Muy a menudo hay una gran confusión sobre la japoneidad o no del Karate.
No paro de estudiar la Historia del Karate desde hace muchos años, lo cual me llevó a ser, junto con Juan Bish que fue quien despertó en mi tal interés, Profesor de Historia y Filosofía del Karate en la Escuela Nacional de Preparadores de la Federación Española, el otro gran especialista era Hermenegildo Camps, qepd. Aunque compañeros como Salvador Herráiz, y otros, hayan realizado una labor encomiable de divulgación y explicación a lo largo de los años.
Y, en los últimos años, se han dado avances muy significativos gracias a personas que, hablando y escribiendo japonés, han buceado en archivos y periódicos antiguos buscando documentos sobre ello. Como Patrick McCarthy, Andreas Quast, Mario McKenna, Joe Swift, Clarke, Bishop, y otros más cuya cita llevaría mucho tiempo y que, seguramente, olvidaría nombrar a alguno.
También, obviamente, la apertura y acceso a documentos y archivos originales de los diferentes Estilos de Quanfa chino, principalmente en la Provincia de Fujian.
Eso ha permitido, gracias a la tradición que ordenaba tener registrado a cada discípulo formal, saber quien y que aprendió en China.
Permitaseme decir y contradecir a una afirmación usual al respecto : El Karate de Okinawa no es un Arte Marcial Japonés, no lo fue nunca.
Durante los años previos a la Segunda Guerra Mundial, yo diría que desde principios del SigloXX, hubo partidarios pro-japoneses en Okinawa que intentaban que el Karate tuviera su protagonismo como ayuda al esfuerzo bélico de Japón. Como también hubo partidarios de la conexión China.
Nadie en la Historia del Karate de Okinawa fue nunca al Japón para aprender Karate, sin embargo si que fueron muy numerosos los ejemplos de los que fueron a China para ello.
Habría que distinguir esencialmente entre personas de la Nobleza y la Clase Guerrera que si que viajaron a Japón en numerosas ocasiones para aprender Kenjutsu de la Escuela Jigen Ryu en Satsuma, como Sokon Matsumura y Anko Azato que aprendieron Jigen Ryu con el Maestro Ijuin.
Pero, ambos eran oficiales del Gobierno que estaba sometido al Clan Shimazu de Satsuma.
Y también viajaron a las correspondientes Academias Militares del Norte de China, en Pékin, como es el caso conocido de Matsumura, Sakugawa, Aragaki, o Nakaima.
La tradición dice que, como consecuencia de las numerosas guerras y enfrentamientos feudales que tenían lugar en Japón, algunos distinguidos Samurais emigraron hacia el Sur, hacia el Reino de Ryukyu, en busca de refugio y mejores tiempos en los que volver a Japón.
La leyenda dice que el famoso guerrero Miyamoto no Yoritomo realizó ese periplo, que caso con la hija del Señor de Urazoe y que su hijo Shunten dio lugar a la más importante Dinastía unificadora de los Tres Reinos de Nanzhan, Chuzhan, y Hokuzhan.
Se supone que las técnicas de Jujutsu y Kenjutsu enseñadas a los guerreros de Ryukyu cercanos al Palacio Real son las que dieron origen a las llamadas Gotente o Técnicas del Palacio, celosamente guardadas de generación en generación.
Sea como sea, siendo Okinawa un auténtico hub comercial con numerosos contactos en toda Asia, y un excelente fabricante de espadas muy apreciadas en aquel tiempo, es de suponer que recibió numerosas influencias de diferentes Sistemas de Combate asiáticos.
Eso, esa amalgama de técnicas de diferentes orígenes es lo que se llamaba Ti u Okinawa Te.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que, en la propia Okinawa había un centro de cultura, tanto civil como marcial, de origen Chino, en Kuninda o Kume Mura. Ese centro irradiaba influencias de todo tipo, y en diferentes habilidades y tecnologías, hacia todo el Reino, y estaba allí desde el establecimiento de relaciones de vasallaje del Reino de Ryukyu con la Dinastía Ming del Imperio de China.
China era el gran Protector del Reino de Ryukyu, y eran numerosas las misiones diplomáticas, también de asistencia militar, comercial, tecnológica, etc, etc, que visitaban Ryukyu desde allí, no sólo de las Provincias cercanas, sino también desde la Corte de Pekin . También fueron enviados numerosos Ryugakusei, o becarios,pertenecientes a las mejores familias de Okinawa, a China para estudiar. Es de suponer la enorme influencia que eso tuvo.
Así es que, por esa razón, China, su Quanfa,y sus técnicas marciales, fueron la influencia primaria de las Artes Marciales de Okinawa y, por esa razón, el Arte Marcial de Okinawa se denominaba con los kanjis correspondientes como Tode, siendo el primer ideograma To, el habitualmente utilizado para denominar a la Dinastía Tang de China, y por ende a la propia China. Por lo tanto, el Arte Marcial de Okinawa se denominaba como La Mano de China, o, si entendemos que el ideograma Te o Shou va más allá de la propia mano, en el sentido de Técnicas o Sistema, mas en la línea del ideograma Fa, como en Quanfa. Las Técnicas de China o Tang Shou.
No hay posibilidad alguna de caer, hoy en día, en aquella fiebre nacionalista que llevó a intentar borrar, en aras de la política, cualquier rastro de origen Chino en el Karate.
Sería embarazoso y burdo negar el hecho de la enorme influencia en el desarrollo del Karate de personas como Kanryo Higaonna, Kanbun Uechi, Nakaima, y otros muchos, que viajaron a China para aprender Quanfa y que volvieron para propagar sus enseñanzas, además de los Maestros chinos que enseñaron en Okinawa, como Wu Xian Hui, Tang Dai Ji, y otros silenciados por la postura oficial.
El Karate era útil al esfuerzo militar, y debía ser japonés, debía ser un Gendai Budo, un Budo Moderno del Moderno Japón. Y así se trabajo para ello, esencialmente gracias a Itosu y sus alumnos, muchos de ellos miembros del Ejército Imperial como Kentsu Yabu y Chomo Hanashiro.
El Karate se introdujo en Japón de forma oficial gracias, esencialmente, a Jigoro Kano el Fundador del Judo.
Y, desde su introducción por el Maestro Funakoshi, datos poco conocidos, demuestran que fueron numerosisimos los Maestros de Okinawa que emigraron a Japón para buscar trabajo, como Kanbun Uechi, además de Mabuni, Miyagi, Motobu, etc.
Hay Estilos de Karate no tan famosos como los primitivos Shotokan, Shito Ryu, Goju Ryu, Wado Ryu, o Kyokushinkai,o Shindo Jinen Ryu, que provienen de esas enseñanzas, casi discretas, de los trabajadores Okinawenses que emigraron fundamentalmente a la región de Kansai, la más industrial.
Hay toda una generación de Grandes Maestros, los sucesores de los Okinawenses, ya propiamente japoneses, que abrazaron con entusiasmo al viejo Tode Okinawense, y que eran extraordinariamente hábiles y duchos en diversos Budos japoneses como el Kenjutsu, el Jujutsu, el Iaido, el Kobudo de Japón, etc.
Esas personas si que tenían un enorme bagaje y habilidad marcial en el Budo Tradicional, Koryu, o nuevo, Gendai, propio del Japón.
Esa unión del viejo Tode, ya convertido en Karate, y del Budo japonés, tan rico en tradiciones filosóficas y Principios Técnicos llamados Budo no Riron, es lo que ha dado lugar al Karate japonés que fue adoptado como un Gendai Budo por el Butokukai.
Reunión de Maestros de Budo presididos por el Maestro Kano y bajo los auspicios de la Dai Nippon Butoku Kai- Kyoto -1906
Así es, si que podemos hablar de un Karate-do japonés, inspirado en el Tode – Karate de Okinawa aunque diferente en algunas convicciones filosóficas y en Principios Técnicos y filosóficos, ahora si, convertidos en Karate no Riron, pero a los que se les adivina su origen en el Budo japonés.
¿Es el Karate único e indivisible?
La verdad es que los Maestros de Okinawa llevan toda una vida diciendo que no, que «su Karate» no tiene mucho que ver con el que se enseña en Japón, que si, que ellos son el padre o madre del Karate japonés, pero que el hijo no se parece demasiado en su interior, aunque su apariencia sea similar en el exterior.
A mi me gusta pensar, como al Maestro Mabuni KenEi, que el Budo Karate es más rico desde el punto de vista filosófico y técnico, y que, bien enseñado, y en la línea originaria del Karate Okinawense, sería la unión de dos mundos muy ricos.
En mi se dan el respeto a la Tradición del Budo japonés, heredada de mi Maestro japonés, y el respeto a la Tradición del Quanfa de China heredada de mi Maestro Chino.
La enorme suerte es que mi relación con ellos es más una relación paterno – filial, es decir familiar, a la antigua, que una relación comercial.
Por eso me gusta tanto entrenar Uechi-Ryu, estar ligado a Okinawa, hacerlo lo más puro posible en su tradición. Es como cerrar el círculo.
No me atrevería a decir, después de haber pasado por todas las fases a lo largo de mi vida, que es lo mejor, o con que experiencia me quedaría. Yo creo que todas son parte de mi trayectoria vital, con cosas buenas y malas, pero que han hecho quien soy ahora.
Por eso siempre digo que el Karate es un Camino vital, que debe ir acompañado de otras experiencias, como el estudio variado, y que, por subjetivo, no puede ser regulado por reglas federativas deportivas, sino, como mucho, canalizado o regulado en su parcela y faceta.
Pero, en el Karate, hay mucha vida personal de búsqueda más allá de la faceta deportiva.
Los que han buceado en el Iaido se dan cuenta de cuantas cosas hay en común, y, a partir de ahí, de tanto concentrarse en el gesto, su Karate cambia y se vuelve más Budo.
Como siempre recomiendo la lectura del libro del Maestro KenEi Mabuni sobre el Budo Karate para ver cuantas puertas abre.
Sin embargo, Dios me libre, no se me escuchara hablar en contra del Karate deportivo, como una etapa más de la vida de un Karateka, siempre y cuando se sea consciente de ello.
Eso si, el Karate deportivo es diferente en sus fines y filosofía del Budo Karate. Y, desde luego, no se puede equivocar a la gente haciendo pasar a una parte por el Todo. El Karate deportivo es, desde luego Karate, pero no el único Karate.
Como amante de la Libertad me gusta decir que el Camino es amplio y variado y que es una elección individual elegir por donde transitarlo, o que parte del Camino es la que se quiere caminar. Yo, desde luego, pienso que el Camino es uno y el mismo, aunque, a veces, no nos demos cuenta de en que parte de El nos encontramos. De ahí la indispensable figura del Guía, aunque sea en una parte del Camino, siempre es bueno contar con el consejo de alguien que lo haya transitado.
Caminar nos hace bien, nos fortalece y nos ayuda a evolucionar como personas.
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