Un aspecto que divide a los maestros y practicantes de karate (al igual que del resto de las artes marciales) del mundo, es que algunos lo asumen como arte un marcial tradicional, reconociéndose como de la “vieja escuela”; y otros un como deporte de combate moderno, identificándose como de la “nueva escuela”. Al analizar cada una de esas “escuelas” se observa que, como toda obra humana, ambas cuentan con sus respectivos aciertos y errores.
En el caso de la “vieja escuela”, desde el punto de vista de los aciertos, se constata (de manera general) un marcado énfasis en la educación en valores y desarrollo de la personalidad de sus practicantes, así como una mayor orientación hacia los aspectos internos de su vida como ser social. Desde otro punto de vista, relacionado con los errores, se constatan deficiencias teórico-metodológicas en la selección y dosificación de las cargas de trabajo, que además de limitar los beneficios esperados en ese sentido, pueden llegar a ser perjudiciales para la salud psico-fisiológica de los practicantes.
En el caso de la “nueva escuela”, desde el punto de vista de sus aciertos, se constata que (de manera general) existe un mayor bagaje de conocimientos teórico-metodológicos que propician una adecuada selección y dosificación de las cargas de trabajo a aplicar, y consecuentemente aportan un mayor beneficio en ese sentido, así como una mayor garantía a los efectos de la salud; pero, en lo referido a sus errores, muchas veces se eliminan (o minimizan) diversos aspectos dentro de la preparación.
Sin embargo, al analizar las concepciones de la preparación del karate emitida por múltiples autores pertenecientes a diversas partes del mundo, y comprendiendo un intervalo de tiempo desde 1836 hasta 2009, se pudo constatar que, de un modo u otro, todos los autores consultados coincidían en plantear que el entrenamiento se compone de la dimensión física, técnica, táctica y teórico-psicológica (shutai undo). En el caso de la preparación teórico-psicológica, a su vez, se incluye el trabajo educativo, orientado a fomentar una personalidad adecuada de los practicantes, tanto dentro como fuera del ámbito competitivo. Asimismo, dentro de los factores complementarios del entrenamiento (hojo undo) se incluye los procedimientos para promover la salud y potenciar el funcionamiento del organismo.
Sobre la base del análisis anterior puede concluirse que los aciertos (o aspectos positivos-fortalezas) de cada una de esas “escuelas”, existen por coincidir con parte de los postulados que determinan el proceso de preparación de los karatekas. En el caso de los errores (o aspectos negativos-debilidades) de cada una de esas “escuelas”, existen porque discrepan con parte de los postulados que determinan el proceso de preparación de los karatekas, lo cual muestra (voluntaria o involuntariamente, consciente o inconscientemente) un desconocimiento, o incomprensión, de los mismos, que provoca una limitada visión, y uso, del karate. En ese sentido, en relación con la “vieja escuela”, las principales deficiencias encontradas constituyen la utilización de algunos ejercicios que están contraindicados desde el punto de vista bio-psico-pedagógico, así como su dosificación (que muchas veces se realizan hasta el rechazo). Esa situación obedece a que, por un lado, en el momento que surgió esa “escuela” no se dominaban las ciencias que rigen el funcionamiento del organismo y las mejores maneras de potenciarlo; y, por otro lado, por el paradigma que rige a esa “escuela” como una concepción estática que mayormente se tiene con respecto a la actividad a realizar sin variación en la forma de pensar y actuar.
En relación con la “nueva escuela”, las principales deficiencias encontradas constituyen la insuficiente atención al trabajo educativo y a otros aspectos internos relacionados con la personalidad y el organismo del practicante, por pensar que no son útiles para el contexto deportivo (lo cual es un error porque están determinados en el proceso de preparación), lo cual, además de limitar su desempeño deportivo, limita la influencia del karate en otras áreas del ser humano a las cuales puede beneficiar.
Finalmente, si se tomaran como referencia los postulados que determinan el proceso de preparación de los karatekas en toda su magnitud, y sobre esa base se trabajara con una visión amplia de un karate en el cual se desarrollen de manera eficaz y segura todas las dimensiones del ser humano, sin importar si participa en campeonatos o no; en primer lugar, los practicantes se beneficiarían mucho más y mejor, y, en segundo lugar, ya no habría necesidad de hablar de la vieja escuela”, ni la “nueva escuela”, sino de “la escuela” de karate.
La información al respecto existe. La demostración práctica de su validez también. La pregunta es: ¿estamos dispuestos para asumirlo?
2 mayo, 2020
Gracias por el escrito, coincido en lo expuesto pero me gustaría indicar algo. Ciertamente las dos vertientes tienen, como todo, partes positivas y negativas, pero si lo vemos desde otras perspectivas diferentes a los métodos de entrenamiento o a la parte interior, ambas «escuelas» se encuentran bastante distantes. Por ejemplo, las técnicas practicadas en la «vieja escuela» van encaminadas a salvar la vida, o al menos a la defensa personal, por ello no sólo se entrenan bloqueos y golpes, sino técnicas que hacen del Karate un arte marcial muy completo. En la «nueva escuela» de poco sirven luxaciones, estrangulaciones, proyecciones, inmovilizaciones, etc. ya que no se pueden aplicar en competición. Entrenar de manera eficiente todas esas técnicas, hasta interiorizarlas y que salgan como acto reflejo, conlleva mucho tiempo. Dicho tiempo no puede dedicarlo fácilmente el atleta deportivo, pues su camino necesita que se entrenen otros aspectos necesarios para la competición, que igualmente necesitan mucha dedicación. Amalgamar en ese sentido las prácticas de ambas escuelas me parece difícil.