Si entendemos la práctica y la progresión en el Karate como un Camino de auto-perfeccion, todas las circunstancias de ese Camino deberían ir encaminadas hacia un mismo fin : Ser mejor Ser Humano, ser una mejor persona, más allá de las habilidades conseguidas y la capacidad de vencer a otros.
Ello hace al practicante auto-exigente consigo mismo, no sólo con sus capacidades y habilidades para poder vencer a otros, sino también con la exigencia personal de un cierto comportamiento moral que parta de unas bases sólidas.
La Honestidad, que los japoneses llaman 正直 Shōjiki, es una de ellas. No hay peor estupidez que la de engañarse a sí mismo, y es por ello que la Honestidad es esencial para con los demás, pero también para con nosotros mismos.
Se nos ha enseñado que Rei, la Cortesía, es una de las primeras reglas del Karate. Karate-do Rei ni hachimari, Rei ni Owaru. Así es que, con un arma tan peligrosa en las manos, 溫柔 Onju, la Gentileza, la Caballerosidad, se hace imprescindible.
Pero el Camino del Karate es un Camino largo y difícil, no es algo placentero, aún y cuando pueda parecerlo, y las endorfinas que nos proporciona nuestro cuerpo nos den esa sensación. El Camino del Karate necesita de Paciencia y de Perseverancia, algo que los japoneses conocen como 忍耐 Nintai, la capacidad de aguantar las muchas pruebas que se nos pondrán y poder resistirlas. Y eso es algo que trasciende la atmósfera del Dojo, que termina por impregnar nuestra vida si nuestra Actitud,態度 o Taido en japonés, la manera en la que estemos dispuestos a comportarnos u obrar, es la correcta y así lo hayamos asimilado.
Esa Actitud va a hacer que, poco a poco, nosotros mismos seamos capaces de Auto-controlarnos, de poner a nuestras emociones el freno necesario para estar supeditadas a nuestra voluntad y a nuestro entendimiento. Así es que definimos está cualidad, que los japoneses llaman 克己 Kasumi como la restricción impuesta por nosotros mismos a nuestras propias acciones.
Una cualidad que se ha reconocido siempre a los grandes Karatekas que nos han precedido a lo largo de la Historia, es la de poseer un Espíritu indestructible, absolutamente inquebrantable e inflexible, capaz de soportar las mayores pruebas, de someterse a ellas sin evitarlas, de tomarlas como un reto que ha de ser superado. Los japoneses llaman a ese Espíritu indomable 不屈 Fukutsu, en español le llamaríamos Espíritu de Superación, y es más el Espíritu de superar todas las dificultades, que aquel necesario para el Combate 戦闘精神 Sentō seishin , también conocido como Toukon 闘魂 o Espíritu combativo.
Ese es el Espíritu que caracteriza a un karateka serio, caminante de su Camino, y que admira a quienes le rodean : La actitud de luchar y superar todas las dificultades sin rendirse, sean éstas las que sean, con firmeza y con rectitud.
Todas esas virtudes y capacidades morales, al final, pasan por el tamiz de una sola : KENKYO 謙虚, la Humildad, la capacidad de ser humilde, de reconocer la valía en los otros, es también la actitud por la cual somos capaces de reconocer nuestros fracasos y debilidades, también de no presumir de nuestros logros, éxitos o victorias.
Esto, aunque pueda parecer un síntoma de debilidad, lo es de fuerza, ya que el que es humilde lo es por su propia elección.
En el Karate, conseguido con el tiempo un determinado estatus, se suelen dar dos comportamientos que necesitan corrección. Por un lado, aquel que se sabe bueno técnicamente, o que ha alcanzado cierta excelencia en alguna faceta del Karate, y quiere demostrarlo continuamente. Por otro lado, aquel que habiendo tenido un reconocimiento por sus cualidades o su técnica, aquel que es apreciado y respetado, y que, como consecuencia de la edad, o de no haber seguido entrenando con la debida diligencia, sabe que ya no es el mismo y evita mostrarse en público para que otros no le juzguen.
La Humildad es un valor inestimable del Karate, y es la piedra de toque de nuestro carácter en el Camino, la escala en la que se mide todo.
Si uno entrena Karate para superarse a sí mismo todo eso carece de importancia, porque sabremos reconocer el progreso en otros y las carencias en nosotros. Los grados jamás deberían ser solicitados por uno mismo.
Los grados deberían ser, en realidad, la oportunidad de ponernos a prueba y ver la opinión que los demás tienen de nuestro trabajo, no un fin en sí mismos, sino un medio para progresar. La concesión de un grado debería ser la constatación sincera que otros sienten por nuestros esfuerzos, no un motivo de orgullo o de presunción.
Corregir los defectos observados debería de ser mucho más importante que el grado que se nos otorgue.
Y ese es el Espíritu originario del Shiai 試合, que se traduce como Partido o Encuentro y que está formado por los kanjis 試す Tamesu, para probar, para demostrar, y合 Gō que se suele traducir por síntesis.
La frase que va a continuación refleja mucho mejor el espíritu de lo que Shiai es en realidad : あなたが降伏すれば、試合は終わった Anata ga kōfuku sureba, shiai wa o watta, que se traduce por : Si te rindes, el partido ha terminado.
Shiai, el espíritu que animo a los Maestros Tzujikawa y Nakayama cuando lo impulsaron, fue, precisamente, todo lo contrario en lo que se ha convertido. Shiai se constituyó para probarse enfrente de otros, para probar y experimentar técnicas y aprender y practicar principios. El Reglamento era muy estricto para evitar los accidentes, pero respetaba los criterios del Bujutsu que es el Karate.
Al modificar el Reglamento inicial se decidió caminar desde el Bujutsu y Budo cuyas características se quería respetar, hacia el Deporte que en su evolución las ha perdido. El Deporte del Karate tiene sus propias cualidades, nada desdeñables, pero, cuanto más evoluciona hacia las premisas deportivas, más de aleja del Karate Budo y mucho más del Karate Bujutsu. Y es lógico que sea así, porque sus fines y objetivos son diferentes. Lo que no es justo es tener atados a los practicantes del Karate Budo, al dominio y control de los Jerarcas deportivos. El Karate Deporte es un juego, mediatizado y protegido por un Reglamento muy restrictivo (y así debe ser por el bien de la integridad física y moral de los deportistas) , el Karate Budo es la Vida, con toda la crudeza que ello significa, y su fin es el de ser un buen luchador, un guerrero, con la capacidad de protegerse, gracias a sus habilidades marciales, a sí mismo, o a los más débiles en un mundo lleno de depredadores. Los objetivos son totalmente distintos y la palabra clave que los diferencia es : Irreparabilidad de las Acciones.
En el Deporte siempre habrá una segunda oportunidad para aprender de los errores cometidos, siempre habrá un árbitro que cuando nos zurran parará el combate y nos protegerá. En el Karate Budo no, cada acción cuenta, y los errores se pagan con la vida, porque el fundamento del Karate Budo es la realidad vital, no una realidad protegida y ficticia.
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