Aprender a enseñar
Imagen Cesar Martin Que hay muchos grandes artistas marciales en el mundo es un hecho, pero el hecho de que sean muy buenos técnicamente en su arte marcial no implica necesariamente, ni de lejos, que sean buenos maestros. Que realmente sepan enseñar lo que saben. Enseñar no se trata de cuánto sabes o qué bien puedes hacer una técnica y mostrarla para que otros intenten copiarlo. Se trata de que seas capaz de transmitir a tu alumno tus conocimientos y tu experiencia de tal modo que puedas ayudarle a aprender y a seguir progresando, cada uno a su ritmo. Si eres un gran artista marcial pero no sabes transmitir, no vales como profesor. Enseñar a los alumnos lo que tú ya sabes hacer requiere trabajo, no es fácil y muchas veces no es nada gratificante. El típico enfoque del profesor de artes marciales que aparece en el centro del tatami, demuestra una técnica y luego se limita a esperar un rato mientras los estudiantes repiten la misma una y otra vez no es la mejor manera de enseñar. Un buen profesor debe interactuar con los estudiantes durante la práctica y corregirlos cuando lo necesitan, ¡pero no en exceso! Nuestro cerebro tiene una capacidad de memoria de trabajo limitada. En el caso que nos ocupa quizás de entre 3 a 5 elementos. Eso es todo. Si intentamos enseñar más que eso en una clase, los estudiantes no podrán absorberlo todo. Un pastel demasiado grande es igual a empacho. No es digerible. Una vez que superamos nuestro límite personal de aproximadamente 3 o 4 puntos principales, comenzamos a olvidar cosas porque nuestra mente simplemente no puede retenerlas todas. Como profesor y para ser más efectivo, hay que intentar escoger 3 o 4 fundamentos o principios o puntos que queremos que nuestros alumnos retengan en esa lección. El resto sobra. No hace falta corregir sobre otras cosas en ese día. De esa manera, el alumno puede conservar las correcciones el tiempo suficiente para luego recordarlas, tomar apuntes, etc. No tiene sentido corregir a alguien constantemente. Si sobrecargamos a alguien, es muy probable que luego no recuerde nada. Y, ¿cómo hacer que lo recuerden? Por ejemplo al final de la clase es bueno pedir a los estudiantes que salgan a mostrar la técnica que han aprendido o los puntos fundamentales de la misma para que piensen y recuerden activamente lo que han estado haciendo. También es bueno dedicar unos minutos al final de la clase a comentar la misma entre todos. Pero no todo el trabajo recae en la parte del profesor, ni mucho menos.Hay muchas cosas que un estudiante tiene que descubrir por...
Dojoyaburi o Dojoarashi
Imagen: en.rattibha.com Históricamente existió en algunas escuelas de artes marciales japonesas una tradición o costumbre bastante curiosa y singular llamada dojoyaburi o dojoarashi que podría traducirse como «asalto al dojo» o «tormenta en el dojo» y que consistía en visitar una escuela de artes marciales rival para retar a su maestro, dejarla en evidencia y «robarle» a los alumnos. A veces no eran los maestros de cada escuela o dojo los que se enfrentaban en lucha sino que podían designar a su mejor luchador para afrontar el reto. Era una forma de ganar popularidad y nuevos estudiantes y fue practicada básicamente por escuelas de kenjutsu y jujutsu. Esta práctica fue prohibida durante un tiempo pero volvió a resurgir durante el período Edo, cuando se levantó dicha prohibición. Se pueden encontrar ejemplos modernos de esta costumbre. La más conocida la encontramos a finales del siglo XIX, cuando la escuela de judo Kodokan era particularmente conocida por su intensa actividad de dojoyaburi, provocada por la oposición de otros estilos de jujutsu. La rivalidad entre la escuela de judo Kodokan y la escuela Totsuka de Yoshin-ryu jujutsu ocurrió en la década de 1880 durante la Restauración Meiji en Japón. Se dieron varios desafíos y torneos, y su resultado supuso el declive de las escuelas tradicionales de jujutsu y el auge del judo como arte marcial institucionalizado. Aunque rodeado de controversia y leyenda debido a fuentes inconsistentes, se ha considerado una parte vital de la historia del judo. La escuela Yoshin-ryū, más específicamente la rama fundada por Hikosuke Totsuka, había sido considerada la escuela de koryu jujutsu más grande e influyente de Japón desde el final del período Bakumatsu en 1868. Aunque tenía su sede en Chiba, tenía su principal campo de operaciones en Tokio y tenía fama de tener tres mil aprendices solo en esa ciudad. En contraste, la escuela Kodokan no se creó hasta 1882, cuando un practicante de los estilos Kitō-ryū y Tenshin Shinyō-ryū llamado Jigoro Kano estableció las bases de su propia disciplina marcial, el judo, con un puñado de aprendices. El rápido ascenso en popularidad y éxito del Kodokan fue fuente de conflicto con el resto de escuelas nacionales de jujutsu, entre ellas la Totsuka Yoshin-ryū, que veían el estilo de Kano como una amenaza a su hegemonía y una señal de falta de respeto a las antiguas tradiciones. El primer contacto registrado entre Kano y Totsuka ocurrió antes de la existencia de Kodokan, cuando Kano todavía era un estudiante en la Universidad de Tokio y un mero aprendiz de jujutsu. Durante una exhibición del estilo Yoshin-ryū, organizada por las autoridades universitarias en 1880 y dirigida por el hijo de Hikosuke, Hidemi Totsuka,...
Mis notas sobre tanbô jutsu
El tanbô (también escrito y/o llamado tambô, tanjô, hishiji…) es un simple bastón de aproximadamente 45 cm de longitud (la mitad de un hanbo), aunque esta medida puede variar dependiendo de las escuelas, desde 30 a 50 cm. Usado como arma de defensa desde la época feudal samurai actualmente se sigue entrenando con ella en algunas escuelas y sistemas de jujutsu y kobudo. En la Bujinkan su práctica procede de nuestra escuela Kukishinden Ryu. Modernamente podemos encontrar técnicas policiales basadas en el tanbo jutsu tradicional usando la porra policial o el bastón extensible. El origen del tanbô no está demasiado claro, pues básicamente es un palo. En las artes marciales Bujinkan el manejo en ciertos aspectos es similar al del tessen (abanico) y al del jutte, que es una de las teorías que corren por ahí sobre su posible origen, un derivado de estos para entrenamientos. Ha versiones sobre el origen que afirman que procede del uso del tanto (cuchillo) envainado, y hasta una hipótesis bastante plausible a mi entender que afirma que el arma surge del hananeji*, un palo corto que llevaban los samurai de alto rango a modo de fusta para controlar a los caballos. Sea cual sea su origen, el trabajo con el tanbo se centra básicamente en métodos de golpeo, luxaciones y estrangulaciones, y en la Bujinkan tenemos 9 kyushos principales o zonas de ataque para golpeo: men/membu (cráneo), kasumi (sien), murasame (hueco garganta entre las clavículas), suigetsu (boca del estómago), kimon (por encima del pezón), butsumetsu (costillas flotantes), kote (muñeca), hiza/kaku (rodilla) y toki (empeine). Tenemos 7 kamaes de tanbô en Bujinkan que proceden de Kukishinden Ryu: Seigan no kamae: tanbô en la mano dcha en agarre normal, pierna dcha adelantada, la punta del tanbô apunta a los ojos de uke.Gedan no kamae: Igual que Seigan pero la punta del tanbô apunta a los pies de uke.Jodan no kamae: tanbô en la mano dcha en agarre normal a la altura de la sien o por encima de la cabeza, diferentes alturas y ángulos, pierna dcha adelantada aunque puede hacerse también con la izda adelantada y el tanbô queda atrás.Shizen no kamae: postura natural del cuerpo erguido, el tanbô en agarre normal cuelga con la punta hacia el sueloGyakute no kamae: Igual que Shizen no kamae pero con el tanbô en agarre inverso.Hachimonji no kamae: El cuerpo de medio lado (hanmi) hacia uke, pierna izda adelantada, el tanbô agarrado normal en la mano derecha a lo largo de la pierna derecha, brazo y mano izda estirados a lo largo de la pierna izda en diferentes alturas y/o ángulos.Tenchijin no kamae: tanbô en la mano dcha...
Katsu / Kappo – Métodos de reanimación
Katsu (a veces llamado Kuatsu) o kappo es una metodología de primeros auxilios y reanimación de las antiguas artes marciales japonesas, principalmente de ciertas escuelas de bujutsu / jujutsu, y ya más modernamente introducida en el Judo. La palabra kappo es una contracción de katsu (reanimación) y ho (método). Los documentos más antiguos que hacen referencia a las técnicas de reanimación aplicadas sobre los practicantes de Artes marciales, víctimas de un desvanecimiento o un síncope causado por un atemi, una estrangulación o una caída, proceden de la escuela de Muso Ryu del periodo Sengaku (siglo XVI, Shogunato Tokugawa) y describen los resultados de las pruebas y experiencias de “resucitación”realizadas directamente en los campos de batalla o en los antiguos Dojos de Bujutsu. En aquellos tiempos, el uso de los Katsu estaba reservado a los samurais, que transmitían dicho conocimiento de palabra y en secreto a los de su misma casta a fin de aprender a remediar los accidentes (heridas, golpes, fracturas, etc.) ocurridos en plena batalla o durante su entrenamiento. En la época Meiji (1868-1911) existían ya más de un centenar de Escuelas de Jujutsu y cada una practicaba sus propias técnicas de Kappo. El katsu contiene básicamente técnicas para reanimar a un artista marcial que ha sido estrangulado hasta la inconsciencia, para reducir el dolor de los golpes, para destensar un músculo contraído, para detener una hemorragia nasal, y otras lesiones comunes del entrenamiento. Este sistema utiliza tanto masajes cardiopulmonares y manipulación manual de las arterias y los músculos como presión en puntos acupunturales. Es perfectamente compatible con los primeros auxilios modernos, y algunos de sus principios y métodos son virtualmente idénticos, lo que facilita la ayuda médica en caso de necesidad. Actualmente existen por lo menos una docena de métodos de katsu (sasoi-katsu, eri-katsu, tanden-katsu, so-katsu, jirizo-katsu, kogan-katsu, inno-katsu, dekishi-katsu, suishi-katsu y ishi-katsu). Aunque la enseñanza del kappo no está tan extendida como otros aspectos, es tradición en muchos dojos de judo por ejemplo que todos los judokas que reciban el cinturón negro o shodan, aprendan estas técnicas. A veces, a esto le sigue una sesión donde cada judoka debe estrangular de manera controlada a un compañero y ser estrangulado a su vez por otro, a fin de que todos los judokas de la promoción practiquen el sistema de reanimación. En otras escuelas esto se enseña no a los nuevos cinturones negros, sino a los nuevos instructores certificados. Una de las primeras referencias históricas modernas de la práctica del kappo como parte del jujutsu es recogida por Armand Cherpillod en su autobiografía en 1938. Durante de un encuentro entre el jujutsuka Sadazaku Uyenishi y un luchador ruso llamado Klemsky, el segundo de ellos cayó noqueado por una estrangulación de su oponente, y Uyenishi procedió a realizar kappo para reanimarle. El público...
Guerrero confinado & Guerrero interno
Miércoles 29 de abril de 2020, 47 días de confinamiento sin salir de casa más que para comprar alimentos, y 51 días sin pisar el tatami del dojo para entrenar con mis alumnos. En la entrada de este blog del pasado día 23 de marzo, titulada El guerrero cobarde yo afirmaba tener miedo a ese enemigo invisible que se está cebando con tantas personas de este planeta. Pero ha pasado bastante más de un mes y como no puede ser de otra manera el ser humano a todo se acostumbra, a lo bueno por supuesto, pero a lo malo también. Durante siglos el humano se ha acostumbrado a convivir con la enfermedad, con las penurias, con el miedo, se ha acostumbrado al encierro, a la esclavitud, etc. Siempre ha sido así a lo largo de la Historia. Y eso no va a cambiar. Por eso a día de hoy y dado que gracias a los Kami el virus no nos ha afectado personalmente, al menos todavía y ojalá que nunca, es muy fácil relajarse y acostumbrarse a que todo va a seguir «bien», dentro de esta «nueva normalidad»; a que esto es como una película que se repite a diario y los datos de las noticias sólo son cifras que no nos afectan a nosotros. Y entonces es cuando bajaremos la guardia. Un error que hay que evitar a toda costa. Nunca bajar la guardia. Nunca subestimar al enemigo ni aun cuando lo veamos tendido en el suelo agonizante pues su último zarpazo puede ser todavía letal para nosotros. Y este enemigo al que nos enfrentamos ahora es todavía peor, es invisible, no se sabe en que estadio se encuentra, ¿se está replegando?, ¿reaparecerá con refuerzos por el flanco que hemos dejado con poca vigilancia? Así pues mejor seguir sintiendo ese temor que nos hará seguir siendo precavidos y nos dará ese estado de zanshin, siempre alerta. Ya que nadie sabe nada, ni siquiera los científicos, y menos aún los políticos que nos gobiernan, tanto da que hubiesen sido de un partido o de otro. No saben gestionar algo así. Nadie sabe. Por lo tanto la lucha es individual, debemos luchar cada uno por nosotros y por quienes tenemos más cerca, al fin y al cabo como siempre ha sido. Si lo hacemos así tenemos muchas posibilidades de ganar esta batalla. La guerra es otra cosa, paso a paso, pero para ganar la Guerra hay que ir ganando batallas. ¿Y entretanto qué puede hacer el guerrero confinado aparte de seguir las instrucciones que le dicte su Gobierno, sean acertadas o no, y de no bajar la guardia a nivel personal? Pues seguir entrenando....
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