V. Karate deportivo competitivo
El karate competitivo es una de las ramas de nuestro karatedo al que debemos prestarle nuestra máxima atención para equilibrar y armonizar nuestra práctica. Puesto que es una rama, no debemos darle a la rama tanta importancia como para que cambie el norte de la verdadera práctica, sino, que en toda situación y circunstancia, debemos ser plenamente conscientes de lo que hacemos y decimos con respecto a la rama competitiva.
Permaneciendo siempre en el origen de nuestra práctica-entrenamiento del karatedo. No debemos perder el norte, tenemos que permanecer firmes en el tronco. De lo contrario, la arrogancia del no saber estar, del no saber ser, nos complicará nuestra existencia e iremos perdidos y confusos tras las cosas, no siendo estas reales, en lugar de parar y dejar que las cosas fluyan naturalmente.
Es muy difícil saber competir, y ser campeón es extraordinariamente complejo. Y es de un mérito incalculable. Pero tenemos que ser firmes en nuestra genuina práctica, ser verdaderos campeones de la conducta y modales que nuestro arte nos transmite. Un campeón no es campeón, aunque lo sea, si no se vacía de su propia mente de campeón.
Un verdadero practicante de karatedo puede competir y olvidarse de la competición, de los resultados y ser o no ser campeón sin verse afectado por esta circunstancia, siguiendo impregnado de este maravilloso y extraordinario arte vivencial. Sin embargo, un competidor de la práctica de karate tiene muchas opciones de abandonar esta maravillosa vía obteniendo o no los resultados deseados, generándole frustración e insatisfacción. La verdadera práctica no termina. Siempre es fresca, nueva y genuina.
Miren, el esfuerzo de todos logra un campeón y el campeón hace esforzarse a todos, no pueden estar separados. Debemos ser ecuánimes con este hecho. Lo sustancial del karatedo es que no termina con el entrenamiento, como cualquier otro deporte, sino que cuando termina el entrenamiento empieza su práctica. Es esta diferencia lo que le hace interesante con respecto a cualquier otro deporte.
El karatedo es un arte de concentración, observación y atención. El karatedo no utiliza la concentración para conseguir subir un escalón de fama, o prestigio… La concentración en nuestro arte se basa en ser plenamente conscientes de cada instante. Entonces si compites y ganas estás en paz. Si compites y pierdes estás en paz.
No hay expectativas por ganar y no hay desilusión por perder, hay paz en ambas situaciones. Lo interesante de nuestro arte es el no provecho de nuestras acciones. Miren, en la competición, para un entrenador el gesto de un árbitro a favor de su alumno, aun siendo injusto, es algo bueno. Sin embargo, el mismo gesto para el competidor y entrenador contrario es algo desacertado. Pero, en realidad, la acción del árbitro no es a favor o en contra, ni buena ni mala. Simplemente es. El respeto es el no respeto al mismo tiempo. Nuestro arte debe servirnos para saber equilibrar y armonizar las decisiones existenciales y vivir plenamente satisfechos.
Nuestro arte está potencialmente en expansión, siempre fresco. Es amplio como el gran cielo. En mi opinión, todo artista marcial tiene que desembocar en la práctica de la vía del zen y el entrenamiento de zazen. Algunas personas denominan el karatedo como el zen en movimiento…, y no les falta razón. Aun así, deben terminar en la práctica de la vía del zen y su método: zazen. Por supuesto que se puede practicar karate sin la práctica del zen. El zen es amplio, acepta e impregna todo lo que pasa y no pasa a su alrededor. Es como el gran cielo donde todo fluye sin discriminación.
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