VI. Hacia dónde
Voy a exponer desde mi punto de vista hacia dónde nos llevan las técnicas de karate. Aun sin darnos cuenta ellas hacen su función, aunque no seamos conscientes de ello. A causa de esto, no vemos la realidad completa de las mismas, solo una parte de ellas. El cuerpo, su lenguaje, constantemente nos hablan desde el silencio. Como nos hablan sin palabras, no lo comprendemos y utilizamos nuestra mente para seguir la corriente de nuestros pensamientos, ideas y emociones transitorias sobre las técnicas que hacemos, las cuales en muchas ocasiones nos dominan. Y si nos dominan no podemos percibir la realidad de las mismas, solo una parte de ellas, con lo cual puede haber falta de equilibrio y armonía en nuestra práctica.
Solo enfocamos nuestros entrenamientos principalmente en el fortalecimiento del cuerpo para hacerlo más veloz, más hábil, más resistente, más fuerte. Pero algún día, este cuerpo desaparecerá y este karate no nos ayudará a asumirlo, dando origen al sufrimiento por esta verdad no asumida. Es por esto que digo que es una práctica incompleta. El karatedo es algo más que una actividad física y de autodesarrollo personal. Si se practica con diligencia, concentración y sin expectativas, se aclara nuestra mente, haciéndola fuerte y viviendo nuestra práctica felizmente en nuestra naturaleza real. Esto es revelarse, realizarse a sí mismo. Desde esta perspectiva, todo karateka debe terminar en la práctica del “Do”, la vía, para completar y realizar la verdad del propio “Do”. Y no casualmente tenemos un valioso método para ello: el entrenamiento de zazen. De lo contrario no es la verdadera práctica, no es el verdadero “Do”.
Si solo nos dedicamos a trabajar con el cuerpo no percibiremos que la mente también se está fortaleciendo y podemos caer en la debilidad y la confusión. Esto ocurre al caer en la distracción y la falta de atención, solo nos inclinamos por el entrenamiento del cuerpo, obviando la unidad que es cuerpo-mente. Debemos saber que el karatedo tiene herramientas para equilibrar y armonizar nuestra existencia por completo. No debemos dividir el cuerpo y la mente. No les podemos separar. Son indivisibles. Donde uno está, está el otro. Donde está el otro, está el uno. Si lo hiciéramos caeríamos en el error, el desequilibrio y la arrogancia, caminando confundidos por el valle de la calamidad.
El karatedo es una fuente preciosa, llena de agua pura y fresca, que nos ayuda en situaciones complejas manteniendo la calma y en momentos de alegría estando con ella. No debemos seguir la corriente de las emociones, sentimientos y pensamientos, para que esta agua no se contamine y así vivir en paz independientemente de nuestra situación.
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