Cuentan que, estando un maestro cerca de la ventana de su dojo observó, que un alumno suyo merodeaba en el exterior mirando al suelo, como buscando algo. Pasado un tiempo, y percatándose de que el alumno seguía en igual actitud, decidió preguntarle si podía ayudarle en algo. El alumno le comentó que no encontraba sus llaves y que su búsqueda no daba resultado, por lo cual el maestro se ofreció a ayudarle en la confianza de que entre ambos sería mas fácil conseguirlo.
Tras un tiempo de infructuoso esfuerzo, el maestro le pregunto donde le habían caído exactamente las llaves, a lo que el alumno contestó que “ en realidad las había perdido lejos, pero como allí esta muy oscuro había venido bajo la farola a buscarlas porque se veía mejor
Con cierta frecuencia nos ocurre que buscamos respuestas a nuestras preguntas allí donde nos parece mas familiar, mas cómodo o mas seguro buscarlas; sin darnos cuenta de que no es allí donde se encuentra lo que buscamos, deseamos o necesitamos.
Muchas son las personas que buscan hallar seguridad, confianza, o respeto en la práctica de las artes marciales, sin entender que las técnicas por si solas no conducen a ese «lugar mental» de autoconfianza y seguridad que supuestamente se anhela.
La seguridad total no existe, independientemente de los años de práctica y el nivel alcanzado. Esto es debido a que, para que se dé esa circunstancia, deberíamos encontrarnos en total ausencia de amenazas, de riesgos, de peligros y de daños. Pero todos esos elementos dependen del exterior, y como tal, escapan de nuestro control por lo que la incertidumbre no desaparece y lo mismo ocurre con la sensación de inseguridad. Esto nos obliga a mantener una actitud alerta (zanshin) para detectar el peligro con la suficiente antelación como para que la sola prevención haga innecesaria cualquier actuación posterior.
Por tanto, no es la seguridad lo que debiéramos colocar en nuestro horizonte de actitudes a desarrollar. Mas bien debiera ser la confianza en nuestras posibilidades, y esta viene determinada por la capacidad de enfrentarse a situaciones adversas, y también de superar rápidamente aquellas que han logrado hacernos daño.
A veces, cometemos el error de pensar que somos personas seguras y confiadas, pues aquello que acometemos habitualmente lo hacemos con una actitud ausente de duda o titubeo y con la convicción de lograr el éxito en la tarea. Sin embargo, esta sensación puede ser engañosa, pues estaríamos confundiendo seguridad con familiaridad. Nos estaremos resguardando inconscientemente en una zona de confort que nos hace sentirnos bien. Tendemos a hacer cosas que dominamos, y en donde el margen de error es pequeño lo que nos deja un sucedáneo de seguridad y confianza que en seguida se disipa en cuanto debemos enfrentarnos a situaciones poco comunes o desconocidas en las que nuestras habilidades no parecen tener transferencia. Es entonces cuando nos replegamos a nuestra zona de confort, justificándonos (como en la fabula de la zorra y las uvas) y no solo diciendo, sino pensando también que esos conceptos, experiencias, habilidades o no son interesantes ni nos interesan.
Es así como aparece el autoengaño que por definición nos aleja del autoconocimiento y como consecuencia de la libertad de elegir lo realmente necesitamos.
Dibujamos un espectro de la realidad acorde con nuestros presupuestos mentales y entrenamos pensando que los agresores y las agresiones van a producirse según unos parámetros que favorecerán nuestra salida airosa de la situación.
Así, las personas que trabajan en una distancia correcta, pensarán que el combate se producirá en esa distancia. Quienes están habituados a entrenar un grupo de técnicas concreto consideran que esas son las necesarias, útiles y efectivas, desconsiderando, cuando no ridiculizando, todas aquellas que no conoce o domina en un desesperado intento de convencerse de que lo que hace es lo mejor y que por tanto está en el camino correcto.
Aunque como vimos, la seguridad completa no existe, si que puede verse beneficiada con otros elementos paralelos a las habilidades físicas y marciales, como es el caso de la prevención, al disminuir las posibilidades y el riesgo de amenaza o agresión.
La confianza, por su parte depende mas de la provención, es decir de el aumento de recursos, de habilidades, de competencias que nos hagan desarrollar una autoconfianza capaz de afrontar los retos con unas ciertas garantías de éxito.
Se trata pues de una actitud, no solo ante las agresiones, sino también frente a los conflictos interpersonales y también a los problemas cotidianos que nos asaltan inebitablemente. Esa es la verdadera riqueza que debe proporcionarnos el entrenamiento. No solo la autoprotección física, sino el desarrollo personal.
Con frecuencia buscamos en las artes marciales seguridad, cuando ésta, en realidad está en el exterior y no podemos evitarla, como mucho minimizarla y prevenirla. La confianza por el contrario nos ofrece una nueva manera de comunicarnos con las agresiones, los conflictos, las dificultades y con nosotros mismos. Es un estado mental, en donde la derrota y el fracaso, no tienen cabida; y solo existen resultados y experiencias enriquecedoras que nos transmiten modelos de conducta a evitar (los que nos perjudican) y otros a reproducir (lo que nos favorecen) promoviendo con ello el transito en el camino (do) del autoconocimiento y por tanto en el de la superación personal.
Es la falta de autoconocimiento la que hace que nos centremos en donde hay luz, que no es otro sitio que nuestras habilidades y nuestras fortalezas (la técnica marcial), desarrollándolas en un compulsivo intento de perfección; que apenas nos saca de la insatisfacción o lleva a la frustración, pues la perfección absoluta, como la seguridad no existen.
Es necesario, en aras de un desarrollo integral mas equilibrado, centrarse en minimizar nuestras debilidades (oscuridad) , pues es allí donde con frecuencia están las soluciones y las respuestas a lo que buscamos. Esto es mas difícil, pues debemos asumir como premisa todo aquello negativo que hay en nosotros, centrándonos en su aceptación, para desde ahí comenzar el arduo camino de enfrentarnos a ello con humildad e ir consiguiendo pequeñas victorias. Estas nos elevarán por encima de donde estamos alejándonos de esa sensación de insatisfacción permanente que proviene de la búsqueda de perfección en lugar de la autosuperación.
Fuente: www.goshinkai.es
Foto: Hietaparta
16 diciembre, 2019
muy buen comentario, que nol me extraña, viniendo de quién viene, gracias por compartir