Reflexiones y más reflexiones, será que me hago viejo, bueno es lógico y seguro.
Pero, no obstante, igualmente pienso en lo que veo hoy y en lo que viví hace años. Y al hablar del “hoy” no lo estoy haciendo sobre los últimos dos o tres años, ¡¡¡¡¡no!!!!!, me refiero a no menos de tres décadas por lo menos. ¿Y qué es lo que veo?, pues que ahora se pronuncia pronto la palabra maestro, hoy casi cualquiera con 3 o 4 años de practica ya es llamado maestro. Recuerdo que, en mis principios, y seguro que en el comienzo de una buena cantidad de los que lean estas líneas, poder llegar a cinturón marrón era algo casi inalcanzable y se valoraba (tal vez sobrevaloraba, no lo voy a negar) de una manera increíble. Y claro, se estaba a las puertas del “shodan “y todo lo que eso representaba. Los tiempos cambian, y está bien, es más, estoy muy de acuerdo. Sin querer, en un principio no nos dijeron todo, y generalmente porque nuestros profesores tampoco lo sabían y estos, si, probablemente por omisión de sus maestros. Y me refiero a que el ansiado shodan, en su lugar de origen (llámese Okinawa o Japón) tenía un valor muy relativo. Ya que ellos si sabían que el cinturón negro solo era el comienzo del camino.
Igualmente pienso, sentado tranquilamente, escribiendo esta retrospección, que aquel tiempo tenía un cierto encanto. Entrenar duramente, cada día, cada año y saber que existía un premio a la constancia y al sacrificio. Que el cinturón negro solo dependía de la repetición una y otra vez de las técnicas básicas, cientos de veces por clase, sin preguntar, sin demostrar dolor, es más, agradeciendo el dolor que nos producía un entrenamiento que muchas veces no sabíamos a donde nos llevaba. Y porque no decirlo, sabiendo que una vez alcanzado, automáticamente nos ganábamos un “status” dentro de ese místico mundo nuestro del Karate de entrecasa. Pero también muy conscientes de la responsabilidad que involucraba.
El respeto (medio mezclado con un poco de miedo, porque no decirlo), se palpaba en cada clase, no había cuestionamientos, no había pausas. El sensei era sagrado y su palabra no dejaba lugar a dudas. Nadie, o casi nadie dudaba de la veracidad de lo que se nos decía (había muy poca información para contrastar). Muchos instructores (con mucha vergüenza) ni siquiera aceptaban la titulación de sensei, y te corregían duramente diciendo que solo eran senpai. También y como dije, había muchos errores de interpretación por un lado e ignorancia por otro. Pero gracias a aquellos primeros sensei “no orientales”, fuimos haciendo camino.
Aquella época media romántica nos fue formando y a nuestra manera y a los tropiezos nos hicimos fuertes de espíritu. Aprendimos a querer los que hacíamos, nos enamoramos de nuestra práctica. Hasta nos obsesionamos. Y el tiempo siguió pasando. Los que sobrevivimos a los primeros tiempos, menos del 90 por ciento de los que entraban, fuimos madurando y acompañamos algunos cambios. Conocimos a grandes Maestros, entrenamos con ellos (pocos superaban el cuarto o como máximo el quinto dan). Era todo muy solemne.
Y de aquella época y casi sin darnos cuenta pasamos a ver otra cosa. Un boom, una explosión mediática. Una corriente transformadora que no venía de oriente, sino que venía del norte. Pasamos de ver cinturones gastados (de verdad) y manchados de sudor, karategi cosido y recosido (que adorábamos por otra parte), a cinturones brillosos (gastados muchas veces contra la pared) y llenos de rayitas y uniformes que parecían armaduras y que en algunos casos estan tapados de escuditos. Alguien o mejor dicho algunos vieron algo que para muchos de nosotros era impensado. Es decir, apareció el Negocio, el comercio, la prostitución del grado por dinero y lo peor con la hipocresía que esconde a la dura y pura mentira.
Danes y más danes… Super maestros… Grandes Organizaciones… y decenas de nuevos estilos y escuelas.
Y esto último es justamente lo que siempre me he resistido a entender. ¿Será que quiero ser más realista que el rey? Puede ser. Pero siempre aficionado a la búsqueda, cada vez que leía algo sobre algún novedoso estilo de karate, la frase más repetida era: “…dada mi experiencia, he puesto en mi sistema lo mejor de todas las artes marciales que he practicado lo que lo hace muy completo ¿?”. Y en honor a la verdad, nunca supe que querían decir con eso. Yo siempre pensé y sigo pensando que practicar Karate me demandaría toda mi vida para llegar a dominar medianamente alguna técnica, y luego intentar pulirla y mejorarla hasta hacerla mia. Pero, y siempre ese maldito pero, cuando le ponía fuerza, le sacaba técnica, y si era al revés no llegaba a la potencia necesaria, y así un larguísimo etc.…. Y siendo así, como puedo intentar sumar técnicas de otras artes marciales. Pero no solo eso, cuanto más avanzo, practico y estudio, más cuenta me doy de las cosas que se esconden detrás de lo que a simple vista se muestra.
¿Claro que por edad y tiempo de dedicación bien podría crear el Balves Ryu, y quien me podría decir algo? Bueno, yo mismo me lo diría…y no me gustaría oír el disparate que me diría. Hay gente que a mi humilde criterio confunde modernismo con evolución. El Karate evoluciona constantemente, pero siempre a la sombra y protección de la tradición que encierra en sí mismo, cada día podemos mejorar nuestra interpretación de lo que nos legaron los grandes Maestros. Mi practica es la resultante de la evolución de mis maestros y así en una larga cadena, que, siempre a mi juicio, no necesita de modernismos tan absurdos como inaplicables muchas veces en la VIDA REAL..
Una vez alguien dijo que hay personas que prefieren ser “cabeza de ratón a cola de león”, y puede ser, no lo se. Lo que si creo que el Karate ha sucumbido ante el oprobio de la hipocresía. Y porque digo esto, por una sencilla ecuación: …como se puede hablar de superación, de humildad, de esto y de aquello y más bla, bla, bla…. Si lo que se propone es aumentar el Super ego. Porque hay razones para separarse de una orientación, sobre todo cuando generalmente existen problemas de conducción. Y eso lo acepto, es parte de la vida y del libre albedrio. Eso también es parte de la propia historia del Karate y de su evolución. Porque los que toman esta decisión están amparados por practica y dedicación. No inventan nada, solo son fieles a su Camino. Yo me refiero a los que ven en la separación una vía para ser “los primeros”, cuando en líneas generales no tenían cabida para ser otra cosa que un practicante más.
Tal vez no se me entienda, pero yo los invito a que lean las variadas publicaciones que existen y miren lo que hay ahí afuera. Y si quieren y pueden indaguen, busquen la historia que antecede a los creadores de las nuevas escuelas. Hay muchos que ponen en sus abultados curriculum que fueron alumnos de tal y cual maestro. Pero la realidad es que participaron de algún curso o fueron de paso por algún dojo. Y ni que hablar los que compran sus títulos para mostrar diplomas hermosos (los he visto, y hay algunos que me producen envidia, más bien parecen cuadros).
En fin, cada cual camina su vida como quiere. Pero en lo personal siempre respetare al que entrena con convicción, en el acierto o en el error (y en el bien entendido que yo no soy nadie para decir dónde está el error), dando todo y solo aspirando a buscar en su práctica diaria la búsqueda de la superación de si mismo sobre si mismo. Porque siendo así: EL CINTURON NUNCA VA A SER MAS LARGO QUE EL CAMINO.
24 noviembre, 2021
Muchísimas gracias Fernando por compartir esta reflexión. Es una gran verdad!… Estamos en el camino y hay que armarlo, es constante y no termina nunca. Yo llevo muchos años en la práctica y cada día me siento afortunada por lo que he recibido y sigo recibiendo de mis maestros. Un abrazo amigo compañero y maestro.