VIII. La profundidad del Tsuki
Voy a exponer cómo las diferentes técnicas de karatedo ayudan a equilibrar y armonizar nuestra cotidianidad a través de la práctica, el entrenamiento y la disciplina.
Empezaré con una técnica fundamental dentro de nuestro arte: Tsuki.
Tsuki tiene el significado de atravesar, penetrar, pinchar, llegar al fondo… Hay varias alternativas a la hora de utilizar Tsuki, entre otras, está gyaku tsuki, oi tsuki, tate tsuki etc. En sus distintas variantes es un ataque contundente, de mucha potencia y, con precisión, puede ser fulminante.
Desde la perspectiva física, como maestros, cuando enseñamos el tsuki en el dojo a nuestros alumnos les debemos enseñar qué es llegar al fondo, dejar KO a alguien o ayudarle a descubrir su naturaleza real. Esto no puede ser resuelto mediante la razón o el intelecto, sino a través del no pensar, a través del cuerpo. Escuchar el silencio del cuerpo es el camino que nos lleva a la profundidad del tsuki sin discriminaciones.
Voy a centrarme en la técnica de Gyaku tsuki. Todos sabemos que esta técnica de puño es un ataque directo, en el que se utiliza el brazo contrario a la pierna avanzada, generalmente en la posición de zenkushu dachi, posición avanzada, de ataque, profunda. Para hacer un gyaku tsuki con efectividad, no solo dependemos del brazo, del antebrazo y del puño. Hay otras herramientas en nuestro cuerpo que nos ayudan a mejorar y perfeccionar la técnica del gyaku tsuki: la fuerza, la potencia, la movilidad, la agilidad y la precisión. Y por supuesto la acción de la cadera y sus ayudantes.
El buen asentamiento del tobillo trasero para generar desde ese punto la fuerza centrípeta hacia la rodilla y generar así la potencia de la cadera, equilibrando el centro de gravedad y asentando la energía desde el tándem hacia el impacto. Esta es la actitud justa que el cuerpo debe adoptar y condicionar para que el tsuki sea lo más efectivo y preciso a la hora de golpear. Así es como conocemos las técnicas de karate en su forma, pero estamos ignorando el aspecto no-tsuki. Quiero decir, que, aunque la ejecución sea lo más correcta posible dentro de las posibilidades de cada uno, el aspecto no- forma no está. Solo pensamos en la efectividad de este tsuki, que la tiene. Un tsuki nos debe descubrir la profundidad de las cosas, la realidad de ellas a través de la intuición y ver que esta realidad siempre ha estado ahí, solo que no la hemos percibido debido a nuestra ignorancia.
El tsuki nos lleva a lo más profundo de nuestra existencia, donde todo está en equilibrio y armonía. La falsedad no nos deja ver lo falso, solo vemos el aspecto de la forma y ésta es sin sustancia. Atendemos a poner bien el puño, a dar con los kentos, a girar correctamente la cadera, a potenciar las habilidades corporales… Todo esto está bien y es necesario para que nuestro arte se vea y guste, pero el karatedo no necesita ser gustado, es íntegro.
Nuestra disciplina es mucho más que un deporte, más que una competencia, más que un arte, más que bonito o feo. Está más allá de cualquier etiqueta y está en nuestro interior, aquí, en este momento. En lugar de profundizar en la propia técnica nos cansamos de hacer siempre lo mismo y nos movemos en distintas direcciones y esto nos aburre, con lo cual no es el verdadero karatedo. Si te aburre hacer millares de veces tsuki, dedícate a otra actividad más entretenida. Pero si te entregas por completo a la ejecución del tsuki, todas las demás técnicas de karatedo serán realizadas sin realizarlas. Esto es lo que quiero decir cuando digo silenciar el cuerpo. Cuando las técnicas son automáticas y naturales la acción es pura. Siendo el desapego real.
Cuando el tsuki es uno con la acción, nuestro verdadero ser se actualiza continuamente, donde el pensamiento y el no pensamiento no hacen presencia, donde la acción sale sin el pensar. Hablo de la vía que nos conduce a través de este medio, encontrándose con otros medios con la verdad absoluta, la paz total: Zazen
El Karatedo es como el instante, permanece escondido, solo la plenitud de la consciencia revela y sabe qué es.
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