted salvó mi dignidad para siempre. Fue el día más vergonzoso de mi vida. Pero también el fue el día que mi dignidad se salvó de no convertirme en ladrón, mala persona, etc. Nunca dijo nada.No me dio apenas una lección moral. Y recibí el mensaje. Y entendí, que esto es lo que debe hacer un verdadero educador.¿Se acuerda de ese episodio, maestro?Y el profesor responde:– Recuerdo la situación, el reloj robado, busqué en todos, etc.Pero no te recordaba.Porque también cerré los ojos mientras buscaba. (Esto es la esencia de la docencia). *Si Para Corregir Necesitas Humillar… no sabes...
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