“El boxeo no es real porque no tiene patadas“. “Mi estilo es mucho más marcial porque atacamos a los puntos vitales“. “En la calle no hay un árbitro que pare el combate“. “En la calle no hay reglas“.
¿Lo has escuchado alguna vez?. Yo muchas y la realidad es que algunas partes son ciertas. En boxeo no se dan patadas. En los deportes de contacto se usan protecciones y se limita el uso de ciertas técnicas. Las reglas, que están para proteger al competidor, determinan de un modo decisivo la técnica que éstos usan y en muchas ocasiones generan vicios que en una situación diferente al de su reglamentado método de combate, son de un altísimo riesgo.
Todo eso, es rigurosamente cierto.
Pero hay algo que se olvida con demasiada facilidad. Con o sin reglas, los deportes de contacto, buscan vencer de forma manifiesta, contra un rival que también quiere ganar. O sea que dentro de sus reglas, pelean con todo el realismo posible contra adversarios que no solo no colaboran sino que se oponen con violencia.
Si observamos un combate de boxeo, vemos que se lanzan un gran número de golpes, pero que muchos de ellos no llegan a dar en el blanco y que cuando lo hacen, raramente suponen un KO inmediato (Tyson parte). Y eso le pasa a gente que SI quiere golpear con contundencia y que no “frena la manos”.
Por contra si contemplamos una demostración de cualquier arte marcial, el maestro cada golpe que usa, contacta con el rival, cada técnica es definitiva y nunca “recibe” por parte del compañero de exhibición, que seguramente es su alumno y no un “igual”.
Es cierto que en un enfrentamiento deportivo, cuentas con ciertas garantías de que “sí” y de que “no” va a suceder. No vas a ser atacado antes de sonar la campana, el combate se va a realizar dentro de un ring, sólo vas a tener, pase lo que pase, un rival, no hay posibilidad alguna de que nadie use armas, no necesitarás huir si pierdes, porque no te van a rematar en el suelo…
Por eso “tanteas” al rival, lanzas técnicas sin la certeza plena de que van a ser definitivas, te permites estrategias “suicidas” como cansar al contrario encajando sus golpes…
En una situación “real” lo último con lo que cuentas es con certezas, no sabes ni lo que va a pasar ni a que te vas a tener que enfrentar al siguiente segundo. No existe la opción de “vencer por puntos o decisión arbitral”. O ganas, o pierdes, o escapas. Y no hay mucho más.
Vistas así las cosas, eres muy “conservador” a la hora de pelear. Arriesgas lo menos posible, pues un error puede ser el inicio de una verdadera catástrofe, mucho mayor que una simple derrota. Cuando tienes la oportunidad de colocar una técnica, lo haces del modo más contundente posible, porque lo mismo la oportunidad no se repite y cuando el rival vea la suya, si será “decidido”.
Esto determina mucho que las técnicas que se usan en un arte marcial sean potencialmente “mas peligrosas” que las que se ven en un deporte de contacto. Y también que para entrenarlas, necesitemos ceder un poco ante el compañero para que las pueda aplicar sin riesgo real de lesionarnos gravemente. Su potencial peligrosidad nos obliga a practicarlas con absoluta falta de realismo. Con lo que su peligrosidad y sobre todo nuestra habilidad real de usarlas, es algo también potencial” y raramente “probado”.
Pero olvidamos un detalle fundamental. Más allá de lo duras que sean nuestras técnicas, en una situación “real” está el rival que no se las deja aplicar. El que se mueve y las devuelve, el que quiere hacerte daño para que tú no se lo hagas. Y en eso, en este sutil aspecto de dar tortas a quien no las quiere recibir pero si repartir, los deportes de contacto tienen una experiencia más que evidente y son “los expertos” en quien mirar para aprender.
En una situación real y por lo tanto al realizar un entrenamiento con miras “realistas”, debemos evitar estrategias de “desgaste”, debemos evitar lanzar golpes sin tener una alta probabilidad de impactar, pero hemos de asumir, que vamos a fallar, que nos van a golpear y que las cosas no suceden del modo idealizado al que estamos acostumbrados en nuestras sesiones de entrenamiento “marcial”.
La práctica deportiva conlleva graves carencias técnico-estratégicas si lo que buscas es un arte marcial enfocado a la defensa personal. Y lógico que así sea, si lo que buscan es ganar en un ring, es de tontos perder ni un minuto en algo que no sea precisamente eso. En una competición especializada, gana el mejor especialista y raramente el más versátil fuera de ese ámbito.
La práctica “marcial tradicional”, adolece gravemente de falta de realismo. Usar protecciones e introducir el contacto, mantener puntualmente el contacto y eliminar las protecciones…, son cosas que se deberían hacer si queremos introducir el factor de realidad que falta en nuestra práctica.
“Ya, pero es que eso es peligroso, eso duele, te lesionas…”.
Pues si, es verdad, pero eso es lo que hacen cada día los que practican deportes de contacto. Si no estás dispuesto a hacer lo que ellos hacen y además, perseverar en lo que tú tienes y ellos no, mejor no uses frases despectivas respecto a los deportes de contacto. Porque aunque su técnica “no vale nada, no es real…” y todas esas tonterías, ellos, con esas “pobres técnicas”, son mucho mejores artistas marciales que tú.
Y si de verdad quieres practicar con realismo, compra protecciones o si eres más valiente, entrena tu qigong duro para soportar los golpes e introduce el contacto, gradualmente pero de forma generosa, en tu entrenamiento. Limita las técnicas más lesivas, pero actúa como si el compañero no fuera a hacerlo. Si tu compañero se expone gravemente zonas protegidas por las reglas, dale un ligero toque que le recuerde que “en la calle no hay reglas”, o dale con fuerza “cerca”, para que vea el peligro al que se expone.
Cuando hayas hecho de esto tu costumbre, entonces y sólo entonces permítete decir frases como las que iniciaban este artículo…, si es que aun te las crees.
Autor: Antonio Leyva
Fuente: http://taichichuanantonioleyva.wordpress.com/
Foto portada: Nukamari
17 julio, 2014
Estoy completamente de acuerdo con el maestro Antoni Leyva¡¡¡¡