2. 含胸拔背 (hán xiōng bá bèi) Hundir el pecho y estirar la espalda
Seguimos con la serie dedicada a los diez puntos esenciales para la práctica del TCC según Yang Chenfu.
Este punto sigue en la categoría de los dedicados a la estructura corporal. Es otro de esos requisitos indispensables, entre otras cosas para conseguir poner en práctica con éxito el primer punto.
Al pedirnos que “hundamos el pecho”, lo que nos refieren es que adoptemos una postura relajada a nivel del pecho. Vamos, que podemos dejar de lado la pose “legionaria”.
Cuando “sacamos pecho”, suceden varias cosas que no nos convienen. La primera y más obvia, es que tanto nuestro torso como nuestra cara resultan más accesibles a los golpes del rival.
Otro punto negativo es que “sacar pecho” precisa un cierto uso de la fuerza, no mucho, pero si algo que además nos hace más lentos y frena nuestro cuerpo a la hora de movernos, evadir y/o atacar.
Adoptar este tipo de postura nos obliga a utilizar una respiración pectoral, que es de entrada, más llamativa y que nos delata ante el rival. El momento de mayor vulnerabilidad del cuerpo es justo en el momento en que hemos terminado de espirar y vamos a empezar a inspirar. En ese preciso momento, el del cambio entre espiración e inspiración, cuando nuestros reflejos, capacidad de reacción y de movimiento se ven increíblemente reducidos. Darle al rival una pista sobre esto, es una grave negligencia.
A nivel anímico, esa postura propicia sentimientos de osadía, valentía y temeridad, a la vez que un cierto grado de agresividad. Cualidades que pueden ser muy valiosas cuando hablamos de valor y disciplina militar, para afrontar el peligro sin miramientos, pero que por el contrario, son muy poco recomendables cuando el objetivo es preservar nuestra integridad física.
Esa postura del torso y la respiración pectoral, generan una cierta elevación del centro de gravedad y una fácilmente perceptible pérdida de estabilidad y de la habilidad para enraizar.
Hundiendo el pecho, que no es otra cosa que “no sacar pecho”, por el contrario, tenemos una sensación de recogimiento corporal, que disminuye la sensación de vulnerabilidad, propiciamos que la respiración se realice de forma abdominal y facilitamos la coordinación de los movimientos, especialmente entre la parte alta y baja del cuerpo. Fomentamos la sensación de ligereza que se buscaba en el primer punto. Mejoramos la coordinación entre las partes alta y baja del cuerpo, facilitando que se produzca una sensación de conexión, que a su vez permite movimientos más coordinados que en su contraparte “osada”, mejorando también la capacidad para enraizar. Quiero insistir en el hecho de que no se trata de hundir el pecho de forma forzada, simplemente, evitamos “sacar pecho”.
“…elevar la espalda“, tiene varios matices. En primer lugar es una consecuencia natural de hundir el pecho. Al hacerlo, sobre todo si lo combinamos con el quinto punto “Hundir hombros y bajar codos” generamos una sensación de expansión en la columna, que asciende hacia arriba, hacia la cabeza, y que se expande a la vez hacia abajo, en la zona del sacro e incluso hasta los pies, surgiendo un par de fuerzas opuestas en nuestro cuerpo que lo conectan con todas sus partes. Podemos decir que este punto es fundamental para conseguir cumplir con el primero de “estirar la columna”.
Por otra parte, tenemos la teoría de los “3/5 arcos”. Esta teoría dice que todo el cuerpo debe estar conectado y para ello se inspira en la figura de un arco. El primer arco sería el formado por los brazos, que según escuelas sería un solo arco o dos, si consideramos cada brazo por separado. El segundo arco sería similar a éste, formado por las pierna, y de nuevo se puede considerar que hablamos de uno o de dos arcos . El tercer arco, que es el que nos interesa en este punto, es el formado por la columna vertebral.
En la parte superior de nuestro “arco” tenemos la cabeza, en la inferior, el sacro y coxis. La parte media de ese arco, estaría formado por la vértebra dorsales.
Un arco sin cuerda, ni tensión, es un simple palo, pero una vez que el arco tiene cuerda y es tensado, acumula una poderosa energía potencial elástica. cunado elevamos la sensación de la coronilla y hundimos el sacro, generamos la tensión en nuestro arco de la espalda. Esto equivale a “colocar la cuerda en nuestro arco”. Al tensar la cuerda, el arco se doble, no en un punto como una bisagra, sino a lo largo de toda su longitud, intensificando la sensación de tensiones opuestas. Estiramos hacia arriba la cabeza, hacia abajo el sacro y al hundir el pecho y “elevar la espalda”, incrementamos la tensión del arco de la espalda, del mismo modo que si tirásemos de la cuerda.
Si volvemos al ejercicio de “colgar del cuello” que vimos en el artículo sobre “estirar la columna” (primer punto de Yang Chenfu) e intentamos “bajar el sacro”, llega un momento en que alcanzas el límite de movilidad. Pero si ahora “hundes el pecho y elevas la espalda” se comprueba que el sacro se puede hundir aun más, extendiéndose ese límite de movilidad de forma notable.
¿Y todo esto para que vale?
Tal y como hemos explicado, este principio afecta directamente a la conexión entre las distintas partes del cuerpo, mejorando por lo tanto la capacidad para utilizar el cuerpo. Pero hay un efecto sorprendente que se da al utilizar simultáneamente los puntos 1,º, 2º y 5º, pero en especial enfatizando en estirar la parte baja de la columna.
Si nos encontramos practicando tuishou con un compañero, pide, mientras colocas tu brazo en la posición de “peng, que apriete con sus dos manos sobre tu brazo. Ahora vamos a encontrar su centro y atacarlo. Existe un método simple, fácil y extremadamente eficaz para conseguirlo. Simplemente, mientras aguantas, expande la parte baja de tu columna, (primer punto) y hunde pecho y eleva la espalda (segundo punto). Nada más, solo “espera”. Al hacer esto, de forma inmediata, el compañero siente que su raíz se rompe, pierde el equilibrio y a nosotros se nos revela de forma clara donde está su centro y sobre todo, la dirección en la que ha perdido el equilibrio.
Es un método que funciona y que simplifica enormemente el saber “donde está el centro del oponente”. Porque en realidad, ya no hace falta “buscarlo, sino que “aparece” por si mismo.
¿Y como se entrena?
Se entrena en cada momento y con cada elemento de tu práctica. Lo puedes (y debes) entrenar practicando forma, tuishou, posturas fijas, qigong, jibengong…. Pero hay un pequeño “truco”. No intentes practicar todos los puntos a la vez, simplemente, no conseguirás realizar de modo correcto ninguno. Céntrate en un punto solamente cada vez que entrenes. Si vas a practicar tu forma y quieres prestar atención al segundo punto, haz solamente eso, fijar tu atención en cumplir con el 2º punto en cada instante. Ya aviso, que no lo vas a conseguir en todo momento más que en raras ocasiones en que te hayas levantado especialmente inspirado… Pero cada minuto de entrenamiento sobre éste o cualquier otro punto, va sumando “horas de vuelo”, de modo que el cuerpo aprende, y sin necesidad de atención consciente, se termina ciñendo a los mismos de un modo “automático”.
Trabajando de este modo, entrenas de forma activa el punto en el que prestas atenciń y de forma “pasiva” todos los demás, sobre todo si ya los has entrenado activamente en el pasado.
Intenta conscientemente mantener su permanencia mientras practicas con un compañero, aplicaciones, Tuishou, Dalu, Sanshou, aplicaciones…. Haz que sea este el foco de tu práctica y no la técnica en si misma. Que la técnica sea el vehículo, la escusa, que utilizas para entrenar estos puntos y no el elemento principal.
Entrena así por un tiempo y lo más probable es que lo hagas así ya de por vida cuando sientas sus beneficios,
26 mayo, 2018
Esto es para estudiarlo detenidamente. OSS.