Andrés Sánchez
Recuerdo que hace dos años pasé una temporada entrenando intensamente. Tenía un objetivo claro que quería conseguir a toda costa. Pasé un año entero esforzándome día a día, entrenando 12 horas semanales repartidas en 5 días como poco y corría 50 km semanales. Cuando llegó el momento de la verdad y no pude cumplir mi objetivo, mi pesar y frustración fueron enormes, sentía que había fracasado, que todo lo que me había esforzado, no servía para nada.
En aquella época estaba moralmente destrozado, pero no dejé de entrenar. Seguí esforzándome, aunque rebajé las horas de entrenamiento a 9 a la semana y dejé de correr, aunque seguía asistiendo a los cursos que mi bolsillo me permitía. Me esforzaba por modificar cosas, pero la presión del tiempo había desaparecido, no tenía que llegar a ninguna parte en un momento concreto. Tampoco quedaba nada que demostrarme a mí mismo, sentía que me había fallado.
Hoy miro hacia atrás y me pregunto cuál fue la razón de continuar, de seguir un paso más, sin ilusión, sin menta, sin objetivo. ¿Caminaba por caminar, por simple inercia? No lo sé, el caso es que seguí caminando. Al principio de fallar, todo eran palabras de ánimo, es más, nadie sabía que había fallado, sólo yo, a mis objetivos, a mí mismo; a todos mis pilares y creencias de que todo se puede realizar si uno se esfuerza lo suficiente.
Ahora he comprendido que nuestro esfuerzo siempre sirve, pero que hay cosas imposibles. No por ello debemos dejar de intentarlas y poner todo nuestro empeño en realizarlas, pues eso nos hará mejorar en muchos sentidos, pero no debemos sentirnos decepcionados por no llegar a nuestros objetivos, simplemente no estuvieron a nuestro alcance o el enfoque para conseguirlo no era el adecuado.
Esto me ha sido revelado después de fallarme una vez más. Este pasado fin de semana llegó el día que tanto había estado esperando, pero ya no tenía ilusión, ni nervios, ni ánimos, ni el espíritu que se merecía ese momento. Yo lo sabía y alguno de mis compañeros lo percibían hasta llegar hacerme el comentario de que había realizado el examen al 70%. No es verdad, no lo había realizado al 70%, lo había realizado al 60%. También me preguntaron si estaba contento de como me había salido el examen… tampoco lo estaba.
Como ya he dicho mi motivación era nula, inexistente igual que los nervios. Hoy confieso que me siento avergonzado de mi examen, ni los ejercicios durante el entrenamiento en el dojo los he realizado nunca con menos espíritu. Estaba racionando la energía, la potencia, realizando los movimientos cual autómata. Llegue a un punto en el cual bajé incluso más el ritmo para facilitar el trabajo a mis compañeros… pido perdón por ello.
Siento que no he sido sincero, que mi examen ha sido un fraude. He mentido al tribunal, a mis compañeros, mis profesores, a aquellos que habían venido a verme y a mí mismo.
Creía que este examen no me iba a enseñar nada nuevo, pero estaba totalmente equivocado. Este examen me ha enseñado algo impagable, el por qué debemos dar el 100% de nosotros en cada momento, para no fallarnos.
Creía que este examen no me iba a enseñar nada nuevo, pero estaba totalmente equivocado. Este examen me ha enseñado algo impagable, el por qué debemos dar el 100% de nosotros en cada momento, para no fallarnos.
Ahora entiendo que hace un año no me falle, no tanto como ahora.
Autor: Andrés Sánchez
Foto portada: Τάκης..Κ
18 junio, 2014
«Caminante no hay camino, se hace camino al andar… »
Al leer esto, al igual que al compartir ciertas experiencias entre compañeros de tatami, se me evidencian como algo aún más necesario en nuestras vidas la reflexión y la capacidad para reinventarnos. Creemos que sabemos, pero no tenemos ni idea; creemos que podemos obrar milagros, pero somos como niños; creemos tener la respuesta a todo, pero sólo tenemos el comienzo de la siguiente pregunta…
Sinceramente, creo que posees cualidades esenciales para aquello que practicas. Cualidades que, si no desoyes, te permitirán llegar mucho más lejos que cualquier examen… En el camino en el que te encuentras lo único que te puede detener eres tú mismo.
Con mi mayor respeto y admiración por tus reflexiones, mucho ánimo, Andrés.
19 junio, 2014
Estoy viendo que esas cosas no me pasan solo ami.al leer esto.siempre empiezo yme lo curro,despues lo veo todo tan lejano,veo que el esfuerzo no compensara el trabajo,que no conseguire mi objetivo,que dejo de esforzarme,con lo que sin empezar ya me rindo…..el camino sin embargo es largo,con obstaculos en nuestro viaje,el principal somos nosotros,nuestro cerebro nos mandda mensajes destructivos y los recojemos y en la mayoria de los casos nos hacemos daño,nos frustramos,decimos.para que?no vale la pena,no merece la pena.nuestro profesor no nos hace caso,no nos atiende……los compañeros no nos ayudas,no nos escuchan,nos dan de lado…en definitiva 1001 escusas para dejar de esforzarnos sin haber empezado,pretendemos hacer de los demas nuestros problemas y frustraciones,cualquier obsebacion u comentario nos hace dejar de luchar,cualquier cosa es una montaña y no un grano.al que pisar y destruir en nuestro viaje,eliminar todos los mensajes dirigidos a nosotros de los demas,para que escucharlos,cuando pequeñas voces ,que tambien las hay te intentan motibar,sige tu viaje,desecha todo sentimiento negativo que no te ayude a progresar,acede a tus sentimientos positibos y desecha el resto…..ante nosotros se abrira a cada paso nuevas posibilidades,nuestro alrededor sera mas positibo,todo cambiara……dificil.si.imposible.no.luchemos y aunque creamos haber fracasado,no lo habremos echo.siempre recogeremos sentimientos positibos acerca de nuestrs esfuerzos.
21 junio, 2014
… El comentario de Don José Florida es una Gran Respuesta sobre la cuestión de «fallarle a uno mismo»…
… «Yo Soy un yo y sus circunstancias. Si cuido de ellas, cuido de mi; si cuido de mi, cuido de ellas»… La metafísica es aplicable a cada instante… Si no,no existiría… Y existe…
… Abrazos a todos, señores…