«El Ego Patológico»
En el mundo de nuestro querido Karate-Do, cada vez más prima lo contrario de lo que se predica, entiendase (humildad, respeto, paciencia, perseverancia, ….), alabando en nuestros dojos, el como debiera de ser un verdadero karateka y por ende un maestro de karate-do y nuestros alumnos cegados por el respeto que nos tienen, por la lealtad que nos profesan en su inmensa mayoría, no pueden ver de lo que carecemos o lo que nos sobra, por lo que creamos una mentira que va creciendo perdurando en el tiempo. Ahí se encuentra el Ego, como lo llama Tolle «El Ego Patológico». Graditis, poder, orgullo, ignorancia….. Si algo no se nos concede, la culpa es siempre de los demás. Y si por el contrario se nos da el «premio» es porque nos lo merecemos. Me gustaría compartir con tod@s vosotr@s este explícito extracto de la obra de Eckhart Tolle «Una Nueva Tierra» que espero sea de utilidad en nuestra búsqueda interior. «El Ego Patológico». Eckhart Tolle. En el sentido más amplio de la palabra, el ego es patológico, independientemente de la forma que adopte. Cuando analizamos el origen de la palabra «patológico» derivada del griego antiguo, descubrimos cuán apropiada es cuando se la utiliza para calificar al ego. Aunque normalmente se use para describir una condición de enfermedad, viene de pathos que significa sufrimiento. Esa fue exactamente la característica de la condición humana que descubrió el Buda hace 2.600 años. Sin embargo, la persona que está aprisionada por el ego no reconoce el sufrimiento como tal, sino que lo ve como la única respuesta apropiada para una determinada situación. En su ceguera, el ego es incapaz de ver el sufrimiento que se inflige a sí mismo y que inflige a otros. La infelicidad es una enfermedad mental y emocional creada por el ego, la cual ha alcanzado proporciones epidémicas. Es el equivalente interior de la contaminación ambiental de nuestro planeta. Los estados negativos como la ira, la ansiedad, el odio, el resentimiento, el descontento, la envidia, los celos y demás, no se ven como negativos sino que se consideran totalmente justificados y además no se perciben como nacidos de nosotros mismos sino de alguien más o de algún factor externo. «Te hago responsable de mi sufrimiento». Esto es implícitamente lo que dice el ego. El ego no puede distinguir entra una situación y la interpretación o la reacción frente a ella. Podríamos decir, «Qué día más espantoso» sin darnos cuenta de que lo espantoso no está en el frío, ni en el viento, ni en la lluvia, ni en cualquiera que sea la situación. Ellos son lo que son. La espantosa es nuestra reacción, nuestra...
El cofre encantado
Hace muchísimos años, vivía en la India un sabio, de quien se decía que guardaba en un cofre encantado un gran secreto que lo hacía ser un triunfador en todos los aspectos de su vida y que, por eso, se consideraba el hombre mas feliz del mundo. Muchos reyes, envidiosos, le ofrecían poder y dinero, y hasta intentaron robarlo para obtener el cofre, pero todo era en vano. Mientras más lo intentaban, más infelices eran, pues la envidia no los dejaba vivir. Así pasaban los años y el sabio era cada día más feliz. Un día llego ante él un niño y le dijo: «Señor, al igual que tú, también quiero ser inmensamente feliz. «Por qué no me enseñas qué debo hacer para conseguirlo»? El sabio, al ver la sencillez y la pureza del niño,le dijo: «A ti te enseñaré el secreto para ser feliz. Ven conmigo y presta mucha atención. En realidad son dos cofres en donde guardo el secreto para ser feliz y estos son mi mente y mi corazón y el gran secreto no es otro que una serie de pasos que debes seguir a lo largo de la vida». El primer paso, es que debes quererte a ti mismo, y todos los días al levantarte y al acostarte, debes afirmar: yo soy importante, yo valgo, soy capaz, soy inteligente, soy cariñoso, espero mucho de mí, no hay obstáculo que no pueda vencer: Este paso se llama autoestima alta. El segundo paso, es que debes poner en práctica todo lo que dices que eres, es decir, si piensas que eres inteligente, actúa inteligentemente; si piensas que eres capaz, haz lo que te propones; si piensas que eres cariñoso, expresa tu cariño; si piensas que no hay obstáculos que no puedas vencer, entonces propónte metas en tu vida y lucha por ellas hasta lograrlas. Este paso se llama motivación. El tercero paso, es que no debes envidiar a nadie por lo que tiene o por lo que es, ellos alcanzaron su meta, logra tu las tuyas. El cuarto paso, es que no debes albergar en tu corazón rencor hacia nadie; ese sentimiento no te dejará ser feliz, tú perdona y olvida. El quinto paso, es que no debes tomar las cosas que no te pertenecen, recuerda que de acuerdo a las leyes de la naturaleza, mañana te quitaran algo de más valor. El sexto paso, es que no debes maltratar a nadie; todos los seres del mundo tenemos derecho a que se nos respete y se nos quiera. Y por último, levántate siempre con una sonrisa en los labios, observa a tu alrededor y descubre en todas...
Kokoro no maki «El libro de corazón»
Os presento un pequeño trabajo, llamado Kokoro no maki en japonés, que se incluía a menudo en los manuales de budo. Kokoro significa «corazón», «centro», «núcleo», «alma», «espíritu». Cuando el corazón está lleno de cosas, el cuerpo se siente constreñido; cuando está vacío, el cuerpo se siente expandido. Cuando hay demasiada cautela en el corazón, el amor y el respeto se pierden; cuando el corazón está libre de reservas, el amor y el respeto aumentan. Cuando el corazón está lleno de pasiones innobles, se olvidan los principios; cuando está lleno de pasiones innobles, se olvidan los principios; cuando está libre de estas pasiones, los principios se recuerdan. Cuando el corazón se centra en cosas fatuas, las apariencias se falsean; cuando está libre de artificio, las apariencias son reales. Cuando el corazón está lleno de orgullo, surge la envidia por los demás; cuando está libre de orgullo, los demás son respetados. Cuando el corazón está lleno de uno mismo, se duda de los demás; cuando el corazón es desinteresado, se confía en los demás. Cuando el corazón está lleno de errores, los demás parecen una amenaza; cuando está libre de error, no hay nada que temer. Cuando el corazón está lleno de obstáculos, se hace daño a los demás; cuando el corazón está libre de obstáculos, nadie es dañado. Cuando el corazón está lleno de codicia, se adula a los demás; cuando está libre de codicia, no hay necesidad de adular. Cuando el corazón está lleno de ira, se dicen palabras duras; cuando está libre de ira, se dicen palabras de paz. Cuando el corazón está lleno de paciencia, todo se pude poner en orden; cuando no es paciente, todo se desmorona. Cuando el corazón está lleno de engreimiento, se ignora la bondad de los demás; cuando está libre de engreimiento, se aprecia la bondad de los demás. Cuando el corazón está lleno de avaricia, las necesidades son interminables; cuando está libre de avaricia, no se necesita nada extra. Cuando el corazón está lleno de fantasías, se culpa a los demás; cuando está libre de fantasías, no se menosprecia a nadie. Cuando el corazón está lleno de sinceridad, es fácil sentirse contento; cuando no es sincero, no hay...
El devorador de ensaladas
Dos monjes paseaban por el jardín de su monasterio, conversando sobre asuntos intrascendentes, cuando uno de ellos paró su pie un segundo antes de aplastar a un hermoso caracol que se cruzaba por el húmedo sendero. Con delicada precisión tomó al desorientado animalito entre su pulgar y su índice y lo miró tiernamente. El monje se sentía feliz de no haber interrumpido el ciclo de vida y muerte de ese pequeño destino. Delicadamente lo colocó encima de una fresca lechuga. El devorador de ensaladas Sonriente miró a su compañero buscando su complacencia, pero se encontró un rostro frío que encorvaba una ceja: -¡Incosciente! Ahora, salvando a ese insignificante caracol, pones en peligro el huerto de lechugas que nuestro jardinero cultiva con tanto esmero. Ambos discutieron acaloradamente bajo la mirada curiosa de otro monje que se acercó a arbitrar la disputa. Como no conseguían ponerse de acuerdo, este último propuso contarle el caso al gran sacerdote. Él sería lo bastante sabio para decidir cual de los dos tenía razón. Se dirigieron pues, los tres al anciano, y el primer monje expuso el caso. -Has hecho bien. Era lo que convenia hacer -contestó el sacerdote. El segundo monje dio un brinco: -¿Cómo? ¿Salvar a un devorador de ensaladas?¿Eso es lo que convenía hacer? Debíamos haber proseguido nuestro camino sin importarnos si aplastábamos aquel minúsculo caracol. Eso hubiese protegido el trabajo del jardinero gracias al cual tenemos todos los días buenos alimentos para comer. El gran sacerdote escuchó, movió pensativo la cabeza y dijo: -Es verdad. Es lo que convendría haber hecho.Tienes razón. El tercer monje, que había permanecido en silencio hasta entonces, se adelantó: -¡Pero si sus puntos de vista son diametralmente opuestos! ¿Cómo pueden tener razón los dos? El gran sacerdote miró largamente al tercer interlocutor. Reflexionó, movió la cabeza y con una cálida sonrisa en su rostro sentenció: -Es verdad. También tú tienes razón. Foto: Yutaka...
El oro y las ratas
Había una vez un rico mercader que, a punto de hacer un largo viaje, tomó sus precauciones. Antes de partir quiso asegurarse de que su fortuna en lingotes de oro estaría a buen recaudo y se la confió a quien creía un buen amigo. Pasó el tiempo, el viajero volvió y lo primero que hizo fue ir a recuperar su fortuna. Pero le esperaba una gran sorpresa. -¡Malas noticias! -anunció el amigo-. Guardé tus lingotes en un cofre bajo siete llaves sin saber que en mi casa había ratas. ¿Te imaginas lo que pasó? El oro y las ratas -No lo imagino -repuso el mercader. -Las ratas agujerearon el cofre y se comieron el oro. ¡Esos animales son capaces de devorarlo todo! -¡Qué desgracia! -se lamentó el mercader-. Estoy completamente arruinado, pero no te sientas culpable, ¡todo ha sido por causa de esa plaga! Sin demostrar sospecha alguna, antes de marcharse invitó al amigo a comer en su casa al día siguiente. Pero, después de despedirse, visitó el establo y, sin que lo vieran, se llevó el mejor caballo que encontró. Cuando llegó a su casa ocultó al animal en los fondos. Al día siguiente, el convidado llegó con cara de disgusto. -Perdona mi mal humor -dijo-, pero acabo de sufrir una gran pérdida: desapareció el mejor de mis caballos. -Lo busqué por el campo y el bosque pero se lo ha tragado la tierra. -¿Es posible? -dijo el mercader simulando inocencia-. ¿No se lo habrá llevado la lechuza? -¿Qué dices? -Casualmente anoche, a la luz de la luna, vi volar una lechuza llevando entre sus patas un hermoso caballo. -¡Qué tontería! -se enojó el otro. ¡Dónde se ha visto, un ave que no pesa nada, alzarse con una bestia de cientos de kilos! -Todo es posible -señaló el mercader-. En un pueblo donde las ratas comen oro, ¿por qué te asombra que las lechuzas roben caballos? El mal amigo, rojo de vergüenza, confesó que había mentido. El oro volvió a su dueño y el caballo a su establo. Hubo disculpas y perdón. Y hubo un tramposo que supo lo que es caer en su propia trampa. Fuente texto y foto: El Arte de la Estrategia...
La rosa y la inutilidad de las palabras
Los discípulos estaban enzarzados en una discusión sobre la sentencia de Lao Tse: Los que saben no hablan; los que hablan no saben. La rosa y la inutilidad de las palabras Cuando el Maestro entró donde aquellos estaban, le preguntaron cuál era el significado exacto de aquellas palabras. El Maestro les dijo: ¿Quién de vosotros conoce la fragancia de la rosa? Todos la conocían. Entonces les dijo: Expresadlo con palabras. Y todos guardaron silencio. Fuente: El Arte de la Estrategia Imagen Josch13 en...
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