Diferencia entre el bien y mal
El discípulo preguntó al maestro zen: -¿Cómo puedo distinguir el bien del mal? -Es una pregunta tonta. Reflexiona y respóndeme tú mismo. Después de reflexionar, dijo el discípulo: -Es muy sencillo. Todo aquello que puede destruir las cosas hechas con amor es el mal. -¿Has visto alguna vez un tigre? Cuando el tigre sale en busca de comida para sus hijos y encuentra en el bosque una hermosa cierva, fruto del amor entre sus padres, ¿acaso no la devora? -Sí -dijo el discípulo-. Me siento confundido. -Lo que va contra nuestra naturaleza es el mal -respondió el maestro-. Todo lo demás es el bien....
Al final, éstos son mis amigos
-Este rey es poderoso porque tiene un pacto con el demonio -decía una beata en la calle-. El niño se quedó intrigado. Poco después, mientras viajaba a otra ciudad, el niño oyó comentar a un hombre que estaba a su lado: -Todas las tierras pertenecen al mismo dueño. ¡Esto es cosa del diablo! Al final de una tarde de verano, una bella mujer pasó al lado del niño. -¡Esa mujer está al servicio de Satanás! -gritó un predicador, indignado. A partir de entonces, el niño decidió buscar al demonio. -Se dice que usted hace a las personas poderosas, ricas y hermosas- le dijo el niño, en cuanto lo hubo encontrado. -No es así exactamente -respondió el demonio-. Tu sólo has oído la opinión de los que me quieren aupar. ...
Observar lo que Es
“No puedo centrarme en la respiración porque tengo catarro”. Esta queja es frecuente en el invierno o en la época de alergias. Creemos que cuando la guía verbal nos dice “centra tu conciencia en la respiración”, ésta debe ser fluida o debe tener un determinado ritmo. Pero si nos fijamos bien no da ninguna instrucción sobre cómo debe ser la respiración, simplemente pide que observemos. Cuando estamos acatarrados, y la nariz está taponada, quizá respiremos por la boca, quizá sintamos incomodidad y molestias. Con molestias o sin molestias, nuestro trabajo es el mismo: observar lo que sea que haya Ahora. Incluida la incomodidad. Incluido el rechazo a la incomodidad. La mente condicionada da por sentada por muchas cosas, sobrepone sobre la realidad capas de conceptos y de juicios. “La respiración debe ser fluida”, “no puedo respirar” (lo que es una exageración, porque si no pudieras respirar te morirías), “debo respirar más despacio”, “no debería sentir mi corazón palpitar con tanta fuerza”… Es un hábito fuertemente enraizado. Etiquetamos y enjuiciamos continuamente, sin siquiera darnos cuenta. La mente reduce la realidad a conceptos simples y los enjuicia: “la orquídea es blanca”. ¿Es blanca? Mírala bien. Atentamente, sin etiquetas, sin nombres de colores y verás que no es blanca. “Blanco” es un concepto, el cerebro reúne todos los matices de grises y diferentes tonos que percibe en la flor como “blanco”. Esa capacidad de unificar una multiplicidad de sensaciones en una sola etiqueta es práctico, muy práctico. Pero limita la realidad. Si queremos pintar la flor nos damos cuenta de la infinidad de matices, de tonos distintos en sus pétalos. La realidad es que no es blanca, sólo en algún punto de luz, quizá en el borde de algún pétalo, quizá sólo ahí vemos de verdad el blanco. El resto son tonos de grises y nacarados. Observar la respiración es una práctica para la observación de la realidad cotidiana. Estabiliza la atención y es el comienzo de la observación sin etiquetas ni juicios.Observar la respiración, sin enjuiciarla, puede resultar difícil al comienzo. Al enjuiciarla la respiración se bloquea, lo que es una experiencia muy frecuente al comienzo de la práctica del Mindfulness. Con práctica los juicios cesarán, y la respiración fluirá con naturalidad, con o sin catarro. Pero es mucho más difícil observar con esa ecuanimidad y serenidad la realidad cotidiana, los atascos, las malas caras, la basura, o las noticias. Por eso, la práctica con la respiración es un primer paso sumamente importante. Se empieza por lo pequeño, sin olvidarnos que luego tenemos que llevar esa capacidad a nuestra vida cotidiana. Vamos a observar la realidad tal y como es, tal...
El mirlo y las otras aves
Un viejo mirlo encontró una miga de pan y salió volando con ella. Al verlo, los pájaros más jóvenes corrieron a atacarlo. Frente al inminente combate, el mirlo tiró la miga de pan a la boca de una serpiente, pensando: «Cuando se es viejo, se ve la vida de otra forma: perdí mi alimento, es verdad, pero puedo encontrar otra miga de pan mañana. Sin embargo, si hubiera insistido en cargar con ella, habría desatado una guerra en el cielo; el vencedor despertaría envidia, los otros se armarían para combatirlo, el odio llenaría el corazón de los pájaros, y tal situación podría durar mucho tiempo. La sabiduría de la belleza consiste en saber cambiar las victorias inmediatas por las conquistas duraderas.»...
WU WEI, la inacción activa
WU WEI, la inacción activa, el no hacer haciendo, la paradoja de ser activos en la inactividad. El agua, Ryu Sui, como el Principio Defensivo, se amolda a los obstáculos, los rodea, pasa por encima de ellos, no se opone, es débil, elástica, fluida…. Y la piedra es dura, pesada, firme. El agua nada puede hacer ante la dureza de la roca, así es que la rodea y fluye a través de ella. Y esa es la metáfora taoísta del Wu Wei, porque, sin embargo, la constancia del agua, que aparentemente no hace nada, terminará por desgastar y destruir la dura roca. En Karate Ryu Sui o Nagashi, agua que fluye, representa una forma de recibir al adversario sin oponerse a él, canalizándolo, dejando su ataque sin efecto, pero sin chocar, sin oponerse, facilitando la canalización de la fuerza. Esa metáfora es, a veces, tomar una actitud muy sabia para nuestra vida. No oponerse, no dar la imagen de enfrentamiento, dejar hacer canalizando el resultado a nuestra conveniencia suele ser mejor que chocar. Mi Sifu Shunyou Xu un día me dijo : Moncho, después de años de observarte veo que tu siempre vas recto, y en la vida chocar contra un muro no es bueno, también puedes sortearlo, saltarlo, o pasarlo por debajo, si tu siempre recto, siempre choca y tu puede roto. Lamentablemente he de reconocer que mi Sifu tiene razón, debería aplicarme la filosofía que predico, pero, después de tantos años, tengo las rodillas un poco anquilosadas, y no se me da bien agacharme, así es que bajarme los pantalones menos todavía…....
La serpiente asesina
En un pequeño pueblo, hace ya muchos años, habitaba una serpiente de enormes dimensiones que atemorizaba a sus habitantes. No podían salir de sus casas de noche, y tenían prohibido caminar por la zona montañosa donde la serpiente habitaba. Pero un día, un joven valiente y atrevido decidió gastar toda su fortuna e irse a aprender lejos, muy lejos, las técnicas para matar serpientes de manos de los más afamados adiestradores de serpientes del mundo. Tras una sentimental despedida se embarcó, ni corto ni perezoso, a su aventura. – ¡Practicaré sin descanso y os libraré de la serpiente! – Aseguró al marcharse. Los habitantes del pueblo le despedían moviendo sus pañuelos en señal de agradecimiento; las mujeres lloraban. Pasaron los meses, pasaron los años, y el joven se entrenaba sin descanso por todas las partes del mundo. Al fin, un día, apareció por el horizonte su figura y, deteniéndose en la plaza del pueblo, comenzó a gritar para que la serpiente apareciese y le atacase. Ya se consideraba preparado para enfrentarse a ella. Lo que más le extrañó es que nadie había salido a recibirle, pero pensaba que quizá estarían demasiado asustados como para hacerlo, o tal vez la serpiente tuviera descendencia y ahora se enfrentaban a más de una a la vez, lo que les hacía recluirse en sus casas más aún. Sin embargo, desde una casa, abriendo una ventana del piso alto, le gritó un hombre: – ¡Cállate ya! – ¡Vengo a libraros de la serpiente, soy yo! – Le habló el valeroso recién llegado, con una mueca de orgullo en su rostro. Pero el otro gritó: – ¡La serpiente se ha muerto hace mucho tiempo, y nos hemos comido su carne en una gran fiesta! ¡Tenías que haber estado para celebrarlo, y no perdiendo el tiempo por ahí! El joven se quedó boquiabierto. Dicen que se fue a vivir a una gruta y no regresó más al pueblo. No pierdas el tiempo intentando lograr unos fines con recursos equivocados. Medita ante todo lo que necesites y si la tarea requiere lo que tú piensas o bien no es eso lo que se necesita. Tal vez sean tus propios deseos y necesidades, tu propio alter-ego o valor mal encauzado, quienes te llevan a ello. El fracaso no es solamente perder en la acción emprendida, sino equivocar el método para afrontarla, a veces, incluso mucho antes de enfrentarse a ella. Imagen TheDigitalArtist en...
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