Tirar al blanco
Mar19

Tirar al blanco

Después de ganar varias competencias de tiro al blanco, el joven y presumido campeón, desafió a un maestro del Zen famoso por su habilidad como arquero. El joven demostró una habilidad técnica muy buena cuando impactó el centro del blanco en su primer intento. Su segundo tiro era igual de perfecto y dijo al anciano: – ¡Allí lo tiene! ¿Vea si puede igualar eso? Imperturbado, el maestro no sacó su arco. Le hizo un gesto para que lo acompañara a la montaña. Curioso sobre las intenciones del viejo, el campeón lo siguió, hasta que llegaron a un profundo abismo atravesado por un débil e inestable tronco. El viejo maestro caminó tranquilamente hasta el centro del frágil y peligroso puente, escogió un lejano árbol como blanco, sacó su arco, y disparó un tiro limpio y directo. – Ahora es su turno, – le dijo mientras regresaba distinguidamente hasta suelo seguro. El joven miró con terror el abismo sin fondo y no pudo forzarse a caminar sobre el tronco, ni menos disparar al blanco. – Usted tiene mucha habilidad con su arco, – dijo el maestro, notando el aprieto de su desafiante – pero tiene poca habilidad con la mente, que le deja aflojar el tiro. Fuente: tradicional...

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Sin atajos
Ene10

Sin atajos

Cuando un monje preguntó a su maestro si debía leer los sutras, este replicó así: – Aquí no hay senderos laterales ni atajos. – Las montañas permanecen todo el año frescas y verdes. – Tanto al este como al oeste, en cualquier dirección, puedes dar un bello paseo. El monje pidió explicaciones más explícitas, y el maestro contestó: – No es culpa del sol si el ciego no puede encontrar su camino. Maestro: no confundas el medio con el objetivo; la verdad ya está en ti, unicamente hay que encender la luz.   Fuente: tradicional Zen Foto portada:...

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Contemplación
Sep25

Contemplación

Tajima no kami paseaba por su jardín una hermosa tarde de primavera. Parecía completamente absorto en la contemplación de los cerezos al sol. A algunos pasos detrás de él, un joven servidor le seguía llevando su sable. Una idea atravesó el espíritu del joven: – A pesar de toda la habilidad de mi Maestro en el manejo del sable, en este momento sería fácil atacarle por detrás, ahora que parece tan fascinado con las flores del cerezo. En ese preciso instante, Tajima no kami se volvió y comenzó a buscar algo alrededor de sí, como si quisiera descubrir a alguien que se hubiera escondido. Inquieto, se puso a escudriñar todos los rincones del jardín. Al no encontrar a nadie, se retiró a su habitación muy preocupado. El servidor acabó por preguntarle si se encontraba bien y si deseaba algo. Tajima respondió: – Estoy profundamente turbado por un incidente extraño que no puedo explicarme. Gracias a mi larga práctica de las artes marciales, puedo presentir cualquier pensamiento agresivo contra mí. Justamente cuando estaba en el jardín me ha sucedido esto. Pero aparte de tí no había nadie, ni siquiera un perro. Estoy descontento conmigo mismo, ya que no puedo justificar mi percepción. El joven servidor, después de saber esto, se acercó al Maestro y le confesó la idea que había tenido, cuando se encontraba detrás de él. Humildemente le pidió perdón. Tajima no kami se sintió aliviado y satisfecho, y volvió al jardín. Fuente: tradicional...

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Tómate una taza de Té

Joshu, el maestro zen, le preguntó a un monje que era nuevo en el monasterio: – ¿Te he visto antes? El nuevo monje repuso – No señor. – Entonces tómate una taza de té. Joshu se volvió entonces a otro monje: – ¿Te he visto antes? El segundo monje contestó: – Si, señor, por supuesto que me ha visto. – Entonces tómate una taza de té. Más tarde, el monje que administraba el monasterio, le preguntó a Joshu: – ¿Cómo es que ante cualquier respuesta siempre ofreces una taza de té? Ante esto, Joshu gritó: – Administrador, ¿aún estás aquí? – Por supuesto, maestro – repuso el administrador – Entonces tómate una taza de té Fuente: Internet, autor...

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Los tres hijos de Bokuden
Jul11

Los tres hijos de Bokuden

  Bokuden, gran Maestro de sable, recibió un día la visita de un colega. Con el fin de presentar a sus tres hijos a su amigo, y mostrar el nivel que habían alcanzado siguiendo su enseñanza, Bokuden preparó una pequeña estratagema: colocó un jarro sobre el borde de una puerta deslizante de manera que cayera sobre la cabeza de aquel que entrara en la habitación. Tranquilamente sentado con su amigo, ambos frente a la puerta, Bokuden llamó a su hijo mayor. Cuando éste se encontró delante de la puerta, se detuvo en seco. Después de haberla entreabierto cogió el vaso antes de entrar. Entró cerró detrás de él, volvió a colocar el jarro sobre el borde de la puerta y saludó a los Maestros. – Este es mi hijo mayor – dijo Bokuden sonriendo -, ya ha alcanzado un buen nivel y va camino de convertirse en Maestro. A continuación llamó a su segundo hijo. Este deslizo la puerta y comenzó a entrar. Esquivando por los pelos el jarro que estuvo a punto de caerle sobre el cráneo, consiguió atraparlo al vuelo. – Este es mi segundo hijo – explicó al invitado -, aún le queda un largo camino que recorrer. El tercero entró precipitadamente y el jarro le cayó pesadamente sobre el cuello, pero antes de que tocara el suelo, desenvainó su sable y lo partió en dos. – Y este – respondió el Maestro – es mi hijo menor. Es la vergüenza de la familia, pero aún es joven. Fuente: tradicional...

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Estar Presente
Jun05

Estar Presente

Ningún alumno Zen se atrevería a enseñar a los demás hasta haber vivido con su maestro al menos durante diez años. Después de diez años de aprendizaje, Tenno se convirtió en maestro. Un día fue a visitar a su maestro Nan-in. Era un día lluvioso, de modo que Tenno llevaba zapatos de madera y portaba un paraguas. Cuando Tenno llegó, Nan-in le dijo: – has dejado tus zapatos y tu paraguas en la entrada, ¿no es así? – ¿puedes decirme si has colocado el paraguas a la derecha o a la izquierda de los zapatos? Tenno no supo responder y quedó confuso. Se dio cuenta entonces de que no había sido capaz de practicar la conciencia constante. De modo que se hizo alumno de Nan-in y estudió otros diez años hasta obtener la conciencia constante. Maestro: el maestro sabe mantener constantemente la conciencia y siempre está presente. Fuente: tradicional...

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