Contemplación
Tajima no kami paseaba por su jardín una hermosa tarde de primavera. Parecía completamente absorto en la contemplación de los cerezos al sol. A algunos pasos detrás de él, un joven servidor le seguía llevando su sable. Una idea atravesó el espíritu del joven: – A pesar de toda la habilidad de mi Maestro en el manejo del sable, en este momento sería fácil atacarle por detrás, ahora que parece tan fascinado con las flores del cerezo. En ese preciso instante, Tajima no kami se volvió y comenzó a buscar algo alrededor de sí, como si quisiera descubrir a alguien que se hubiera escondido. Inquieto, se puso a escudriñar todos los rincones del jardín. Al no encontrar a nadie, se retiró a su habitación muy preocupado. El servidor acabó por preguntarle si se encontraba bien y si deseaba algo. Tajima respondió: – Estoy profundamente turbado por un incidente extraño que no puedo explicarme. Gracias a mi larga práctica de las artes marciales, puedo presentir cualquier pensamiento agresivo contra mí. Justamente cuando estaba en el jardín me ha sucedido esto. Pero aparte de tí no había nadie, ni siquiera un perro. Estoy descontento conmigo mismo, ya que no puedo justificar mi percepción. El joven servidor, después de saber esto, se acercó al Maestro y le confesó la idea que había tenido, cuando se encontraba detrás de él. Humildemente le pidió perdón. Tajima no kami se sintió aliviado y satisfecho, y volvió al jardín. Fuente: tradicional...
Sin Miedo
Durante las guerras civiles en el Japón feudal, un ejército invasor podía barrer rápidamente con una ciudad y tomar el control. En una aldea en particular, todos huyeron momentos antes que llegara el ejército; todos excepto el maestro de Zen. Curioso por este viejo, el general fue hasta el templo para ver por sí mismo qué clase de hombre era este maestro. Como no fuera tratado con la deferencia y sometimiento a los cuales estaba acostumbrado, el general estalló en cólera. -¡Estúpido!, – gritó mientras alcanzaba su espada-, – ¡no te das cuenta que estás parado ante un hombre que podría atravesarte sin cerrar un ojo! Pero a pesar de la amenaza, el maestro parecía inmóvil. – ¿Y usted se da cuenta?, – contestó tranquilamente el maestro- – ¿que está parado ante un hombre que podría ser atravesado sin cerrar un ojo? Fuente: tradicional...
En las manos del destino
Un gran general, llamado Nobunaga, había tomado la decisión de atacar al enemigo, a pesar de que sus tropas fueran ampliamente inferiores en número. Él estaba seguro que vencerían, pero sus hombres no lo creían mucho. En el camino, Nobunaga se detuvo delante de un santuario Shinto. Declaró a sus guerreros: -Voy a recogerme y a pedir la ayuda de los kamis. Después lanzaré una moneda. Si sale cara venceremos, si sale cruz perderemos. Estamos en las manos del destino. Después de haberse recogido unos instantes, Nobunaga salió del templo y arrojó una moneda. Salió cara. La moral de las tropas se inflamó de golpe. Los guerreros, firmemente convencidos de salir victoriosos combatieron con una intrepidéz tan extraordinaria que ganaron la batalla rápidamente. Después de la victoria, el ayuda de campo del general le dijo: -Nadie puede cambiar el destino. Esta victoria inesperada es una nueva prueba. “-¿Quién sabe? -respondió el general, al mismo tiempo que le enseñaba una moneda trucada, que tenía cara en ambos...
El Kiai del maestro Taisen Deshimaru
Gustavo A. Reque CN-6ºDan En una Zanchin (reunión de fin de semana para practicar la meditación durante periodos no inferior a siete horas), celebrada en Casablanca, Marruecos, mi maestro, el venerable monje Deshimaru, contesto lo siguiente acerca del kiai practicado en los dojos de karate o kendo: «El kiai, grito cuya fuera vibratoria paraliza al adversario durante un instante, puede compararse al kwatz de los Maestros Zen Rinzai, que sirve para producir un choque y despertar al discípulo. En mi opinión es inútil repetirlo sucesivamente; una vez es suficiente, pero una verdadera auténtica vez. Lanzad pues ese grito de una manera total, que salga del hara, del bajo vientre, de ese lugar que los japoneses llamamos kikai: el océano de energía. Para esto, hay que aprender la respiración Zen que es también la del Budo: expirar lentamente lo más profundamente posible. Al final de la expiración la energía está en su punto culminante. El kiai es la mezcla de esa expiración con una voz fuerte; es necesario que el sonido Ascienda de una manera naturalmente profunda. Para esto, evidentemente, hay que saber respirar, lo cual es raro. Después del zazen, cuando hago la ceremonia y cantamos el Hannya Haramita Shingyo, el Sutra dela Gran Sabiduría, lo hago para el entrenamiento general dela respiración: la voz está entonces obligada a ir hasta el final de la expiración. Es un buen entrenamiento para el kiai. Kiai se descompone en ki: energía y ai: unión; significa pues la unión de la energía. Un solo grito, un solo instante en el que se encuentra todo el espacio – tiempo, todo el cosmos. ¡Kiai! (El maestro Deshimaru lanzó entonces un grito aterrador, un rugido que sorprende a todo el mundo, y después estalla en risas.) Pero el kiai que se lanza en los dojos de artes marciales, como en el Hannya Shingo cantado en los dojos Zen, nunca se encuentra esta fuerza: de hecho, las gentes lanzan gritos modulados según su personalidad, hacen decoraciones sonoras. No hay nada de auténtico o de bravo en eso. Ninguna fuerza. Canto ruido: es todo. Nada de ki en sus kiai. ¡Nada de energía!» Se preguntó entonces : ¿porqué? «¡Porque no saben respirar! Nadie les ha enseñado. Y además, es muy largo saber enseñar a la manera de un verdadero maestro de Budo o de Zen. ¡No es la altura de la voz lo que hace el poder del sonido! ¡El sonido debe partir del hara, no de la garganta! Observar como maúlla un gato o ruge un león: eso es kiai. Entrenaros en la respiración, pero no busquéis poder alcanzar un poder mágico con vuestro kiai: tanto...
Meditación Zen
Gustavo A. Reque CN-6ºDan Cuando se inicia la practica de la meditación, al poco tiempo, el neófito se encuentra con un obstáculo que hace aparición en el mismo momento que cierra los ojos. Es algo ingobernable que nace desde la parte oscura de la mente gobernada por los pensamientos parásitos. Hasta ese momento creíamos tener el control de todas nuestras acciones y pensamientos, pero, por arte de magia, aparecen ideas y reflejos mentales de los que no teníamos consciencia. Ese fluir de pensamientos distrae y crea confusión. Como una emoción es la respuesta del cuerpo al pensamiento, aparecen sensaciones de malestar e intranquilidad que alteran el proceso meditativo. A los pocos minutos, se empieza a dudar de la utilidad de la meditación como medio para llegar a algún sitio en el que «creíamos» que se encontraba la recompensa por el tiempo empleado en este quehacer. Estamos acostumbrados a obtener algún tipo de beneficio ya sea físico, emocional o intelectual cuando utilizamos parte de «nuestro tiempo», y este condicionamiento -muy ejercitado en el pasado- crea ansiedad que es la responsable de molestar durante la meditación. La mente es como un ente que nos perturba y domina. Más tarde, el meditador principiante, comienza a sentir la incomodidad de la nueva situación y puede llegar a «pensar» que todo esto no tiene finalidad ninguna. Llegados a este punto, es corriente oír frases como estas al finalizar una sesión de meditación: «así, no consigo relajarme»,…»no creo que yo valga para esto»,… «siento que hago el ridículo». Son muestras de que la mente de la persona ha estado en los condicionamientos del pasado o las incertidumbres del futuro. Debido a que, tanto el pasado como el futuro no pueden estar en el momento presente -en el aquí y ahora -la mente de la persona se siente pérdida y consecuentemente la emoción que acompaña a la desorientación siempre es ansiedad. El objetivo de la meditación, no es otro que situar la mente del practicante en el aquí y ahora, en el presente. Que el estado de conciencia sea uno con el momento presente -que es el único que existe y es donde se desarrolla la vida -, no existe presente en ningún otro lugar del tiempo que no sea -ahora. Los nombres que en el budismo zen se han otorgado al estado de conciencia presente son; el denominado satori, que es solo un instante de conciencia plena con el momento presente, y el estado de iluminación; que es la conciencia plena, permanente y natural de cada momento presente. Los maestros zen dicen siempre: «Vivir el aquí y ahora de cada instante de vida». El origen...
¿Que es el Zen?
Fernando Martín Millana CN-7ºDan Para explicar que es el Zen, voy a hacerlo con referencias de dos grandes maestros (Osho y Taisen Deshimaru), que nos ilustrarán con su sabiduría y su experiencia ya que no me considero preparado para hacer una definición de lo que para mi es indefinible. Yo solo tengo, mi zafu, mi rincón y mis momentos…. Como introducción el maestro Osho nos dice: “El Zen es como un telegrama. Cree en lo más esencial. No permite tonterías a su alrededor, ni rituales, ni cantos, ni mantras, ni escrituras…; tan sólo pequeñas anécdotas. Si tienes la conciencia adecuada, te impactarán directamente en el corazón. Es una enseñanza muy condensada y cristalizada; pero hace falta que la persona esté preparada para ella. Y la única preparación posible es la conciencia meditativa…” Con relación a los escritos sobre el Zen (Koan, Haikus, etc), nos comenta: …”Los propios libros de Zen son muy fragmentarios. Son telegramas: urgentes, inmediatos, no dan ninguna explicación; simplemente te dan la pura esencia, el perfume de miles de flores. Tienes que estar suficientemente alerta y meditativo para absorberlos.” ¿Qué es la práctica del Zen? Dogen escribió en el Shobogenzo: “¿Qué es zazen?. Estar en el instante presente, más allá de todas las existencias del universo, alcanzar la dimensión de Buda y vivir en esta dimensión. Zazen es esto únicamente: más allá de budistas y de no-budistas, es penetrar en lo más profundo de la experiencia del Buda.” El maestro zen Taisen Deshimaru nos dice que es un lenguaje muy simple y que refleja la esencia misma del Zen ya que él mismo, es simplicidad. Entonces nos preguntamos, ¿Cuál es la esencia del zazen?, el dice “Zazen tiene su significación en sí mismo”. Al igual que Osho, Deshimaru afirma que sobre el zazen se han dicho muchas cosas falsas a este respecto, condensándolo en tres puntos: Primero: “Para algunos, el zazen es una meditación, una actitud de pensamiento. Pero zazen no es ni un “ismo”, ni un pensamiento, ni una meditación en el sentido que se la practica en el Cristianismo, o en el Hinduismo, por ejemplo. En Europa, Pascal definió al hombre como “una caña pensante”, expresando así la concepción europea que hace del acto de pensar la base del comportamiento humano. El pensamiento ocupa la vida entera, nadie concibe el no-pensamiento. Profesores filósofos en particular se entregan al pensamiento, ninguno tiene la intención de criticar el pensamiento en sí. Zazen no es ni un pensamiento ni un no-pensamiento, está más allá del pensamiento, es pensamiento puro, sin conciencia personal, en armonía con la conciencia del universo.” Dogen cita esta historia del Maestro Yakusan: Un día, mientras él...
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