El Maestro Sufí
El Maestro sufi contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre entendían elsentido de la misma… – Maestro – lo encaró uno de ellos una tarde. Tú nos cuentas los cuentos pero no nos explicas su significado… – Pido perdón por eso. – Se disculpó el maestro – Permíteme que en señal de reparación te convide con un rico durazno. – Gracias maestro.- respondió halagado el discípulo – Quisiera, para agasajarte, pelarte tu durazno yo mismo. ¿Me permites? – Sí. Muchas gracias – dijo el discípulo. – ¿Te gustaría que, ya que tengo en mi mano un cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo?… – Me encantaría… Pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro… – No es un abuso si yo te lo ofrezco. Solo deseo complacerte… – Permíteme que te lo mastique antes de dártelo… – No maestro. ¡No me gustaría que hicieras eso! Se quejó, sorprendido el discípulo. El maestro hizo una pausa y dijo: – Si yo les explicara el sentido de cada cuento… sería como darles a comer una fruta...
La Historia de Lucas
-Lucas era el tipo de persona que te encantaría odiar. Siempre estaba de buen humor y siempre tenia algo positivo que decir. -Cuando alguien le preguntaba cómo le iba, él respondía: “si pudiera” estar mejor, tendría un gemelo”. -Era un Gerente único porque tenía varias meseras que lo habían seguido de restaurante en restaurante. -La razón por la que las meseras seguían a Lucas era por su actitud. -Él era un motivador natural: -Si un empleado tenia un mal día, Lucas estaba ahí para decirle al empleado cómo ver el lado positivo de la situación. -Ver este estilo realmente me causó curiosidad, así que un día fui a buscar a Lucas y le pregunté: -No lo entiendo… no es posible ser una persona positiva todo el tiempo?. -¿Cómo lo haces?… -Lucas respondió: -“Cada mañana me despierto y me digo a mí mismo, Lucas, tienes dos opciones hoy: Puedes escoger entre ser una víctima o aprender de ello. Escojo aprender de ello” -“Cada vez que alguien viene a mí para quejarse, puedo aceptar su queja o puedo señalarle el lado positivo de la vida. Escojo el lado positivo de la vida”. -Si claro, pero no es tan fácil, protesté. -“Si lo es”, dijo Lucas. -“Todo en la vida es acerca de elecciones. -Cuando quitas todo lo demás, cada situación es una elección” -“Tú eliges cómo reaccionas ante cada situación, tú eliges cómo la gente afectará tu estado de ánimo, tú eliges estar de buen humor o mal humor”. -“En resumen, TU ELIGES COMO VIVIR LA VIDA”. -Reflexioné en lo que Lucas me dijo… -Poco tiempo después, dejé la industria restaurentera para iniciar mi propio negocio. -Perdimos contacto, pero con frecuencia pensaba en Lucas cuando tenía que hacer una elección en la vida en vez de reaccionar contra ella. -Varios años más tarde, me enteré que Lucas hizo algo que nunca debe hacerse en un negocio de restaurante, dejó la puerta de atrás abierta una mañana y fue asaltado por tres ladrones armados. -Mientras trataba de abrir la caja fuerte, su mano temblando por el nerviosismo, resbaló de la combinación. Los asaltantes sintieron pánico y le dispararon. -Con mucha suerte, Lucas fue encontrado relativamente pronto y llevado de emergencia a una Clínica. Después de ocho horas de cirugía y semanas de terapia intensiva, Lucas fue dado de alta aún con fragmentos de bala en su cuerpo. – Me encontré con Lucas seis meses después del accidente y cuando le pregunté como estaba, me respondió: -“Si pudiera estar mejor, tendría un gemelo”. -Le pregunté qué pasó por su mente en el momento del asalto. -Contestó: -“Lo primero que vino a mi mente...
El Anciano Samurai
Cerca de Tokio vivía un gran samurai ya anciano, que se dedicaba a enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario. Cierta tarde, un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allí. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación. Esperaba a que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para reparar en los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante. El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. Con la reputación del samurai, se fue hasta allí para derrotarlo y aumentar su fama. Por contra, en el monasterio, todos los estudiantes se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo aceptó el desafío. Juntos, todos se dirigieron a la plaza de la ciudad y el joven comenzaba a insultar al anciano maestro. Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió en la cara, le gritó todos los insultos conocidos -ofendiendo incluso a sus ancestros. Durante horas hizo todo por provocarlo, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró. Desilusionados por el hecho de que el maestro hubiera aceptado tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron: ¿Cómo pudiste, maestro, soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usaste tu espada, aún sabiendo que podías perder la lucha, en vez de mostrarte cobarde delante de todos nosotros? El maestro les preguntó: Si alguien llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿a quién pertenece el obsequio? A quien intentó entregarlo -respondió uno de los alumnos. Pues lo mismo sucede con la envidia, la rabia y las ofensas -dijo el maestro. Si no las tomas, quedan en el...
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