Introducción:
Cuando se trata el tema de la capacitación profesional es necesario remitirse a la fuente que da origen al mismo, en este caso la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Dicha institución, en 1998, definió la Capitación o formación profesional como «las actividades que tienden a proporcionar la capacidad práctica, el saber y las actitudes necesarias para el trabajo en una ocupación o grupo de ocupaciones en cualquier rama de la actividad económica».
De esa definición, a efectos del presente artículo, se cree oportuno rescatar los términos, por un lado: “capacidad”, “saber”, actitudes”; y, por otro; “trabajo”, “ocupación”. En ese sentido, se tratará el tema de las capacidades, saberes y actitudes que los instructores de artes marciales más priorizan dentro de su capacitación; y el nivel de pertinencia que esa decisión tiene, con respecto al trabajo y ocupación que realizan.
El primer paso a tener en cuenta en lo referido a la capacitación profesional, es tomar como referencia el curriculum, por ser el documento que integra el conjunto de influencias educativas que se hace llegar al alumno como parte de su formación, que fue definido por Pansza, m. (1996) como una: “serie estructurada de conocimientos y experiencias de aprendizaje, que en forma intencional se articulan con la finalidad de producir aprendizajes que se traduzcan en formas de pensar y actuar frente a los problemas concretos que plantea la vida social y la incorporación al trabajo.” De la misma manera, el primer momento del diseño curricular, se corresponde con el perfil profesional: “es una descripción de las características que se requieren del profesional para abarcar y solucionar las necesidades sociales.” En ese mismo sentido, los perfiles profesionales que en la actualidad más prevalecen son aquellos enfocados en el desarrollo de competencias, definidas éstas por Páez, V. (2004) como: “una configuración psicológica que integra diversos componentes cognitivos, metacognitivos, motivaciones y cualidades de personalidad en estrecha unidad funcional, autorregulando el desempeño real y eficiente en una esfera específica de la actividad, en correspondencia con el modelo de desempeño deseable socialmente construido en un contexto histórico concreto.”
Continuando con la lógica que permite establecer el marco teórico-metodológico que sustenta el análisis a realizar, se pasa a la identificación de competencias, que según Irigoin, M- Vargas, F., (2002) constituye el: “método o proceso que se sigue para establecer, a partir de una actividad de trabajo, las competencias que se ponen en juego con el fin de desempeñar tal actividad, satisfactoriamente.”. En ese caso, de acuerdo a la recopilación, cotejo y perfeccionamiento realizado por Haramboure, R.G. (2000); se proponen las siguientes competencias para el perfil profesional del instructor de artes marciales:
Personales: Estructura psíquica de cada individuo, la forma como se revela por su modo de pensar y expresarse, en sus actitudes e intereses y en sus actos. Son patrones duraderos de percibir, relacionarse y pensar acerca del ambiente y de uno mismo.
Cognoscitivas: Relación que se establece entre un sujeto (el que conoce) y un objeto (lo conocido), en la cual el sujeto capta mentalmente (aprende) ciertas propiedades del objeto.
Procedimentales: Referido al manejo de técnicas, métodos y estrategias que se aplican de acuerdo a una secuencia ordenada para conseguir una meta
Esas competencias que componen el perfil, a su vez, se componen de las principales capacidades.
COMPETENCIAS | CAPACIDADES |
PERSONALES | ACTITUDES: Se manifiesta mediante los hábitos de educación formal que demuestra. |
APARIENCIA PERSONAL: Se manifiesta mediante la forma de vestir, higiene y otros aspectos relacionados con su imagen externa. | |
RELACIONES INTERPERSONALES: Se manifiesta mediante las formas de interacción con otras personas. | |
COGNOSCITIVAS | INFORMATIVA: Se manifiesta mediante su dominio acerca de conceptos, hechos, clasificaciones y otros; tanto de su propia esfera (específicos) y de aquellas afines (complementarios), así como de cultura general (generales) que son necesarios para su actividad docente. |
PROCEDIMENTALES | METODOLÓGICA: Se manifiesta a través de la planificación y dosificación de las tareas inherentes al proceso docente educativo. |
ORGANIZATIVA: Se manifiesta en los procedimientos de dirección de la actividad, en relación con el tiempo, espacio y recursos. | |
OPERATIVA: Se manifiesta en las acciones concretas de manejo de equipos y otros medios por parte del docente. | |
COMUNICATIVA: Se manifiesta en la forma de verbalizar utilizada por el docente en su actividad, incluyendo la terminología general y específica, cadencia y tono de voz, entre otros aspectos. | |
DEMOSTRATIVA: Se manifiesta mediante el lenguaje corporal, general o específico, que el profesor emplea como medio de expresión en su actividad docente, así como la utilización de los medios audiovisuales que posea. | |
EDUCATIVA: Se manifiesta en el empeño constante del profesor en no limitarse solo a enseñar, sino al desempeño de una labor orientada a formar y educar a sus alumnos; más allá de los objetivos docentes de la clase. | |
INVESTIGATIVA: Se manifiesta mediante el papel que el docente desempeña como innovador o creador, que tiene como finalidad producir un nuevo conocimiento o forma de trabajo sobre la base establecida. |
Al analizar la tabla anterior se puede deducir y aspecto clave en la situación que nos ocupa, y es el hecho que la competencia procedimental es la que cuenta con mayor cantidad de capacidades, que se relacionan con los diversos procesos que debe dominar el instructor de artes marciales para cumplir eficazmente su labor diaria.
Una vez establecido el marco teórico-metodológico que sirve de base para el análisis de la situación que nos ocupa, se pasa a procesar la información recopilada.
Desarrollo:
Mediante la labor de capacitador, asesor y supervisor de instructores de artes marciales que ha realizado el autor en diversas partes del mundo por casi 25 años, ha podido interactuar con más de 6000 personas. En ese caso es necesario destacar que la gran mayoría de ellos están vinculados a la enseñanza a nivel de la base (academias y clubes), y que aproximadamente el 76 % de ellos no son profesionales, o son profesionales pero de especialidades ajenas al deporte o la educación. Al analizar esa muestra se pudo constatar lo siguiente:
Al contabilizar la cantidad de instructores que participan en los cursos, se observó que el 92 % de ellos se preocupan, y ocupan, en asistir a cursos de capacitación para mejorar su desempeño profesional. Esa información, inicialmente, resulta alentadora; pero desafortunadamente ese aliento se desvanece cuando, al detallar la información recopilada, en el total de instructores que participan en cursos de capacitación, se observa que:
- Existe un 7 % de instructores que por lo general no participa en ningún tipo de curso de capacitación. En ese caso, al no haber tenido contacto con ellos, se desconocen los motivos de su decisión.
- El 93 % de ellos participa en cursos relacionados con los aspectos técnicos de su especialidad marcial, refiriendo que lo necesitan tanto para enseñarlo a sus alumnos para torneos y exámenes de grado, así como para prepararse ellos mismos con vistas a sus exámenes de grado.
- De ese 93 %, el 12 % de ellos participa además en cursos de arbitraje. La mayoría de ellos lo hace con la intención de trabajar como árbitro en los torneos, y una minoría lo hace solo para dominar el reglamento y poder dirigir mejor a sus alumnos en los torneos.
- De ese 93 %, solamente el 2 % participa en cursos de capacitación científico-metodológica. En ese sentido, al preguntarle los motivos de su decisión a aquellos que participan en otros cursos pero no en éstos, las principales respuestas fueron que no lo creen necesario, o que afectan la dimensión tradicional de su especialidad marcial. Por el contrario, aquellos que sí participan en este tipo de cursos, refieren que son determinantes en su desempeño profesional, y aducen que se ofrecen muy poco al público.
Por si los números anteriores no ilustran bien la situación, se muestra la información de manera gráfica.
Conclusiones:
Al comparar la información recopilada con el marco teórico-metodológico anteriormente establecido, se observa que:
- Existe incongruencia entre las prioridades de capacitación establecidas por los instructores de artes marciales y la labor profesional que habitualmente realizan. Esa afirmación se concreta en el hecho que la mayor prevalencia de participación a los cursos de capacitación se relaciona fundamentalmente con aspectos técnicos de la especialidad marcial, que pertenece a la competencia cognoscitiva y consecuentemente a la capacidad informativa específica del perfil profesional, las cuales se relacionan más con el “saber” y “saber hacer”, que por un lado constituyen la fortaleza de los instructores (debido a que obligatoriamente tuvieron que transitar por muchos años previos de aprendizaje y perfeccionamiento de esos aspectos como practicantes),pero por otro lado no constituyen su función laboral, por cuanto lo que se espera de ellos no es eso, sino “saber enseñar”; lo cual no se incluye en ese tipo de cursos.
- Existe un desbalance en las prioridades de capacitación profesional en los instructores de artes marciales, que no permite una formación completa y limita su desempeño profesional. Esa afirmación se concreta en el hecho que solamente una minoría de ellos se preocupa por capacitarse en aspectos científico-metodológicos relacionados con la competencia procedimental, y las correspondientes capacidades metodológica, operativa, demostrativa, organizativa, educativa, investigativa y comunicativa; que de hecho, por un lado, son las más directamente relacionadas con la función que realizan, y , por otro lado, constituyen su debilidad profesional, por no haberlas recibido durante su proceso de formación como instructor.
Con respecto a los puntos anteriores merece la pena recordar que, para una adecuada formación profesional, es imprescindible desarrollar armónicamente todas las competencias y capacidades que componen el perfil, ya que solo de ese modo se puede garantizar el efectivo, eficaz y eficiente cumplimiento del encargo social (labor profesional) que la persona realiza.
Recomendaciones:
Debido a la poca aceptación de las capacitaciones científico-metodológicas en el contexto de las artes marciales, ya sea por desconocimiento o por conocimiento equivocado; se recomienda a las instituciones marciales (que no lo hacen) que:
- Promuevan un proceso de sensibilización de sus instructores para romper el paradigma existente con respecto a esas capacitaciones.
- Organicen capacitaciones de ese tipo, para que sus instructores puedan completar su formación profesional, fundamentalmente haciendo énfasis en las competencias y capacidades más directamente relacionadas con su función, y que por demás constituyen su debilidad.
De ese modo las competencias y capacidades identificadas en el perfil profesional serían adecuadamente normalizadas, evaluadas y certificadas; lo cual trae como consecuencia que se aporte al mercado laboral unos instructores que puedan garantizar un mejor desempeño en su labor diaria, para el bien de ellos, de sus alumnos, de la sociedad, y del arte marcial en sí misma.
No quiero terminar el artículo sin declarar que, como siempre, si me detengo en los aspectos negativos que se presentan en las artes marciales, no es con la intención de desacreditarlas ni desvalorizarlas; por el contrario, mi intención es contribuir a que sean cada vez mejores; ya que, en agradecimiento a ellas, estoy haciendo por ellas, lo que en un momento ellas hicieron por mí.
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