Aspectos De Mejora
Hace unas semanas uno de mis compañeros grabó toda la clase en video. A los pocos días subió los videos y hubo un montón de comentarios sobre lo “horrible” que se veía cada uno a sí mismo. Esto ya lo comenté en una publicación anterior, es normal tener una percepción distinta de uno mismo, y ver la realidad suele ser un jarrón de agua fría. Dejando aparte lo bien o lo mal que realizamos kendo, lo que sí percibí fue mucha falta de intensidad en los ejercicios, por lo menos en los que yo realizaba. Si bien es cierto que muchas veces intentamos trabajar en ciertos aspectos técnicos para ir mejorándolos, también es cierto que muchas veces nos olvidamos de dar el 100% en cada ataque, focalizándonos solo en esos detalles. Mi profesor, al cual hice una entrevista hace poco, dice que el problema principal es que nos centramos simplemente en el “palo” que tenemos en la mano y creo que tiene mucha razón. Hace poco nos propuso el siguiente ejercicio: Debíamos realizar un estudio personal de men intentando centrarnos en corregir algún defecto personal. Después de que se cumpliese el minuto, nos preguntó qué es lo que habíamos intentado corregir. Hubo respuestas dispares, “poner los pies paralelos”, “atacar desde más lejos”, “realizar bien el tenouchi”… después de escuchar prácticamente a todos los alumnos, nos infirió en que ninguno habíamos dicho nada sobre el zanshin. Es más, como mucho habíamos llegado a decir cosas hasta el contacto del shinai con el men, después nada más parecía importar, y eso que la mayoría deberíamos mejorar mucho nuestro zanshin. Yo llegué a otra conclusión adicional, tampoco ninguno dijimos nada sobre la concentración del ki del principio. En definitiva, normalmente solo nos centramos en el impacto de nuestro shinai sin importarnos el resto del ataque. Y es que muchas veces nos centramos en la punta del iceberg cuando hay mucho más en lo que ahondar. Quizás nos centralizamos en perfeccionar detalles y nos olvidamos de mejorar otros aspectos, que a lo mejor sin ser tan vistosos, darían un empujón a nuestro kendo de forma notable. Fuente: reflexionesdeunkendoka.blogspot.com.es Foto...
Estar Preparado
Andrés Sánchez Es curiosa la cantidad de similitudes que se encuentran entre la vida y diferentes actividades lúdicas que realizamos. El kendo, como no cabría esperar de otra manera, también está llena de ellas. Hace unos días, mientras estaba corriendo, me dio por pensar en la razón por la que entrenamos tan duro. Nos esforzamos día a día en perfeccionar nuestra técnica, hacemos ejercicios cardiovasculares para conseguir más resistencia física y realizamos extenuantes repeticiones que aumentan nuestra fuerza. En definitiva, nos dejamos, en algunos casos incluso literalmente, la piel para mejorar tanto técnica como físicamente. Podría interpretarse que estar mejor sería precisamente el motivo, pero creo que si simplemente pensamos eso, nos estamos quedando en una capa muy superficial del kendo, y por extensión, de la vida. Si algo nos enseña el kendo es que hay que estar concentrado. Vencer o perder en una disciplina de estas características se decide en cuestión de milésimas de segundo, quizás en menos. Cierto es que cada ippon se ha de trabajar desde el principio y que conseguir simplemente una oportunidad puede llevarnos muchos minutos, pero esa oportunidad no dura prácticamente nada, es un simple instante difuminado que se evapora casi al mismo tiempo que se creó. No es raro, por tanto, darnos cuenta de una oportunidad una vez esta se ha desvanecido. Por otro lado, aun siendo capaces de crear, ver la oportunidad y estar lo suficientemente concentrados como para reaccionar ante ella, es posible que a causa de nuestra carencia física, estemos muy cansados como para ser lo suficientemente rápidos o simplemente ni en nuestras mejores condiciones hubiésemos realizado la técnica correctamente. Hay muchos motivos a la hora de fallar un ippon y entrenamos para minimizar estos riesgos. En definitiva, entrenamos tan duro para estar preparados, para cuando surja la oportunidad, tener el mayor índice de acierto y conseguir nuestro objetivo con éxito. Las oportunidades reales de ippon durante un geiko no suelen ser muchas, igual que son pocas las oportunidades que se nos ofrecen durante nuestra vida para conseguir un gran cambio. Por ello hay que estar preparado, para minimizar los riesgos y optimizar las posibilidades de conseguir nuestro objetivo. Empieza una nueva temporada ¿estás preparado? Autor: Andrés Sánchez Fuente: reflexionesdeunkendoka.blogspot.com.es Foto portada: Andrés...
Fallarse a uno mismo
Andrés Sánchez Recuerdo que hace dos años pasé una temporada entrenando intensamente. Tenía un objetivo claro que quería conseguir a toda costa. Pasé un año entero esforzándome día a día, entrenando 12 horas semanales repartidas en 5 días como poco y corría 50 km semanales. Cuando llegó el momento de la verdad y no pude cumplir mi objetivo, mi pesar y frustración fueron enormes, sentía que había fracasado, que todo lo que me había esforzado, no servía para nada. En aquella época estaba moralmente destrozado, pero no dejé de entrenar. Seguí esforzándome, aunque rebajé las horas de entrenamiento a 9 a la semana y dejé de correr, aunque seguía asistiendo a los cursos que mi bolsillo me permitía. Me esforzaba por modificar cosas, pero la presión del tiempo había desaparecido, no tenía que llegar a ninguna parte en un momento concreto. Tampoco quedaba nada que demostrarme a mí mismo, sentía que me había fallado. Hoy miro hacia atrás y me pregunto cuál fue la razón de continuar, de seguir un paso más, sin ilusión, sin menta, sin objetivo. ¿Caminaba por caminar, por simple inercia? No lo sé, el caso es que seguí caminando. Al principio de fallar, todo eran palabras de ánimo, es más, nadie sabía que había fallado, sólo yo, a mis objetivos, a mí mismo; a todos mis pilares y creencias de que todo se puede realizar si uno se esfuerza lo suficiente. Ahora he comprendido que nuestro esfuerzo siempre sirve, pero que hay cosas imposibles. No por ello debemos dejar de intentarlas y poner todo nuestro empeño en realizarlas, pues eso nos hará mejorar en muchos sentidos, pero no debemos sentirnos decepcionados por no llegar a nuestros objetivos, simplemente no estuvieron a nuestro alcance o el enfoque para conseguirlo no era el adecuado. Esto me ha sido revelado después de fallarme una vez más. Este pasado fin de semana llegó el día que tanto había estado esperando, pero ya no tenía ilusión, ni nervios, ni ánimos, ni el espíritu que se merecía ese momento. Yo lo sabía y alguno de mis compañeros lo percibían hasta llegar hacerme el comentario de que había realizado el examen al 70%. No es verdad, no lo había realizado al 70%, lo había realizado al 60%. También me preguntaron si estaba contento de como me había salido el examen… tampoco lo estaba. Como ya he dicho mi motivación era nula, inexistente igual que los nervios. Hoy confieso que me siento avergonzado de mi examen, ni los ejercicios durante el entrenamiento en el dojo los he realizado nunca con menos espíritu. Estaba racionando la energía, la potencia, realizando los movimientos cual autómata....
La Dificultad Del Kendo
Andrés Sánchez Cuando hablamos con personas que son ajenas a algún tipo de arte marcial, una de las primeras cosas que nos preguntan, después de que le expliquemos en que consiste eso a lo que le dedicamos tantas horas, es qué cinturón somos. De alguna forma la imposición del karate o el judo, al ser las artes marciales mayoritarias, ha creado un canon en la sociedad, en el que se piensa, por parte de los no iniciados, que la meta de todo arte marcial es llegar al cinturón negro. En kendo, el equivalente a ese cinturón negro al que hacía mención es el primer Dan. Si bien es cierto que el primer Dan es el objetivo de muchos practicantes de kendo, no es menos real que ese primer Dan no es más que el primer paso que indica que tenemos los conocimientos básicos de la disciplina. Un primer Dan en kendo, como en el resto de artes marciales, demuestra interés, esfuerzo, constancia y la adquisición de una serie de técnicas que sabes realizar de forma correcta. No hay que engañarse, aprender kendo no es fácil, pero nada lo es en esta vida. Cuando nos sacamos el carné de coche o moto, creemos que sabemos conducir. Si bien tenemos los conocimientos básicos de cómo funciona un vehículo específico y sabemos las normas de circulación, esos conocimientos distan mucho de los de un conductor profesional. Y es que la práctica y la experiencia es un grado. Un conductor con un año real de práctica continua no puede compararse con alguien que lleva 20 años al volante. Pero la intención también cuenta, no es lo mismo alguien que le gusta conducir, que el que solo lo hace por necesidad. Después de un primer Dan viene el segundo, y después el tercero y así sucesivamente hasta los 8 que actualmente se pueden alcanzar. Cada adquisición de un nuevo Dan requiere de una prueba; una prueba que es evaluada por un tribunal, pero que realmente es una prueba a uno mismo. Enfrentarte a tus miedos, tus nervios, administrar el estrés y demostrarte a ti mismo lo que sabes, es el que mostrará al tribunal el grado que tienes, el grado que te mereces. Aunque la experiencia es un grado, la práctica continua también influye. Con la edad nuestros músculos se hacen más perezosos, y si no están tonificados a base de horas de entrenamiento que no solo hagan automáticos los movimientos aprendidos, sino que además den la velocidad y soltura requerida, nuestro grado puede no servir demasiado ante alguien que sí entrene con regularidad aunque su grado sea teóricamente más bajo. Si algo nos recuerda...
Mi Kendo No Mejora ¿Qué Me Pasa?
Andrés Sanchez – Kendoka Llegan momentos en el camino del kendo en el que parece que estas estancado. Que no mejoras nada en absoluto. Es más, incluso hay días que parece que lo haces peor que el anterior. Te invade una sensación de frustración, desánimo, impotencia, incapacidad… En definitiva, tienes la moral a la altura del suburbano. En ese momento tienes en la mente la impresión de tener un nivel de kendo nefasto. Una amiga dice que te brota una imagen. Un tubérculo con un shinai. Te identificas como esa planta y surge un nombre: Kendo patata. Sí, no es nada nuevo. Todos tarde o temprano tenemos esa sensación. No sabes porque sigues haciendo esto y te planteas dejarlo. “Total, para lo que sirve…”, “estoy perdiendo un tiempo que podría dedicar a otras cosas como…”, “Además, hoy me duele la cabeza…”, “No me apetece…”. Por desgracia estas frases y muchas otras se te pasarán por la cabeza. Pero, ¿realmente piensas eso? ¿Realmente piensas que no sirve para nada? Existen un montón de razones que te pueden sacar de tu error. Siempre es bueno tener un compañero más en clase con el que poder practicar. Puedes aportar muchas cosas a las personas de nivel inferior y muchas más a los de nivel superior. Muestras respeto a los que te rodean. Te enseña a perseverar y no tirar la toalla a la primera dificultad… No son muchas, son muchísimas las razones. Pero sin duda la más importante de todas está en ti. ¿Por qué haces kendo? Mi respuesta es sencilla, y creo que la tuya también. Mi respuesta es porque me gusta, me encanta, me llena y me apasiona. Y creo que no hay mejor razón que hacer lo que te gusta. Busca eso que te llevó a iniciarte en esto. Seguramente tu ilusión y ganas han mermado. Es normal, con el tiempo los esfuerzos desgastan. Pero recuerda cuando empezaste y piensa como eres ahora. Has mejorado, ¿verdad? Acuérdate de tus principios. Cuando ni siquiera llevabas bogu y apenas empezabas a dar tus primeros pasos. Cuanto has recorrido ya. El camino ha sido duro, pero no puedes negar que tuvo sus momentos divertidos, sus recompensas, momentos inolvidables. No recuerdo muy bien quien fue el primero en decirme que en kendo la progresión es escalonada, no sé si fue un profesor o un compañero. El caso es que según esta teoría nuestro aprendizaje evolucionaría escalonadamente y no de una forma continua. Yo realmente no creo en esto, aunque es muy probable que me equivoque. Yo sí creo que cada día aprendemos un poco más. Enseñamos a nuestros músculos a responder...
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