El Maestro contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre entendían el sentido de la misma…
-Maestro –lo encaró uno de ellos una tarde. Tú nos cuentas los cuentos pero no nos explicas su significado…
-Pido perdón por eso –se disculpó el maestro–. Permíteme que en señal de reparación te invite a una rica manzana.
-Gracias maestro -respondió halagado el discípulo.
-Quisiera, para agasajarte, pelarte tu manzana yo mismo. ¿Me permites?
-Sí. Muchas gracias –dijo el discípulo.
-¿Te gustaría que, ya que tengo en mi mano un cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo?…
-Me encantaría… Pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro…
-No es un abuso si yo te lo ofrezco. Solo deseo complacerte… Permíteme que te lo mastique antes de dártelo…
-No maestro. ¡No me gustaría que hicieras eso! Se quejó, sorprendido el discípulo.
El maestro hizo una pausa y dijo:
-Si yo les explicara el sentido de cada cuento… sería como darles a comer una fruta masticada.
CUENTO SUFI
Foto portada: ! Santiago Alvarez !
Comentarios recientes