El aprendizaje técnico está sujeto a una serie de elementos que condicionan la evolución del mismo. La repetición del gesto (entrenamiento) se presenta, como no podía ser de otra forma, como clave para su desarrollo; sin embargo, debemos considerar algunos aspectos diferenciadores, que han de servirnos para clarificar ese cajón de sastre llamado “técnica”, a fin de entender mejor las partes de que se compone y poder transitar por el camino del progreso de una forma mas eficiente.
En cuanto a la fase de entrenamiento, antes mencionada, podemos discernir dos formas muy diferenciadas, al punto de que en oriente lo llaman de formas distintas. Me refiero a Renshu y Keiko.
Estos dos aspectos se diferencian tanto en su forma externa (cantidad de entrenamiento) como puedan ser el numero de repeticiones; como a su forma interna (actitud) determinada por los objetivos que se persigan.
En el caso del Renshu, tratamos de buscar la repetición exhaustiva, con el doble propósito del mecanizar el gesto técnico, por un lado y de fortalecer la el espíritu de sacrificio necesario para afrontar los retos. Como el martillo del herrero sobre el hierro en la fragua; trata de desarrollar el ritmo en las repeticiones y llevar a la mente a un estado de superación del esfuerzo basado en la aceptación del cansancio y el dolor, como vía de superación técnica y personal.
La limitación de este modelo, reside en que no siempre más es mejor, y si bien es necesario en ocasiones recurrir a el para poner a prueba nuestra preparación física y mental; no debe abusarse, pues en caso de que el gesto técnico no este bien interiorizado podría provocar el efecto contrario (mecanizar errores).
El Keiko, cuya traducción podríamos describirla como “reflexionar sobre el pasado”, nos lleva a una actitud de introspección sobre lo que estamos haciendo, de forma que tomemos conciencia de cómo lo estamos haciendo respecto del modelo a seguir, y también de nuestra forma imperfecta, para que la repetición nos acerque cada vez mas a la forma correcta.
Para que ese proceso de concentración en la correcta forma de ejecución se haga explícito, es necesario discernir de forma clara y concisa los aspectos a mejorar para una mayor eficiencia en el proceso de aprendizaje.
No basta solamente con conocer que una técnica la ejecutamos correctamente; para que la sola repetición de la misma nos lleve a su mejora. Puede que sea (y frecuentemente lo es) una parte concreta de esa técnica, la que es incorrecta y donde debemos focalizar nuestro esfuerzo de atención a fin de mejorarla.
Se hace necesario entonces entender cual es la estructura interna de los movimientos y de los gestos técnicos para entender donde estamos y a donde queremos ir.
Podemos discernir tres elementos en el aprendizaje y desarrollo técnico que nos servirán de ayuda en ese propósito.
- Waza (La técnica) – Es la unidad fundamental sobre la que incidimos habitualmente en los entrenamiento técnicos (gyaku-zuki, kote-gaeshi, o-soto-gari). Pudiendo hacer una analogía, diríamos que son las palabra.
- Dosa (Los fundamentos) – Serían los elementos de los que están compuestos las técnicas y podrían corresponderse con las sílabas de que está compuesta cada palabra. Así, cada grupo técnico suele tener unos fundamentos comunes. Por ejemplo las técnicas de atemi de brazo – tsukite, hikite y koshi, las proyecciones – Kuzushi, tsukuri y kake, etc…
- Genri (los principios) – Serían las letras respecto de las sílabas y las palabras, es decir aquellos elementos comunes inherentes a cualquier palabra (o gesto técnico en este caso). La actitud, la mirada, la respiración, la distancia, etc.
Debemos señalar que el desarrollo de cada uno de estos apartados es el que habrá de llevarnos a la consecución de la excelencia técnica y que normalmente se hace en ese orden.
Primero la atención se focaliza en el gesto global, mas adelante se presta atención a los fundamentos que necesitan ser mejorados y por último uno toma conciencia de aquello que es menos evidente y mas sutil, como son los principios, a los que se accede tras largos años de practica.
El aprendizaje, no está comprendido por compartimentos estancos, ni se trata de aprender cada vez mas cosas nuevas y distintas entre si. El aprendizaje se torna en muchas ocasiones, mas que como una escalera; como una espiral en la que volvemos al principio pero con un mayor grado de profundidad o expansión, según lo queramos entender.
Como un libro que leyéramos hace tiempo, en el que subrayáramos lo mas importante; nos encontramos con que hay otros contenidos del libro que ahora nos parecen mas “sustanciosos” y que en otro momento nos pasaron desapercibidos. Y es que en su momento, no estábamos preparados para asimilar aquella información.
El volver a ver las cosas aparentemente sencillas con ojos nuevos, nos permite profundizar en otros aspectos y alcanzar un mayor grado de entendimiento.
De ahí, que la conocida frase Shoshin-o-wasurezu: “No olvides el espíritu y humildad de un principiante”, tenga un sentido práctico incuestionable.
No siempre debemos confundir lo simple con lo fácil. Simple es dar un salto de 20 ctms; sin embargo es todo lo que se necesita para hacer puenting o tirarse en paracaídas, lo que no implica que sea fácil.
Aprendamos a profundizar y dar valor a las cosas que realmente lo tienen; o de otra manera caeremos presa de la inconsciencia y la superficialidad a la que nos dirige la sociedad actual.
Confundimos SER, con TENER, o lo que es peor aún…. con el APARENTAR, que nos es otra cosa que renunciar a nuestro verdadero poder , dejándolo en manos de lo que piensen los demás.
La mejora técnica puede convertirse, si así lo deseamos en una formula de autoconocimiento y desarrollo personal.
Autor: José Luis Prieto Méndez
Fuente: http://www.goshinkai.es/
Comentarios recientes