Es curiosa la cantidad de similitudes que se encuentran entre la vida y diferentes actividades lúdicas que realizamos. El kendo, como no cabría esperar de otra manera, también está llena de ellas.
Hace unos días, mientras estaba corriendo, me dio por pensar en la razón por la que entrenamos tan duro. Nos esforzamos día a día en perfeccionar nuestra técnica, hacemos ejercicios cardiovasculares para conseguir más resistencia física y realizamos extenuantes repeticiones que aumentan nuestra fuerza. En definitiva, nos dejamos, en algunos casos incluso literalmente, la piel para mejorar tanto técnica como físicamente. Podría interpretarse que estar mejor sería precisamente el motivo, pero creo que si simplemente pensamos eso, nos estamos quedando en una capa muy superficial del kendo, y por extensión, de la vida.
Si algo nos enseña el kendo es que hay que estar concentrado. Vencer o perder en una disciplina de estas características se decide en cuestión de milésimas de segundo, quizás en menos. Cierto es que cada ippon se ha de trabajar desde el principio y que conseguir simplemente una oportunidad puede llevarnos muchos minutos, pero esa oportunidad no dura prácticamente nada, es un simple instante difuminado que se evapora casi al mismo tiempo que se creó. No es raro, por tanto, darnos cuenta de una oportunidad una vez esta se ha desvanecido.
Por otro lado, aun siendo capaces de crear, ver la oportunidad y estar lo suficientemente concentrados como para reaccionar ante ella, es posible que a causa de nuestra carencia física, estemos muy cansados como para ser lo suficientemente rápidos o simplemente ni en nuestras mejores condiciones hubiésemos realizado la técnica correctamente. Hay muchos motivos a la hora de fallar un ippon y entrenamos para minimizar estos riesgos.
En definitiva, entrenamos tan duro para estar preparados, para cuando surja la oportunidad, tener el mayor índice de acierto y conseguir nuestro objetivo con éxito. Las oportunidades reales de ippon durante un geiko no suelen ser muchas, igual que son pocas las oportunidades que se nos ofrecen durante nuestra vida para conseguir un gran cambio. Por ello hay que estar preparado, para minimizar los riesgos y optimizar las posibilidades de conseguir nuestro objetivo.
Empieza una nueva temporada ¿estás preparado?
Autor: Andrés Sánchez
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