Reflejo de la Vida
Había una vez un sabio anciano que pasaba los días sentado junto a un pozo a la entrada de un pueblo. Un día pasó un joven, se acercó y le preguntó lo siguiente: Nunca he venido por estos lugares, ¿cómo son la gente de esta ciudad? El anciano le respondió con otra pregunta: ¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de donde vienes? Egoístas y malvados, por eso estoy contento de haber salido de allá. Así son los habitantes de esta ciudad, le respondió el anciano. Un poco después, pasó otro joven, se acercó al anciano y le hizo la misma pregunta: Voy llegando a este lugar, ¿cómo son los habitantes de esta ciudad? El anciano le respondió de nuevo con la misma pregunta: ¿Cómo son los habitantes de la ciudad de donde vienes? Eran buenos y generosos, hospitalarios, honestos y trabajadores. Tenía tantos amigos que me ha costado mucho separarme de ellos. También los habitantes de esta ciudad son así, respondió el anciano. Un hombre que había llevado sus animales a beber agua al pozo y que había escuchado la conversación, en cuanto el joven se alejó le dijo al anciano: ¿Cómo puedes dar dos respuestas completamente diferentes a la misma pregunta realizadas por dos personas? Mira, respondió el anciano, cada persona lleva el universo en su corazón. Quien no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo encontrará aquí. En cambio, aquel que tenía amigos en su ciudad, también encontrará amigos fieles y leales en cualquier parte. Porque las personas son lo que encuentran en sí misma, y encuentran siempre lo que esperan encontrar. Foto:...
Solo quiero aire
El joven llevaba un tiempo reflexionando sobre el sentido de su vida. Y, para su desconcierto, barajaba múltiples posibilidades sin que destacase ninguna. Un día se decidió por ir a ver a un reputado y sabio maestro y pedirle consejo: Señor, ¿qué debo hacer para conseguir lo que quiero?, le preguntó. El sabio no contestó. El joven después de repetir su pregunta varias veces con el mismo resultado se marchó y volvió al día siguiente con la misma demanda. No obtuvo ninguna respuesta y entonces volvió por tercera vez y repitió su pregunta: ¿Qué debo hacer para conseguir lo que quiero, Señor? El sabio le dijo: Ven conmigo. Y se dirigieron a un río cercano. Entró en el agua llevando al joven de la mano y cuando alcanzaron cierta profundidad el sabio se apoyó en los hombros del joven y lo sumergió en el agua y pese a los esfuerzos del joven por desasirse de él, allí lo mantuvo hasta casi ahogarlo. Al fin lo dejó salir y el joven respiró recuperando su aliento. Entonces le preguntó el sabio: Cuando estabas bajo el agua, ¿qué era lo que más deseabas? Sin vacilar contestó el joven: Aire, quería aire. ¿No hubieras preferido mejor riquezas, comodidad, placeres, poder o amor? No, señor, deseaba aire, necesitaba aire y solo aire -fue su inmediata respuesta sin vacilación. Entonces, le contestó el sabio, para conseguir lo que tú quieres debes quererlo con la misma intensidad que necesitabas el aire, debes luchar centrándote en ello y excluir todo lo demás. Debe ser tu única aspiración día y noche. Si tienes ese fervor, conseguirás sin duda cualquier cosa que anheles. Foto:...
El perro y la pantera
Un señor va de safari fotográfico al África y lleva a su perrito, un día, el perrito se aleja del grupo, se extravía y comienza a vagar solo por la selva. En eso, ve a lo lejos que viene una pantera enorme a toda carrera. Al ver que la pantera lo va a devorar, piensa rápido qué hacer. En eso ve un montón de huesos de un animal muerto y empieza a mordisquearlos. Cuando la pantera está a punto de atacarlo, el perrito dice: -¡¡¡Ahhh, qué rica pantera me acabo de comer!!! La pantera lo alcanza a escuchar y frenando en seco, gira y sale despavorida pensando: -¡¡¡¿Quién sabe qué animal será ese?… ¿A ver si me come a mí también ?!!! Un mono que andaba trepado en un árbol cercano, oyó y vio la escena…Sin más, salió corriendo tras la pantera para contarle cómo la había engañado el perrito: -¡Cómo serás de idiota… Esos huesos ya estaban ahí! Además, ¡sólo es un simple perrito! La pantera, recontra caliente, sale corriendo a buscar al perrito con el mono montado en el lomo. El perrito ve a lo lejos que viene nuevamente la pantera con el mono y se da cuenta que lo delataron. -¿Y ahora qué hago? piensa todo asustado. Entonces, en vez de salir corriendo, se queda sentado dándoles la espalda, como si no los hubiera visto, y en cuanto la pantera está cerca de atacarlo de nuevo, el perrito exclama: -¡Este mono imbécil, hace como media hora que lo mandé a traerme otra pantera y todavía no aparece !!! *MORALEJA:* EN MOMENTOS DE CRISIS, LA IMAGINACIÓN ES TAN IMPORTANTE COMO EL CONOCIMIENTO; LA AUDACIA MÁS QUE LA FUERZA; Y LA PÉRDIDA DEL MIEDO PUEDE CONTRA TODO MAL Y ATAQUE ARTERO…. *Procura ser imaginativo como el PERRITO, *Evita SER IDIOTA como la PANTERA, * Y NUNCA, PERO NUNCA SEAS TAN MEZQUINO COMO EL MONO....
Hacer una petición (tradición budista)
Cierta mujer invocaba el nombre de Buda cintos de veces al día, sin entender jamás la esencia de sus enseñanzas. Después de diez años lo único que consiguió fue aumentar su amargura y su desespero, pues pensaba que sus súplicas no eran oídas. Un monje budista se dio cuenta de lo que sucedía, y una tarde fue a su casa: -Señora Cheng, ¡abra la puerta! La mujer se irritó e hizo sonar una campana en señal de que estaba rezando y no quería que la molestaran. Pero el monje insistió varias veces.: ¡Señora Cheng, ¡tenemos que hablar! Ella, furiosa, abrió la puerta con violencia: -¿Qué clase de monje es usted, que no se da cuenta de que estoy rezando? -Sólo he llamado cuatro veces, y mire cómo se enfada. Imagine cómo se sentirá Buda, después de que lo haya estado llamando durante diez años. «Si llamamos con la boca, pero no sentimos con el corazón, no ocurrirá nada. Cambie su modo de invocar a Buda; entienda lo que él dice, y él entenderá lo que dice...
La verdadera espiritualidad
Le preguntaron al Maestro: «¿Qué es la espiritualidad?». «La espiritualidad», respondió, «es lo que consigue proporcionar al hombre su transformación interior». Pero si yo aplico los métodos tradicionales que nos han transmitido los Maestros, ¿no es eso espiritualidad?». «No será espiritualidad si no cumple para ti esa función. Una manta ya no es una manta si no te da calor». «¿De modo que la espiritualidad cambia?». «Las personas cambian, y también sus necesidades. De modo que lo que en otro tiempo fue espiritualidad ya no lo es. Lo que muchas veces pasa por espiritualidad no es más que la constancia escrita de métodos pasados». Fuente: Anthony de Mello Foto: h....
La Grulla Agradecida. Cuento Japonés
Erase una vez un joven que vivía solo en una casita al lado del bosque. De regreso a casa durante un día de invierno bastante nevioso, oyó un ruido extraño. Se puso a caminar hacia un campo lejano de donde venía el sonido, y allí descubrió una grulla tumbada sobre la nieve llorando de dolor. Una flecha incada en el ala tenía, pero el joven, muy cariñoso, se la quitó con mucho cuidado. El pájaro, ya libre, voló hacia el cielo y desapareció. El hombre volvió a casa. Su vida era muy pobre. Nadie le visitaba, pero esa noche a la puerta sonó un frap-frap-frap. “¿Quién será, a esta hora y en tanta nieve?” pensó él. ¡Qué sorpresa al abrir la puerta y ver a una mujer joven y bonita! Ella le dijo que no podía encontrar su camino por la nieve, y le pidió dejarla descansar en su casa, para lo cual él fue muy dispuesto. Se quedó hasta el amanecer, y también el día siguiente. Tan dulce y humilde era la mujer que el joven se enamoró y le pidió ser su esposa. Se casaron, y a pesar de su pobreza, se sentían alegres. Hasta los vecinos se alegraban de verlos tan contentos. Pero el tiempo vuela y pronto llegó otro invierno. Se quedaron sin dinero y comida, tan pobres como siempre. Un día, para poder ayudar un poco, la mujer joven decidió hacer un tejido y su marido le construyó un telar detrás de la casa. Antes de empezar su trabajo ella pidió a su marido que le prometiera que nunca entraría en el cuarto. El lo prometió. Tres días y tres noches trabajó ella sin parar y sin salir del cuarto. Casi muerta parecía cuando la mujer joven por fin salió, a su marido le presentó un tejido hermoso. El lo vendió y consiguió un buen precio. El dinero les duró bastante tiempo pero cuando se acabó todavía seguía el invierno. Otra vez se puso a tejer la mujer joven, y otra vez su marido le prometió que no entraría en el cuarto. Fueron no tres sino cuatro días cuando ella, viéndose peor que la vez siguiente, salió del cuarto y le dio a su marido un tejido de tan gran maravilla que, al venderlo en el pueblo, consiguieron dinero suficiente para dos inviernos duros. Más seguros para el futuro que nunca, desafortunadamente el hombre se hizo avaro. Atormentado, tanto por el deseo de ser rico como por los vecinos siempre preguntándole que cómo se podía tejer sin comprar hilo, el joven le pidió a su mujer hacer otro tejido. Ella pensaba que tenían bastante...
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