A raiz de un excelente artículo firmado por Ricardo Mercado Sierra en el grupo de Facebook «Amigos de las Artes Marciales» acerca de como Internet ha cambiado la visión y métodos del Budo, otras reflexiones que en otras ocasiones he comentado por encima van tomando forma y me gustaría plantearlas de forma descarnada pero, esta vez, no para fomentar ningún tipo de polémica o debate, sino para que cada quien haga su propia reflexión y extraiga sus propias conclusiones.
Internet y la llamada Web 2.0 (para quien no lo sepa, se diferencia del tradicional concepto de Internet en que ahora se persigue y promulga la opinión y participación del usuario en lugar de la simple contemplación de la información) han cambiado la percepción del Budo y no siempre para bien.
Youtube, Facebook, foros, webs abiertas, blogs como este, ofrecen una idea de que todo el mundo tiene derecho a opinar, cosa que es cierta, pero también es cierto que (se me perdonará la vulgaridad) «las opiniones son como el culo, cada uno tiene el suyo». Esta falsa democratización hace que alguien mediocre pueda pasar por un Gran Maestro solo porque en su web, blog, foro, página de Facebook o canal de Youtube, cuenta con un número ingente de seguidores que aplauden y vitorean sus ocurrencias.
Yo no creo en la disciplina castrense, no creo en las jerarquías artificiosas basadas en colores de un cinturón o en papeles firmados por quien sea, tenga o no los ojos rasgados. El Conocimiento (en mayúsculas) se tiene o no se tiene, sencillamente. Partimos de la premisa democrática de la Libertad de Expresión y Opinión, personalmente estoy de acuerdo en que esto debe ser así, pero en lo que discrepo profundamente es que manifestar una opinión convierta esa declaración en verdad y a su firmante en Maestro de nada.
Yo parto de la premisa contraria: Los Sabios escasean, los Ignorantes abundan y, por extensión, la mayoría de quienes opinan y expresan libremente sus ideas son ignorantes en la materia, o dicho de otra manera: no son verdaderos expertos o no tienen conocimientos suficientes.
Esto ocurre por una serie de desafortunados equívocos e ideas muy arraigadas, potenciadas por los propios maestros japoneses, que están equivocadas en su planteamiento base debido a diferencias culturales.
Analicemoslas con detenimiento:
El Experto o Maestro de Budo lo es por el tiempo de entrenamiento
Esta es la principal premisa absolutamente falsa en la que se basan la mayoría de las argumentaciones que, además, se contradice con otra frase tópica: Los maestros japoneses no enseñan.
Empecemos por el final a desmontar esta premisa y lo haré tomando un ejemplo real, aunque no daré nombres, estoy completamente seguro de que la mayoría de los lectores españoles sabrán de quien hablo.
Uno de los más famosos Maestros japoneses residentes en España lo es también por impartir clases mientras practica su swing de golf, según el tópico «está más preocupado por el golf que por las artes marciales».
Debo decir y aclarar en honor a la verdad que, a pesar de ser cierta su «obsesión» por el golf, de su dojo han salido magníficos maestros y campeones de Karate, por tanto allí se aprende.
Aclarado este punto, pongamos un practicante cualquiera, medio, típico. Acude al dojo de este maestro y entrena durante años, tan duro como se quiera, sin embargo nadie le corrige nada (recordemos que el Maestro está practicando su golf), lo que practica lo hace por imitación de los demás. La pregunta que surge es demasiado obvia ¿Qué ha aprendido en todos esos años?
Ahora pongamos a un practicante inquieto, de mentalidad analítica y estudiosa que acude a la misma clase, el mismo horario y el mismo tiempo. No solo practicará por imitación, sino que su mente analizará y estudiará cada detalle por nimio que sea, se preguntará el por qué de cada movimiento y buscará por sí mismo la perfección de cada técnica. Y la pregunta es la misma ¿Qué ha aprendido en todos esos años?
Me parece redundante y demasiado obvio afirmar que el segundo alumno será alguien sobresaliente mientras que el primero será mediocre a pesar de tener los mismos grados.
Aunque he simplificado el planteamiento, quedan muchas más cuestiones en el aire: ¿Quién de los dos ha entrenado de verdad? ¿Cuál de los dos puede ser considerado «alumno del Maestro»? Porque la cuestión verdadera se reduce al eterno dilema «Calidad vs Cantidad». Y como no quiero pecar de demasiado serio, pongamos un ejemplo:
Comer grandes cantidades de «comida basura» no es lo mismo que alimentarse con la cantidad justa de jamón «pata negra», ¿cuál de los dos prefieres?
La Autoridad moral y técnica del «Nacido Antes»
Otra de las premisas de las que se parte, como consecuencia de la anterior, es que por el hecho de llevar más tiempo en dojo y «ser más alumno» del Maestro de turno, se considera que ya se «sabe más» y, por tanto, se reviste al practicante de un halo de autoridad en lo que dice y hace. Rotundamente falso.
Como he dejado patente en el primer punto, no es solo el tiempo, sino su aprovechamiento. La idea de la que se parte es que el trabajo duro es el mejor maestro, que la experiencia basada en el entrenamiento otorga el conocimiento. Esta afirmación es muy matizable.
El planteamiento está imbuido de la ética protestante basada en el trabajo, en que el trabajo, por sí mismo, es un camino redentor. Ese planteamiento del que se puede debatir sus causas históricas, ha sido superado por el tiempo y ya no es el trabajo en sí mismo, sino el ahínco y voluntad que se ponga en él, la acción mecánica hoy dia es cosa de máquinas, ordenadores, chips, «dispositivos inteligentes» que liberan al Hombre del trabajo rutinario dejándole (en teoría) tiempo para cultivarse.
Hoy sabemos que no es imprescible la experiencia propia, puesto que tenemos la referencia de la experiencia ajena, es decir, el conocimiento acumulado por otros. Estos «otros» son, sencillamente, personas que han dedicado su tiempo al estudio de diferentes cuestiones, por ejemplo y para el caso que nos ocupa, la biomecánica, el estudio del equilibrio, la dinámica de fuerzas y tantas otras cosas relacionadas.
Aprender y experimentar con ellas equivale a un estudio mucho más profundo que el mero entrenamiento repetitivo y mecánico, siempre y cuando se haga en modo y forma correcta, es decir, aplicando con sentido común y mucha lógica los conocimientos teóricos adquiridos.
Porque lo mismo que ocurre con el entrenamiento físico ocurre con el crecimiento intelectual, leer (en sí mismo) no otorga nada, hay que leer y aprender de quien sabe y no de un «iluminado» cualquiera. Existen multitud de libros, artículos, blogs, vídeos… sobre Japón, su cultura, su folclore, su tradición, el budismo… por supuesto el budo. Esto no quiere decir que todos sean buenos, ni siquiera veraces.
Del mismo modo, existen muchos budoka con cintos negros, blanquirojos, rojos, incluso dorados, existen multitud de artes marciales recien inventadas, algunas por gente con criterio, la mayoría para poder crear «nuevos soke». Esto no quiere decir nada. También hay otros muchos (miles, millones) de Maestros anónimos que son verdaderamente sabios tanto técnica como intelectualmente, Maestros que no escriben en Internet ni graban vídeos, solo enseñan y comparten experiencias.
Es lo que yo llamaría «Maestros 2.0» por utilizar una nomenclatura acorde con los tiempos. Estos son gente apasionada por el Budo, que no se cansan de investigar, leer, estudiar, aprender, que observan y experimentan todas las tendencias separando el grano de la paja y comparten esas experiencias con sus alumnos.
Pero estos Alumnos no son «discípulos», porque también esa concepción ha cambiado, sino «compañeros de entrenamiento» con los que se investiga y se ponen a prueba nuevos conceptos, ideas, teorías… Conocimiento.
Su Autoridad reside en su capacidad de aprender y compartir, no en el artificial rango o título que se obtenga….
Hablando de Títulos…
No voy a extenderme mucho en este tema tan manoseado. Símplemente voy a exponer un caso que se repite más a menudo de lo que se cree.
Pongamos a dos personas que empiezan a entrenar en el mismo dojo, con el mismo maestro, el mismo dia. Pasa el tiempo, uno de ellos descubre todo un mundo que explorar y se entrega a estudiarlo con pasión sin interesarle otra cosa (grados, tiempo que pasa en el dojo, etc…) solo busca el conocimiento.
Este alumno no acude a un cursillo cualquiera, sino que distingue entre los rutinarios y aquellos que le pueden aportar algo, acude a otros dojos e intercambia conocimientos con otros practicantes de Budo, no importa la escuela que sea.
Pasan los años, nuestro «investigador» no se preocupa por examenes, el otro acude a todos cuantos se convocan, gana méritos en campeonatos y cursillos.
Llega el dia en que uno es un reputado Campeón XDan, el otro continúa su labor de investigación con un simple cinturón negro como mucho. La pregunta que dejo en el aire es… ¿A cuál de los dos elegirías como Maestro?
Fuente: www.seishin-kai.es
Foto portada: Camera Eye Photography
9 noviembre, 2013
Un artículo estupendo sobre la importancia del correcto aprendizaje basado en la reflexión, la comparación y la mirada critica en las artes marciales, aunque también se podría extender a todas las disciplinas del conocimiento humano.
Muy buena la reflexión sobre el trabajo mecánico y la referencia a la ética protestante, aunque sea de forma transversal, me traen recuerdos de Max Weber y de las interminables discursiones en la asignatura de Sociología del Conocimiento hace muchos años.
Por lo menos me queda la satisfación, de que los motivos de la elección que tomé, al retomar el Camino de la mano vacia con mi actual maestro, no fueron una extravagancia por mi parte.
24 marzo, 2014
muy buena reflexión