“Si no quiere lo que sabe, aprenda lo que quiere”.
Vivimos en una sociedad tan enferma que a los que quieren aprender se les tacha de raros y a los que saben de locos.
Tal es así que la ignorancia es ya en sí un valor.
Por eso, querer aprender es escaso.
Y también, no porque sea caro, sinó porque se ha de ganar.
Y ganar las cosas cuesta.
Tan escaso es el deseo de aprendizaje que, en artes marciales hemos llegado al tiempo en que podemos ver a cada vuelta de esquina, al indiferentismo.
O sea, el que me da lo mismo que lo mismo me da.
Es obvio que, el “indiferentista”, ni siquiera procura saber lo que le importa, ni lo que quiere; y busca la felicidad en lo que la sociedad actual propone:
Las modas rotatorias.
Ante este panorama que ya no debe sorprender a nadie por frecuente, los artistas marciales y también los “artistas de la vida”, quizá deberíamos transmutar estos valores light, y procurar saber lo que queremos, y después, saber acerca de lo que queremos.
Me parece apropiado señalar lo que considero un principio:
”Dime lo que quieres y te diré quién eres”, y también “dime cuanto sabes acerca de lo que quieres y te diré lo que vales en lo que quieres”.
En definitiva, que únicamente lo importante para cada uno de nosotros, debería merecer nuestra atención continua, puesto que la vida es corta y los conocimientos sin límite; y a la postre, si sabemos sobre lo importante, lo que sabemos superficialmente como una cultura general carecerá de relevancia.
Por todo esto, “si no quiere lo que sabe, aprenda lo que quiere”. Y quizá lo que quiere lo aprenda aquí mismo, aprendiendo a enfocarse.
¡Atención!
En Karate decimos SUCHU 集中 foco.
Foco es algo hacia lo que toda la energía se concentra.
Lo practicamos en cada ataque!!!
Cada ataque, cada práctica, aporta influencia psicofisica a nuestro subconsciente.
Costumbre de enfocar!!!
Enfocarse es dirigir toda la energía hacia algo.
Lo contrario es dispersarse.
Me refiero a derivar la atención hacia novedades pasajeras o aficiones rotatorias, como puede ser practicar hoy un arte marcial porque está de moda, al mes siguiente otra cosa porque la hace mi amigo y al año siguiente cambiarlo por otra actividad porque me motivó la última exhibición sobre el nuevo arte marcial “definitivo”.
Ante este panorama parece propio añadir que, la forma más elemental de humana estupidez es dispersarse y perder continuamente el hilo de lo que queremos conseguir.
Dispersar así la energía desgasta y diluye la eficacia de las habilidades a conseguir y de los resultados a obtener.
Al hilo de este tema me parece prudente resaltar tres características del artista marcial que nunca consigue habilidades enfocadas:
-DISPERSO. Sin planes. Actúa siempre insatisfecho o con satisfacciones pasajeras, por modas light, hoy esto, mañana lo otro. No sabe lo que quiere y siempre hay algo que le gusta más que lo anterior.
– POSTERGADOR. Primero hace lo que le divierte y después, o nunca, lo que debe. Hace lo que le gusta en el momento en vez de hacer lo que debe para conseguir lo que quiere.
– REACTIVO. Hace las cosas que se le presentan en vez de las que quiere. Si la actividad que estaba realizando se le hace muy cuesta arriba porque no le queda a mano o porque las circunstancias lo dificultan, cambia su actividad por la que encuentra más a mano.
Bien planteado lo anterior, llega el momento de decir que, es necesario ejercer el control de la propia vida para enfocarse hacia lo que se desea, con éxito. Para así forjar victorias personales y ganar la batalla interna, trazando metas que permitan hacer realidad el sueño de uno mismo.
El sueño inicial que nunca hay que olvidar.
Que sepamos, porque lo hemos visto y aprendido de las personas que han conseguido aprender algo que merezca la pena, tres pasos controlan el camino hacia el éxito personal:
– ENFOCAR. Es ver la cumbre que queremos escalar. Saber lo que queremos. Dirigir la atención hacia lo que queremos y no olvidarlo nunca. O sea, empezar con la finalidad en la mente.
– PRIORIZAR. Es ver el primer escalón necesario para dar el primer paso hacia la cumbre. Hay que comenzar por el primer escalón sin perder el tiempo en otras cosas que parecen más entretenidas.
– PROACTIVAR. Es actuar con la propia responsabilidad. Si alguien ha quitado el primer escalón, en vez de culpar a quien lo quitó, y tomarlo como pretexto para no subir, construyo uno nuevo.
Pero una cosa más.
Los últimos descubrimientos en inteligencia emocional nos aconsejan sobre la ventaja del “paso de bebé”.
Algo sobre lo que la sabiduría popular china nos ha aconsejado hace varios siglos: que “un viaje de mil millas comienza con un pequeño paso”.
Este secreto redescubierto por los japoneses, se denomina KAIZEN. Y se trata de que una vez que sepa lo que quiere y sepa lo que hacer primero, hay que dar un paso muy, pero que muy pequeño en esa dirección. Tan pequeño como para no irritar la amígdala. Centro que activa el mecanismo de lucha-huida, y que al final deriva en huida por no poder sostener la responsabilidad de mantener pasos tan largos y dificultosos.
Esto se puede extrapolar a cualquier situación en la vida.
Por ejemplo, cuando haya un problema a solventar, comience con una finalidad en mente.
Esta finalidad no es solucionar el problema en sí.
La finalidad debe ser algo mayor.
La finalidad nunca debe ser REACCIONAR al problema y sólo pensar en solucionar el problema.
La finalidad en mente siempre debe ser construir algo bueno. Descubrir qué principio usar para solventar tal problema.
Un principio puede ser por ejemplo, la paciencia o la fortaleza de ánimo.
Después de identificar que principio defender, identificar el pequeño paso en esa dirección.
Un paso muy pequeño.
Y por último dar el primer paso.
Y es que, hemos de ser conscientes de una vez por todas de que, el ser humano en solitario, no puede hacer grandes cosas de una vez.
El ser humano sólo puede dar pasos muy pequeños, muy humildes…
pero pasos con gran amor.
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