La Mente Enmarañada
Yolanda Calvo Gómez – Psicóloga Dos mujeres entran en el vestuario del gimnasio charlando animadamente. Una de ellas muy alta, muy morena, muy delgada, explica con gestos un poco rígidos y bruscos que ella no soporta los masajes, que se pone muy nerviosa.“Mira que este fisio es de los naturistas, te pone música relajante y pone velitas, y te da un masaje que a otra gente la relaja un montón… Pues, nada, yo me pongo super nerviosa. No lo soporto. Y es que empiezo a pensar en los niños, lo que tengo que hacer, mis preocupaciones, y esto y lo otro, y me pongo atacada, no soporto estar ahí quieta.” Muchos maestros orientales cuando vienen a enseñar Meditación a Occidente explican que encuentran la mente occidental muy llena de ‘objetos’ de obstáculos: que pensamos muchas cosas, muy rápido, muy caóticamente, sin ningún control. Es lo que yo llamo la mente enmarañada (greñúa, dirían en Andalucía). Tenemos una mente tan caótica, tan desordenada, tan enmarañada, que por ella cuesta pasar el ‘peine’ del Mindfulness. Para mucha gente, entonces, será imposible empezar a hacer una meditación, centrar su mente, durante treinta, ni siquiera quince, ni diez minutos. Necesitarán hacer, varias veces al día, sesiones muy cortas, muy breves, que duren apenas dos o tres minutos. Aunque parezca mentira, mantener esa práctica durante las primeras semanas, tendrá un efecto muy potente. Yo a veces recomiendo hacer una Pausa Mindfulness, de dos o tres minutos, cada hora o dos horas. Como mínimo tres veces al día. Pero si se puede practicar cada hora o dos horas, el resultado es mucho mayor. Es más, para muchas personas observar sin alterarse cómo está el estado de su propia mente será, en un principio, un poco aterrador. Así que el primero objetivo será estabilizar la mente, calmarla lo suficiente como para poder “observar” con una mínima quietud y serenidad. Voy a utilizar una metáfora que se suele utilizar en el Mindfulness y que tomo prestada de Jon Kabat-Zinn (Mindfulness for Beginners). Imaginemos que tenemos un telescopio y que queremos observar la luna. Pero que colocamos nuestro telescopio sobre un colchón de agua. Por muy quietos que intentemos estar, será imposible observar con claridad. Apenas veremos una mancha redonda y brillante moverse continuamente delante de nuestra vista. Un resultado mareante. Sin embargo, si estabilizamos nuestro telescopio sobre suelo firme, si lo enfocamos, podremos observar una imagen de la luna clara y nítida, estable y quieta. Eso es lo que hacemos con la práctica del Mindfulness, estabilizar nuestra mente. Una vez que está mínimamente estable, podremos observar, ya no sólo nuestra respiración o nuestro cuerpo, si no que podremos...
Todo Prestado
Yolanda Calvo Gómez – Psicóloga Vivimos con la falsa sensación de seguridad de que todo lo que poseemos es realmente nuestro. Nuestra casa, nuestra pareja, nuestros hijos, nuestra familia, nuestro trabajo, incluso nuestro cuerpo. Los pronombres posesivos y los personales llenan nuestra identidad: “yo”, “mí”, “mío”, “conmigo”. En los países occidentales, cuya población es sólo un pequeño porcentaje de la población mundial, crecemos con la falsa sensación de que mañana voy a estar aquí, voy a tener la misma familia, la misma casa, la misma pareja, la misma salud. Normalmente, la verdad, esta idea de continuidad va a ser una predicción certera. Mañana será como hoy. Hoy ha sido como ayer. Una continuidad en la que suavemente ocurren cambios y damos curvas en el camino. Sin embargo, no siempre es así. A veces las crisis, personales o globales, vienen a golpear nuestra vida, para despertarnos con un buen sacudón. Mañana podemos estar enfermos, mañana nuestra pareja nos puede abandonar, o somos nosotros los que lo haremos, mañana podemos no tener trabajo, o casa, mañana la muerte puede visitar nuestro hogar, o a nosotros mismos. Pero también, mañana podemos conocer a alguien maravilloso que dé un nuevo rumbo a nuestra vida; mañana podemos tener un golpe de suerte; mañana puede ocurrir algo extraordinario que nos haga sentirnos intensamente plenos; mañana nos puede tocar la lotería. De igual forma que no tendría mucho sentido hacer planes para el mañana con una lotería que aún no nos ha tocado, de igual manera, vivir con una constante sensación de inseguridad y peligro no tendría tampoco sentido y generaría una ansiedad insoportable. Como siempre, todo es cuestión de equilibrio. Tener esa sensación de inseguridad constante, maximizar la probabilidad del peligro nos producirá una ansiedad, una sensación de riesgo inminente, que al alargarse en el tiempo, producirá una ansiedad y estrés prácticamente inaguantable. No podemos vivir con un tigre en la casa de nuestra mente todo el tiempo. Una de dos: o domamos el tigre, y nos damos cuenta de que es un gato, o el tigre se tiene que ir de nuestra casa. Sin embargo, vivir con la falsa sensación de que todo va a seguir siempre igual, y de que todo nos es debido, es causa, igualmente, de infinidad de problemas emocionales, especialmente aquellos que tienen que ver con la rabia, la irritabilidad y el resentimiento. ¿Por qué estas emociones? Porque cuando sentimos que la vida o el azar nos “quita” algo que consideramos “nuestro” nos enfadamos, lo consideramos injusto, y ante la injusticia sentimos resentimiento. Un dicho común es afirmar “la vida es injusta”, como si la Vida pudiera ser una persona, un...
¡Peligro!: ¡Elogios Resbaladizos!
Yolanda Calvo Gómez -Psicóloga (Continuación de la entrada sobre la Autoestima: Autoestima Alta y Crecimiento Positivo Continuo). Estamos acostumbrados a elogiar a nuestros niños. Lo hacen los maestros, los padres, los abuelos, los tíos, los padrinos, los vecinos: ¡Eres un campeón! o¡Qué niña más lista!, son frases que decimos y se oyen repetir por todas partes. En educación hemos pasado de una época en la que no se elogiaba nada porque tu deber “era portarte bien y sacar buenas notas”, a una época en la que se elogia constantemente para que al niño o niña le suba la autoestima. La Psicología y la Ciencia no se libran tampoco de las modas, y ahora se está revalorizando de nuevo el esfuerzo, es sí, desde una perspectiva más científica. Carol S. Dweck lleva treinta años investigando cómo afectan los diferentes tipos de elogio a los niños y a los jóvenes. Y resulta que el elogio que los defensores de la autoestima proclamaban que debíamos prodigar con generosidad puede resultar un arma de doble filo. Esta investigadora ha realizado varios estudios con niños y jóvenes de distintas edades para observar los efectos de diferentes tipos de elogio. En un estudio estudiantes de nueve y diez años comienzan realizando un puzzle muy sencillo. A un grupo de niños se les elogia por su inteligencia, “¡Vaya! Has puesto bien estas piezas, debes ser listo con esto”; mientras que al otro grupo se le elogiaba su esfuerzo: “Debes haberte esforzado mucho”. Luego se les da un puzzle más difícil con el que, lógicamente, van a obtener peores resultados. Lo que ocurre es que aquellos estudiantes que habían sido alabados por su inteligencia no disfrutaron de la segunda tarea, más difícil, y no se la quisieron llevar a casa para practicar, es más, se sentían torpes y poco inteligentes. Parece lógico. Sin embargo, aquellos a los que se había elogiado su esfuerzo mantuvieron su autoestima a pesar de las dificultades y los fallos, disfrutaron del desafío y querían practicar más en casa. Finalmente les dieron un tercer puzzle igual de fácil que el primero. Los estudiantes a los que se había elogiado su inteligencia lo hicieron peor que en el primer intento. Al contrario, los estudiantes que habían sido elogiados por su esfuerzo lo hicieron mucho mejor esta segunda vez, y obtuvieron las mejores puntuaciones. Aún realizaron una prueba más en la que contestaron por escrito unas preguntas sobre lo que habían hecho, les dijeron que ese resumen lo leerían niños de otra escuela. En una de las preguntas se les pedía que puntuaran su ejecución en la segunda tarea, la más difícil. De cada diez niños a los...
Autoestima Alta y Crecimiento Positivo Continuo
Yolanda Calvo Gómez – Psicóloga . Todas las culturas tienen sus mitos. Y, como mitos que son, nadie, o casi nadie, los pone en duda. Uno de los mitos de nuestra cultura, a nivel económico, y que ahora se está tambaleando, es el del Crecimiento Positivo Continuo. Ya sólo el término “crecimiento positivo” es una perogrullada, ¿Cómo quieren que sea el crecimiento? Que haya “crecimiento negativo”, es sin duda una contradicción del tipo “subir para abajo”. ¿Por qué no hablar de recesión? ¿Nos da miedo llamar a las cosas por su nombre? Pero, además, el crecimiento debe ser “continuo”. Debemos ser cada vez más fuertes, más altos, más ricos, con más posesiones, con más objetos, con más consumo, con más felicidad. ¿De verdad? ¿No se ve lo ilógico de esta lógica en un mundo en el que lo único que permanece, es que nada permanece, todo sufre fluctuaciones y a veces llega a desaparecer? Dejemos a los economistas debatir sobre este mito y vamos a centrarnos sobre otro mito psicológico que yo veo tiene relación con éste y es el de que la autoestima tenga que ser positiva. ¡No pongas caras raras y da una oportunidad a otros planteamientos!. En 1969 Nathaniel Branden publicó La Psicología de la Autoestima, defendiendo que ésta era la faceta más importante del ser humano y que era importante hacer todo lo posible por lograr una autoestima positiva. Desde entonces, la autoestima sirve para explicar casi todo: el niño suspende porque tiene baja autoestima, tu pareja te engaña porque necesita subir su autoestima con relaciones extramaritales, otra persona bebe por su baja autoestima, y otra grita y tiene ataques de furia porque su autoestima baja le hace ser agresivo… la autoestima parece estar en el origen de una buena porción de problemas psicológicos. La autoestima tomó en Psicología el mismo papel que los virus en la medicina: lo explica casi todo. Es más, el impacto de la autoestima en educación ha sido impresionante, hay que animar a los chavales, se les estimula y se les da elogios constantemente, incluso algunos colegios dejaron de corregir con color rojo, y cuando hacen torneos le dan medalla a todos los participantes. El niño ya no necesita flotador en la piscina, nada como un perrillo, pero ya flota, los padres orgullosos le dicen que es un campeón. Otro padre va al colegio a quejarse ante un profesor, cree que la baja nota que le ha puesto minará su autoestima. La lista de ejemplos no tendría fin, incluso en EE.UU., un colegio en la clase de gimnasia, para practicar saltar a la comba eliminó la comba, para que los...
Mindfulness: Conciencia en el Cuerpo
Yolanda Calvo Gómez – Psicóloga . Nuestro cerebro no es sólo esa masa blanda y gelatinosa que tenemos dentro del cráneo, entre las orejas. El cerebro ocupa todo el cuerpo. Se extiende por medio de sus axones y conexiones hasta la parte más alejada de nuestro cuerpo e incluso tiene unas cuarenta mil neuronas en el corazón. Estas conexiones ayudan a que los centros del cerebro superior controlen funciones autonómicas o automáticas (como la digestión, niveles de hormonas, o presión arterial), y otras voluntarias (como el movimiento). También envían a los centros superiores información de qué ocurre dentro del cuerpo, funcionamiento y sensaciones de órganos internos, estómago lleno o vacío, calambres en los intestinos, latidos del corazón… Las emociones se sienten siempre como sensaciones físicas, un nudo en el estómago o en la garganta, una punzada en el corazón, temblor, sudor… Así que es nuestro cuerpo quién nos informa de cómo nos sentimos. Por ejemplo, si estoy en un examen y tengo ganas de ir al baño al poco de haber ido, no he podido desayunar porque no me entraba nada en el estómago, sudo a pesar de que la temperatura es agradable, y me tiembla el pulso, pensaré: “estoy hecha un flan”. Si, por el contrario, he desayunado estupendamente, he ido al baño antes del examen y me he quedado bien, no sudo salvo que haga calor y mi pulso es firme, entonces interpretaré: “¡Vaya! ¡Qué tranquila que estoy!”. De esta forma, es nuestro cuerpo quién nos dice qué emociones sentimos, y esas emociones nos empujan a actuar de una u otra forma. Si estoy nerviosa en el examen, intentaré huir de la situación, si puedo (cosa que, generalmente, no puedo). Pero si estoy tranquila, me quedaré y lo terminaré. Para muchas personas tener conciencia de cómo sienten las emociones en su cuerpo es algo que resulta difícil. También resulta difícil, a veces, tener conciencia de algunas partes del cuerpo. Hay gente que no puede sentir las dos manos a la vez, por ejemplo, o no puede sentir los latidos del corazón, etc. El Hemisferio Derecho recibe más conexiones interoceptivas (con los órganos internos) que el Izquierdo, por lo que es más consciente de lo que pasa en el cuerpo y en el mundo emocional. Las personas que están excesivamente volcadas en su Hemisferio Izquierdo pueden tener problemas a la hora de identificar sensaciones corporales o las sensaciones corporales que les producen las emociones. La conciencia de las sensaciones del cuerpo, sin querer cambiarlas, sin juzgarlas, y con total aceptación, es uno de los pasos de Mindfulness. Como explica el Dr. Daniel Siegel favorece la Integración Vertical (conexión...
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