Leyendo un libro de Diane Skoss sobre los Koryu Budo he meditado sobre la práctica y el análisis.
Normalmente, cuando uno es un Shoshinsa, un Principiante, el entrenamiento, tanto físico como técnico, se hace ver enseguida. Los cambios que se van produciendo en nuestro cuerpo, en nuestras habilidades, son fácilmente perceptibles por nosotros y por los demás.
Ello hace que nos sintamos bien, con confianza, refuerza nuestro carácter y nos da seguridad. Incluso las señales de los pequeños accidentes ocurridos durante la práctica son llevados con orgullo como medallas obtenidas en el combate.
Nos gusta que se sepa que practicamos algo que nos hace fuertes, parafraseando al Rompetechos de la Chaqueta metálica de Stanley Kubrick, somos peligrosos, unos quitavidas, como decía aquel soldado.
Es un poco como aquel amigo que, cuando llegaba a su finca de producción de flores en México, sacaba el pistolón y pegaba un par de tiros para que se supiera que iba armado.
Esperamos que nuestra habilidad y fortaleza crecientes disuada a los demás de buscar problemas con nosotros. Es más, lo positivo de la práctica del Shiai Kumite es, a parte del entrenamiento de la distancia, el ritmo, y la anticipación; la práctica del enfrentamiento, la superación de los miedos al enfrentamiento y el estudio de la sicologia del mismo.
Cuanto más hábil es uno más crece su autoconfianza y, desgraciadamente, su ego. Yo creo que todos los que hemos experimentado circunstancias similares estaremos de acuerdo que eso es así. No se construye una moral de victoria, tan necesaria en la competición, sin potenciar al máximo nuestra autoconfianza y….. Nuestro ego.
Es por eso que, los muchos años de una práctica bien llevada, tienen que, necesariamente, desembocar en el estudio de nuestras sensaciones y de nuestra evolución personal. Esta claro que no somos perfectos y que, día a día, por muchos años que cumplamos, nuestra tarea principal debe ser la construcción de nosotros mismos.
La Experiencia que nos aporta el tiempo y la práctica, el análisis de nuestras técnicas y de nuestras sensaciones, deberia irnos diciendo muchas cosas, no sólo del como, también del porque.
Si, como lógica biológica nuestras habilidades físicas van decreciendo con la edad ¿Donde se encuentra la maestría? ¿En un cambio de cinturón de un color por otro? ¿Cual es nuestro objetivo final?
Creo que la lectura del libro de Diane Skoss me ha inspirado, junto con el recuerdo de las palabras del Maestro Yamashita durante la Gala de Maestros,para llegar a la conclusión de que, en cada etapa de la Vida, el análisis de nuestras sensaciones y experiencias, la autocrítica, ha de irnos llevando poco a poco al Conocimiento, pero no como algo abstracto, sino como algo que nos ayude a construirnos a nosotros mismos, cada día.
Y eso : El conocimiento de nuestros propios errores y limitaciones, será la mejor medicina para curar nuestro ego.
Cuanto más empeño pongamos en nuestra propia progresión, cuanto más y mejor analicemos nuestras propias circunstancias y las que nos rodean, cuando comprendamos que no somos una isla en nuestro entorno, sino que, en buena medida, nuestra progresión como seres humanos jamás tendrá fin y dependerá de nuestra habilidad para interaccionar con los demás, entonces, seguramente, seremos Maestros.
Foto portada: Allmend, Berna, BE, Suiza
29 mayo, 2015
Para meditar. Muchas gracias