Un regalo
Feb12

Un regalo

Una vez vivió un gran guerrero. Aunque bastante viejo, él aún podía derrotar a cualquier retador. Su reputación se extendió a lo largo y ancho del país, y muchos estudiantes se reunieron para estudiar con él.Un día, un infame joven guerrero llegó a la aldea. Estaba determinado en ser el primer hombre en derrotar al gran maestro. Junto con su fuerza, tenía una inexplicable habilidad de notar y de explotar cualquier debilidad en un adversario. Esperaba a que su rival hiciera el primer movimiento, de esa manera revelando una debilidad, y después golpeaba con una despiadada fuerza y una velocidad de relámpago. Nunca, nadie había durado en un combate con él, más allá del primer movimiento.Muy en contra del consejo de sus preocupados estudiantes, el viejo maestro aceptó con mucho gusto el desafío del joven guerrero. Cuando los dos estuvieron en guardia para la lucha, el joven guerrero comenzó a lanzar insultos al viejo maestro. Tiró mugre y escupitajos en su cara. Por horas lo atacó verbalmente con cada maldición e insulto conocido por los hombres. Pero el viejo guerrero simplemente estaba parado allí, inmóvil y tranquilo. Finalmente, el joven guerrero se agotó. Sabiendo que había sido derrotado, se marchó, sintiéndose avergonzado.Algo decepcionados porque no luchó con el insolente joven, los estudiantes se reunieron alrededor del viejo maestro y le preguntaron. “¿Cómo pudo usted aguantar tal indignidad? ¿cómo lo alejó?”.“Si alguien viene darles un regalo y ustedes no lo reciben” contestó el maestro, “¿a quién pertenece el regalo?». Foto...

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Fuego

El maestro Zen Mu-nan sabía que no tenía más que un sucesor: su discípulo Shoju. Un día le hizo llamar y le dijo: – Yo ya soy un viejo, Shoju, y eres tú quien debe proseguir estas enseñanzas. Aquí tienes un libro que ha sido transmitido de maestro a maestro durante siete generaciones. Yo mismo he añadido al libro algunas notas que te serán de utilidad. Aquí lo tienes. Consérvalo como señal de que eres mi sucesor. – Harías mejor en guardarte el libro, replicó Shoju. Tú me transmitiste el Zen sin necesidad de palabras escritas y seré muy dichoso de conservarlo de este modo. – Lo sé, lo sé – dijo con paciencia Mu-nan. Pero aún así el libro ha servido a siete generaciones y también puede ser útil para ti. De modo que tómalo y consérvalo. Se hallaban los dos hablando junto al fuego. En el momento en que los dedos de Shoju tocaron el libro, lo arrojó al fuego. No le apetecían nada las palabras escritas. Mu-nan; a quien nadie había visto jamás enfadado, gritó: – ¿Qué disparate estás haciendo? Y Shoju le replicó: – ¿Qué disparate estás diciendo? Maestro: el guru habla con autoridad de lo que él mismo ha experimentado. Nunca cita un libro. Fuente: El canto del pájaro de Anthony de...

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Regalar la Luna
Jul03

Regalar la Luna

Un Maestro Zen con una forma muy simple de vivir, habitaba en un pequeña cabaña al pie de una montaña. Una noche, mientras el maestro no estaba en casa, un ladrón entró a la cabaña y se dio cuenta que no había nada para robar. El Maestro Zen volvió justo en este momento y encontró al ladrón. Dijo al extraño: – Has hecho un largo camino para visitarme – … y no deberías regresar con las manos vacías. – Por favor, toma mis ropas de regalo. El ladrón estaba asombrado, pero tomó las ropas y escapó. El Maestro se sentó desnudo, observando la luna. – Pobre hombre, murmuró. – Hubiera querido darle esta hermosa luna. Fuente: tradicional...

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Obediencia
Abr16

Obediencia

A las charlas del maestro Bankei asistían no solo estudiantes de Zen, sino personas de toda condición y creencia. Bankei no recurría jamás a citas de los sutras, ni se enzarzaba en discusiones escolásticas. Sus palabras le salían directamente del corazón e iban dirigidas a las corazones de sus oyentes. Sus largas audiencias acabaron irritando a un sacerdote de la escuela Nichiren, cuyos adeptos lo habían abandonado para ir a oír hablar del Zen. Cierto día, este egocéntrico sacerdote se encaminó hacia el templo donde disertaba Bankei, con el propósito decidido de entablar con él un duro debate. – Eh tú, maestro Zen, – gritó – Atiende a esto. – Quienquiera que te respete te obedecerá en cuanto digas … – .. pero un hombre como yo no profesa respeto alguno. – ¿Cómo puedes hacer que te obedezca? Bankei dijo: – Acércate a mi lado y te demostraré. Orgullosamente, el sacerdote avanzó entre la multitud hasta llegar al lugar ocupado por el maestro. Este sonreía: – Colócate a mi izquierda. El sacerdote obedeció. – No espera – se retractó Bankei. – Hablaremos mejor si estás a mi derecha. – Ponte aquí. El sacerdote se dirigió altivamente hacia la derecha. – ¿Lo ves? – observó entonces Bankei. – Estás obedeciéndome. – Y la verdad es que pienso que eres una persona muy dócil. – Ahora siéntate y escucha. Fuente: cuento tradicional...

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Tirar al blanco
Mar19

Tirar al blanco

Después de ganar varias competencias de tiro al blanco, el joven y presumido campeón, desafió a un maestro del Zen famoso por su habilidad como arquero. El joven demostró una habilidad técnica muy buena cuando impactó el centro del blanco en su primer intento. Su segundo tiro era igual de perfecto y dijo al anciano: – ¡Allí lo tiene! ¿Vea si puede igualar eso? Imperturbado, el maestro no sacó su arco. Le hizo un gesto para que lo acompañara a la montaña. Curioso sobre las intenciones del viejo, el campeón lo siguió, hasta que llegaron a un profundo abismo atravesado por un débil e inestable tronco. El viejo maestro caminó tranquilamente hasta el centro del frágil y peligroso puente, escogió un lejano árbol como blanco, sacó su arco, y disparó un tiro limpio y directo. – Ahora es su turno, – le dijo mientras regresaba distinguidamente hasta suelo seguro. El joven miró con terror el abismo sin fondo y no pudo forzarse a caminar sobre el tronco, ni menos disparar al blanco. – Usted tiene mucha habilidad con su arco, – dijo el maestro, notando el aprieto de su desafiante – pero tiene poca habilidad con la mente, que le deja aflojar el tiro. Fuente: tradicional...

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