Una buena lección
Un estudiante universitario salió un día a dar un paseo con un profesor, a quien los alumnos consideraban su amigo debido a su bondad para quienes seguían sus instrucciones. Mientras caminaban, vieron en el camino un par de zapatos viejos y supusieron que pertenecían a un anciano que trabajaba en el campo de al lado y que estaba por terminar sus labores diarias. El alumno dijo al profesor: – Hagámosle una broma; escondamos los zapatos y ocultémonos detrás de esos arbustos para ver su cara cuando no los encuentre. – Mi querido amigo -le dijo el profesor-, nunca tenemos que divertirnos a expensas de los pobres. Tú eres rico y puedes darle una alegría a este hombre. Coloca una moneda en cada zapato y luego nos ocultaremos para ver cómo reacciona cuando las encuentre. Eso hizo y ambos se ocultaron entre los arbustos cercanos. El hombre pobre, terminó sus tareas, y cruzó el terreno en busca de sus zapatos y su abrigo. Al ponerse el abrigo deslizó el pie en el zapato, pero al sentir algo adentro, se agachó para ver qué era y encontró la moneda. Pasmado, se preguntó qué podía haber pasado. Miró la moneda, le dio vuelta y la volvió a mirar. Luego miró a su alrededor, para todos lados, pero no se veía a nadie. La guardó en el bolsillo y se puso el otro zapato; su sorpresa fue doble al encontrar la otra moneda. Sus sentimientos lo sobrecogieron; cayó de rodillas y levantó la vista al cielo pronunciando un ferviente agradecimiento en voz alta, hablando de su esposa enferma y sin ayuda y de sus hijos que no tenían pan y que debido a una mano desconocida no morirían de hambre. El estudiante quedó profundamente afectado y se le llenaron los ojos de lágrimas. – Ahora- dijo el profesor- ¿no estás más complacido que si le hubieras hecho una broma? El joven respondió: – Usted me ha enseñado una lección que jamás olvidaré. Ahora entiendo algo que antes no entendía: es mejor dar que recibir. Foto portada: Natalia...
La imaginación
Cuenta una antigua leyenda que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer. En realidad el verdadero autor era una persona muy influyente del reino y por eso desde el primer momento se procuró un chivo expiatorio para encubrir al culpable. EL hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría escasas o nulas oportunidades de escapar al terrible veredicto… ¡la horca! El juez, cuidó no obstante de dar todo el aspecto de un juicio justo, por ello dijo al acusado: – “Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor vamos a dejar en manos de él tu destino. Vamos a escribir en dos papeles separados las palabras culpable e inocente, tú escogerás y será la mano de Dios la que decida tu destino.” Por supuesto el mal funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda ‘CULPABLE’, y la pobre víctima aún sin conocer los detalles, se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria. El juez conminó al hombre a tomar uno de los papeles doblados. Éste respiro profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse abrió los ojos, y con una extraña sonrisa hizo su elección, tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca… se lo tragó rápidamente. Sorprendidos e indignados los presentes reprocharon airadamente: – “¿Pero qué hizo?, ¿y ahora?, ¿cómo vamos a saber el veredicto?” – “Es muy sencillo”- respondió el hombre. “Es cuestión de leer el papel que queda y sabremos lo que decía el que yo elegí”. Con rezongos y enojo mal disimulado debieron liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo. Moraleja; Cuando todo parezca perdido, usa la imaginación. “En los momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento” Fuente: IRENE VILLA Foto...
Los tres leones
En la selva vivían 3 leones. Un día el mono, el representante electo por los animales, convocó a una reunión para pedirles una toma de decisión: – Todos nosotros sabemos que el león es el rey de los animales, pero tenemos una gran duda en la selva existen 3 leones y los 3 son muy fuertes. ¿A cuál de ellos debemos rendir obediencia? ¿Cuál de ellos deberá ser nuestro Rey? Los leones supieron de la reunión y comentaron entre sí: – Es verdad, la preocupación de los animales tiene mucho sentido. Una selva no puede tener 3 reyes. Luchar entre nosotros no queremos ya que somos muy amigos… Necesitamos saber cual será el elegido, pero, ¿Cómo descubrir? Otra vez los animales se reunieron y después de mucho deliberar, llegaron a una decisión y se la comunicaron a los 3 leones: – Encontramos una solución muy simple para el problema y decidimos que Uds. 3 van a escalar la Montaña Difícil. El que llegue primero a la cima será consagrado nuestro Rey. La Montaña Difícil era la mas alta de toda la selva. El desafío fue aceptado y todos los animales se reunieron para asistir la gran escalada. El primer león intentó escalar y no pudo llegar. El segundo empezó con todas ganas, pero, también fue derrotado. El tercer león tampoco lo pudo conseguir y bajó derrotado. Los animales estaban impacientes y curiosos; si los 3 fueron derrotados, ¿Cómo elegirían un rey? En este momento, un águila, grande en edad y en sabiduría, pidió la palabra: – ¡Yo sé quien debe ser el rey! Todos los animales hicieron silencio y la miraron con grande expectativa. – ¿Cómo? Preguntaron todos. – Es simple… dijo el águila. Yo estaba volando muy cerca de ellos y cuando volvían derrotados en su escalada por la Montaña Difícil escuché lo que cada uno dijo a la Montaña. El primer león dijo: ¡Montaña, me has vencido! El Segundo león dijo: ¡Montaña, me has vencido!. El tercer león dijo: ¡Montaña, me has vencido, por ahora! Porque ya llegaste a tu tamaño final y yo todavía estoy creciendo. La diferencia, completó el águila, es que el tercer león tuvo una actitud de vencedor cuando sintió la derrota en aquel momento, pero no desistió y quien piensa así, su persona es más grande que su problema: Él es el rey de sí mismo, está preparado para ser rey de los demás. Los animales aplaudieron entusiasmadamente al tercer león que fue coronado El Rey de los animales. Moraleja: No tiene mucha importancia el tamaño de las dificultades o problemas que tengas. Tus problemas, por lo menos en la mayor parte...
Volar sobre el Pantano
“Un pájaro que vivía resignado en un árbol podrido en medio del pantano, se había acostumbrado a estar ahí, comía gusanos del fango y se hallaba siempre sucio por el pestilente lodo. Sus alas estaban inutilizadas por el peso de la mugre, hasta que cierto día un gran ventarrón destruyó su guarida; el árbol podrido fue tragado por el cieno y él se dio cuenta de que iba a morir. En un deseo repentino de salvarse, comenzó a aletear con fuerza para emprender el vuelo, le costó mucho trabajo porque había olvidado cómo volar, pero enfrentó el dolor del entumecimiento hasta que logró levantarse y cruzar el ancho cielo, llegando finalmente a un bosque fértil y hermoso.” Los problemas son como el ventarrón que ha destruido tu guarida y te están obligando a elevar el vuelo o a morir. Nunca es tarde. No importa lo que se haya vivido, no importa los errores que se hayan cometido, no importa las oportunidades que se hayan dejado pasar, no importa la edad, siempre estamos a tiempo para decir BASTA, para oír la llamada que tenemos de buscar la perfección, para sacudirnos el cieno y volar ALTO y muy lejos del pantano. Abandona la vía segura y cómoda. Lánzate a la ruta incierta, llena de enigmas e inseguridades y hazlo solitariamente. Foto...
Tres deseos – cuento Sufi
Un día, un pescador al recoger su red encontró en ella una ánfora. Al abrirla salió de ella un genio. El genio recién liberado le dijo al pescador: – Pide tres deseos y te los concederé. – Me gustaría –dijo el pescador- que me hicieses lo bastante inteligente como para hacer una elección perfecta de los otros dos deseos. – Hecho –dijo el genio- ahora dime, ¿cuáles son los otros dos? – Gracias, no tengo más...
Expiar nuestros errores
Zenkai, hijo de un samurai, asesinó a un oficial en defensa propia. Huyó de la ciudad donde vivía y, sin recursos, se convirtió en ladrón. Años después, harto de llevar esa vida, sintió que era el momento de expiar por sus errores pasados. Resolvió entonces realizar alguna buena acción. Y así fue que llegó a un pueblo en donde un quebradizo puente sobre un peligroso acantilado había causado muchas muertes. Zenkai decidió cavar un túnel en la montaña para ayudar a todos. Durante el día, comía de las limosnas que los pobladores le daban. Durante la noche, cavaba el túnel. Después de 30 años, el túnel estaba muy avanzado y Zenkai sabía que en pocos años más terminaría su labor. Pero un buen día, llegó al pueblo el hijo de aquel oficial que Zenkai había asesinado en defensa propia. Y lo único que el joven anhelaba era vengar a su padre. – Te daré mi vida voluntariamente – dijo Zenkai. Lo único que te pido es que me dejes terminar el túnel. Cuando complete mi labor, puedes matarme. El hijo con sed de venganza decidió esperar la llegada de ese día. Pasaron varios meses y Zenkai seguía cavando incansable. El hijo entonces, cansado de no hacer nada salvo esperar la hora de su venganza, comenzó a ayudar con la excavación. Un año pasó rápidamente, y rápidamente también el hijo llegó a admirar la fuerza de voluntad, valentía y paciencia de Zenkai. Finalmente, el túnel fue terminado. Los pobladores estaban agradecidos de poder cruzar ya sin riesgo alguno. – Ahora puedes cortar mi cabeza – dijo Zenkai. Mi trabajo ha concluido. – ¿Cómo podría yo cortar la cabeza de mi maestro? – murmuró el joven con lágrimas en los ojos. Foto portada: Mr....
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