A pesar de que los clubes de toda España están al borde de la desesperación, cuando comience la actividad, el karate será uno de los deportes seguros dentro de la llamada “nueva normalidad”
El 14 de marzo de 2020 se pararon las vidas de casi todos los españoles, confinamiento en casa, cierre de colegios, actividades, todos los trabajos salvo los servicios esenciales, alejamiento de nuestros seres queridos y aislamiento entre 4 paredes. Todo esto para vencer esta pandemia provocada por un enemigo invisible llamado COVID-19.
Es cierto que es una situación nueva para el mundo entero pero las consecuencias que estamos viviendo van a ser en algunos casos insustituibles, como es la pérdida de seres humanos y en otros casos, los problemas económicos y personales serán difícilmente recuperables.
Este último será el caso de muchas empresas que llevan más de dos meses cerradas, sin ingresos y haciéndose cargo de todos los gastos habituales. Tras estos meses, muchos tendrán que cerrar.
Entre estas se encuentran los clubes deportivos. Los clubes de karate y sus disciplinas asociadas echaron el cierre el 14 de marzo y aún no han podido empezar a funcionar, en muchas comunidades ni siquiera han levantado el cierre y en otras, su actividad es tan limitada que pierden dinero cada día que levantan la persiana.
Clubes de karate de toda España y en diferentes fases de desescalada nos han contado cómo es su situación y cómo ven el futuro de nuestro deporte.
Las diferentes situaciones económicas y las circunstancias con los pagos provocan distintas actitudes ante esta pandemia. Todos coinciden en que es una situación muy complicada que durante mucho tiempo les ha hecho pensar en las dificultades que está conllevando aguantar esta brutal crisis y las que habrá que aguantar en los próximos meses.
Hay una frase que la mayoría me han dejado clara y es: “tantos años trabajando para poder vivir haciendo lo que más me gusta y ahora, tengo la sensación de que todo se ha ido”.
Es una frase que demuestra el estado emocional en el que la mayoría se encuentra.
Todos los directores de los clubes con los que he hablado, sin excepción, me confiesan su miedo al futuro, cómo serán las nuevas normas, cómo responderán los alumnos por el miedo de los padres al inicio de la actividad o por la situación económica en la que han quedado las familias.
No hay que olvidar que cuando alguien tiene que elegir entre comer o asistir al gimnasio, la elección es clara.
No parece haber mucha diferencia entre comunidades autónomas a pesar de encontrarse en distintas fases, los miedos son los mismos y las ayudas también, inexistentes.
Me he encontrado con casos muy optimistas, como Javier Orán desde Tenerife que me asegura que para él ha sido una oportunidad para reinventarse, para descubrir una nueva forma de enseñanza con sus alumnos como son las clases On-line. Javier confiesa, “al principio me costó porque los recursos no son los mismos y hay que ingeniar mucho más en estas clases para que los alumnos se diviertan y aprendan”.
Para Javi ha sido una nueva etapa de formación y está deseando empezar con las clases físicas de nuevo aunque tiene la incertidumbre de cómo será toda esta nueva etapa.
Es cierto que, su percepción es más positiva porque está libre de pagos de hipoteca y económicamente ha podido lidiar esta situación con menos complicaciones que muchos de sus compañeros en las islas, que están planteándose incluso emigrar.
Nos asegura que “lo peor vino al principio que, hasta me planteé buscar otro futuro, pero con el tiempo y el comportamiento excepcional de los alumnos fui viendo la luz y encontrando una nueva oportunidad para la enseñanza”.
Cuando le pregunto si tiene sensación de incertidumbre, me dice que sobre todo teme si de cara a septiembre todo comenzará con normalidad.
Antonio Miguel Verdú, desde Elche, me explica que tiene mucho miedo por cómo serán las nuevas clases con aforo reducido, está deseando abrir y también ha mantenido sus clases virtuales durante estos meses pero está muy preocupado porque no sabe hasta cuándo podrán aguantar los clubes sin alumnos o con grupos muy reducidos.
“El tatami está siempre completo a todas las horas y es imposible desdoblar más el espacio y el tiempo para cumplir con los aforos y mantener a todos los alumnos”.
Dice que,”las cosas están muy mal y lleva todos estos meses intentando no endeudarse más con créditos ICO, por ejemplo, a los que luego nadie sabe si podrá hacer frente”.
Eso sí, se muestra muy animado para tirar hacia adelante con todo porque está cumpliendo su sueño de dedicarse a lo que le gusta y tiene claro que aguantará todo lo que pueda para no tener que cerrar sus puertas.
Subiendo hacia el norte de España, me he puesto en contacto con clubes más grandes como el Arenas Sport Center en Oviedo, un gran club con 3.400 m2 que, aunque en Asturias, ya comienza la fase dos y ya podrá abrir sus puertas tiene, como todos, la incertidumbre de cómo responderán los socios del club. Allí tienen muchas actividades, cada una tiene su particularidad y tienen miedo de que, en las puertas del verano, la gente decida no incorporarse ya hasta septiembre y esta crisis se prolongue hasta situaciones insostenibles.
Ángel Arenas, su director, me asegura que conoce casos de compañeros asturianos cuyos gimnasios son mucho más pequeños y que están buscando incluso, lugares al aire libre para poder comenzar sus clases.
En este club también han optado por las clases On-Line, aunque en este caso, Ángel considera que “no es el método ideal para aprender karate” y no entiende cómo están dejando para el final la incorporación de los deportes de combate puesto que “tenemos mil maneras técnico-tácticas de entrenar sin tener que mantener el contacto con los compañeros”.
Si nos vamos a Castilla-La Mancha, a la Escuela Kidokan de Toledo, uno de los clubes con mejores resultados competitivos a nivel nacional, su propietario, Álvaro Jiménez, nos cuenta que están en una situación crítica, ha renunciado a muchas oportunidades en su vida para poder dedicarse a enseñar karate, ha invertido muchísimo dinero en convertir su local en un gran club y siente que “todo se ha ido”.
No pueden pedir moratorias para la hipoteca del local, no tienen ningún tipo de ayudas y tampoco sabe, una vez se puedan iniciar las clases si los alumnos estarán dispuestos a incorporarse o la temporada de trabajo se habrá acabado en marzo.
Álvaro se pregunta si merece la pena dedicarse a una actividad por cuenta propia cuando te encuentras con estas situaciones en las que no hay salida.
Me ha emocionado cuando me ha explicado “Mi sueño es este, tener mi propio club por el que me desvivo cada día y por él renuncio a mucho tiempo junto a mi familia pero no puedo entender cómo estas cosas acaban por matar de un plumazo todo lo que has construido con tanto esfuerzo y cariño”.
Si nos vamos al sur del país, en Andalucía también se encuentran en fase 2, en esta fase, igual que en otras comunidades, ya pueden empezar a abrir, aunque con restricciones, ¿serán estas restricciones realmente suficientes para poder abrir los clubes con garantías de rentabilidad?.
Luis García desarrolla sus clases en Málaga capital, para Luis, que ya suma una vida entera enseñando karate en esta ciudad ha sido una catástrofe económica. Tanto él como su mujer se dedican en cuerpo y alma al karate.
De manera tremendamente solidaria nos cuenta que, aunque su situación es muy complicada, como la de la mayoría, hay compañeros que están mucho peor que él. Sus clases se desarrollan fundamentalmente en polideportivos municipales, por lo que no tiene que sostener alquileres o hipotecas de los locales, así que, dentro de la situación crítica, se considera un privilegiado.
Pone sobre la mesa la difícil situación de compañeros cuyos tatamis son de dimensiones reducidas y que, si tienen que abrir a un 30% del aforo, duda mucho de la rentabilidad de la apertura.
Le consta que hay clubes que van a tirar la toalla porque no pueden soportar las pérdidas de estos meses y la falta de ingresos de todos los venideros, desde junio hasta octubre.
Luis me comenta un dato en el que han coincidido la mayoría de las personas con las que he hablado, explica que “las indicaciones que aparecen en el Boletín Oficial del Estado en cada fase, son unas indicaciones que dan lugar a interpretaciones, que no dejan claro en qué circunstancias se van incorporando los clubes deportivos a esta desescalada. Esto hace dudar a todos los propietarios y por tanto dificulta mucho proveerse de las medidas de seguridad necesarias para empezar y los protocolos a seguir”.
En Galicia, el número de contagios por COVID-19 ha sido ligeramente menor que en otras comunidades autónomas y radicalmente menor que en Madrid o Barcelona, por esto, Oscar Lafuente, al frente del Club San Francisco Teo, se muestra algo más optimista y siente que, en su zona, la gente está más dispuesta a comenzar cuanto antes con las actividades, por esto, y recién estrenada la fase dos, algunos clubes ya han abierto sus puertas.
En su caso, comenta “el karate infantil lo damos por perdido hasta septiembre porque arrancando casi en verano, será difícil que se incorporen”.
Óscar está concienciado de con estas restricciones en el número de alumnos por clase, el camino va a ser más duro, “vamos a tener que trabajar muchas más horas para intentar ganar lo de antes y dar servicio a todos los alumnos”.
Tiene claro que hay que empezar a quitarse el miedo y que “eso tenemos que trasladarlo a todos nuestros alumnos y padres de alumnos para que comiencen cuanto antes a confiar en que los clubes seremos centros seguros para sus hijos, que estamos tomando cuantas medidas de seguridad se necesitan para que puedan venir a entrenar con tranquilidad”.
“Los clubes hemos pasado de tener un verano de dos meses a tenerlo de 6 meses, 6 meses sin actividad que están golpeando muy fuerte a todo el sector”.
“En Galicia hemos tenido menos impacto a nivel sanitario pero el impacto económico está siendo igual de catastrófico que para el resto del país”.
Me quedo con el positivismo y el ánimo de Óscar para comenzar con la actividad cuanto antes y recuperar la normalidad, asegura que hay que arrimar el hombro: “igual que ahora compro en la tienda de mi barrio para ayudar a los comercios pequeños a salir adelante, estoy convencido de que los alumnos volverán cuanto antes a sus clubes para ayudarles a que no echen el cierre definitivo”
Llego a los clubes madrileños, uno de los lugares más castigados por el COVID-19, la Comunidad Autónoma que más contagios ha tenido y que, por tanto, ha ido avanzando con mayor lentitud en la desescalada.
Pablo Armenteros tiene su club en Alcalá de Henares, un club que basa gran parte de su actividad en la competición de karate y que alcanza grandes resultados en la competición federada nacional.
Pablo me comenta que la situación está siendo muy complicada para ellos y que las primeras semanas del cierre fueron mentalmente horribles. Sin embargo, pasado este tiempo comenzó a investigar nuevas formas de mantener “enganchados” a los alumnos a través de las nuevas tecnologías y con el apoyo de su equipo técnico y como no, de sus hijos, que han sido quienes le están haciendo esta pandemia más llevadera.
“Económicamente la situación está siendo muy complicada, casi insostenible, pero tenemos que mirar adelante porque cuando podamos volver tenemos que estar centrados en nuestros alumnos”
Pablo, igual que los demás, se queja de las indicaciones que reciben en el BOE, absolutamente contradictorias y que la pareja de su hijo, abogada de profesión, les está ayudando a interpretar de la mejor manera para adaptarse a ellas.
“La gente tiene miedo y tenemos que dar confianza a los padres desde nuestros clubes, aplicando las medidas sanitarias y mostrando que podemos entrenar con seguridad”.
Pablo se siente optimista porque intenta ver el lado positivo de esta situación sin dejar de ver la realidad.
Más tarde me pongo en contacto con unos de los clubes que tiene muchísima antigüedad en artes marciales en Madrid, el Gimnasio Tsukuri. Hablo con Pepe Pérez, director del club que lleva con sus puertas abiertas desde el año 1985 y que hoy, por primera vez, está cerrado sin ser verano.
Pepe nos comenta que se siente afortunado porque es el propietario del local y eso le permite tener una solvencia un poco mejor que aquellos que tienen que pagar alquileres. Aun así hay que tirar de ahorros para poder mantener estos meses, pero se pregunta…”¿Y aquellos que no tienen ahorros, cómo pueden soportarlo?, es una situación realmente complicada”.
A Pepe no le ha quedado más remedio que adaptarse a las nuevas tecnologías para que sus alumnos se mantengan activos pero tiene, después de tantos años, la suerte de que sus alumnos ya son una gran familia a quienes desea que “vuelvan a casa” cuando todos puedan entrenar con seguridad.
Las clases On-line le han servido para mantenerse mental y físicamente activo y me confiesa que “estas clases me han ayudado más a mí que a mis alumnos”.
Como todos, Pepe tiene muchísima incertidumbre por el futuro porque está seguro de que “de este envite, muchos se quedan en el camino”.
Pero me deja una frase muy bonita que me sirve para finalizar esta ronda de situaciones: “Yo estoy trabajando el aquí y el ahora y cuando salga afuera lo único que deseo es que estemos todos, que no nos falte nadie, lo demás lo lucharemos todo lo que haga falta para salir de esta situación lo mejor posible”.
He recorrido virtualmente muchos puntos del país escuchando las situaciones de algunos clubes que se encuentran en diferentes Comunidades Autónomas y en diferentes fases de desescalada pero todos tienen puntos en común. Todos tienen miedo e incertidumbre por el futuro, la mayoría siente que el trabajo de tantos años se les está yendo por la borda, muchos de ellos encuentran insuficientes las explicaciones del BOE y la situación económica a la mayoría, les está arrastrando a una preocupación extrema.
No hay que olvidarse de que esta es una actividad de 10 meses al año y todos guardan ahorros para vivir durante los meses de verano, pero el COVID-19 se está comiendo estos ingresos.
Desde la Real Federación Española de karate la lucha para ayudar a los clubes está siendo muy intensa desde el primer día. Se han presentado los primeros protocolos de actuación en una fase muy inicial de la pandemia para poder comenzar la actividad cuanto antes, incluso cuando la FNEID (Federación Nacional de Empresarios de Instalaciones Deportivas) dejó fuera de sus protocolos el inicio de los deportes de combate al presentar este documento al CSD.
La parte positiva de todo esto es que empezamos a acercarnos al final y deseamos que todos los karatekas del país vuelvan a sus clubes, gimnasios y dojos en cuanto la actividad comience porque todos ellos tendrán un control absoluto de las medidas de seguridad y por tanto, hacer karate será una de las ACTIVIDADES SEGURAS en esta llamada “nueva normalidad”.
Almudena Muñoz González
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