En ocasiones, hemos visto a deportistas en televisión dando una imagen muy alejada de lo que debería ser un ejemplo a imitar. Seguramente recordemos a algún ídolo de masas perdiendo los papeles en el terreno de juego o fuera de él, protestando las decisiones del árbitro, involucrado en un caso de dopaje, o con una “rabieta” por no saber asumir una derrota. Me planteo entonces si esos deportistas son conscientes de la cantidad de gente que está frente al televisor en ese momento y, sobre todo, lo que ellos simbolizan para esa gente. Esto se podría extrapolar a actores, músicos y “famosos”, pero prefiero ceñirme al ámbito deportivo que es el que conozco y en el que vivo. Afortunadamente, esos “espectáculos lamentables” son ocasionales, y es más habitual que los grandes deportistas nos regalen bonitos símbolos de deportividad y juego limpio. Todos tenemos en la memoria grandes momentos, donde nuestros ídolos han demostrado ser unos campeones dentro y fuera de la pista, ante la victoria y ante la derrota. Recuerdo a Federer llorando con impotencia ante una derrota contra Nadal, felicitando a su adversario. Al mismo tiempo, Rafa asumía su victoria con humildad, diciéndole que él era el mejor tenista de la historia. Jamás les vi un mal gesto, ni les oí una palabra mal dicha. Y soy consciente de que no tiene que ser fácil mantenerse sereno cuando alguien te está quitando la posibilidad de ser el número uno del mundo. Me gustaría que compartierais conmigo los momentos y deportistas que os han marcado por gestos como éste. En mi opinión, en la vida tenemos una responsabilidad por ser quienes somos. Por ejemplo, todos entendemos que una madre o un padre tienen la responsabilidad de criar a sus hijos. Nadie aceptaría que dijeran “es que yo soy así, no me gusta dar de comer a bebés”. Del mismo modo, ser deportista de élite también conlleva unas responsabilidades que esa persona debe de asumir. Y cuando digo deportista de élite no me refiero tan solo a unas pocas caras conocidas que ocupan las portadas de la prensa. También me refiero al mejor jugador de un club modesto, a un campeón de una federación autonómica y al líder de un gimnasio o de un club popular. Todos ellos son referentes para otras personas que se miran en ellos como si fueran su espejo. Esas personas, niños, niñas o mayores, van a imitar las conductas de sus referentes. Y todos sabemos que es más fácil imitar una borrachera en una celebración de una gran victoria, que imitar todas las horas de entrenamiento que ese deportista ha pasado hasta poder llegar a esa celebración. Con esto no quiero decir que los deportistas de alto nivel tengan que ser perfectos. Por supuesto que un deportista es una persona normal, de carne y hueso, y puede tener sus errores como tenemos todos. Simplemente me refiero a que deben tener presente que son un ejemplo para los demás, seguramente eso sea suficiente para que actúen en consecuencia. Actualmente, las redes sociales están propiciando que cierta información personal sea de dominio público y que un comentario en Twitter o Facebook sea leído al instante por muchísimas personas. Además, se establecen pequeños círculos de seguidores que viven de cerca los movimientos de personas menos mediáticas, que no tienen su espacio en los telediarios. Estos deportistas pueden no ser conscientes de lo que simbolizan para sus seguidores, para quienes se han convertido en una especie de “hermano mayor”. Por eso, creo firmemente que quien aspire a convertirse en un deportista de alto nivel tiene que asumir la responsabilidad que eso conlleva. Y si no es capaz de asumirla, no debería llegar a ser un ejemplo para el resto. Porque el deporte es una fuente de valores que deben estar siempre presentes: la perseverancia, el respeto a los demás, la propia superación mediante el esfuerzo, la humildad, etc. Igualmente, creo que todos los protagonistas de la formación de jóvenes deportistas, como entrenadores, padres y federativos, deben transmitir esos valores y desarrollarlos a la vez que se enseña la técnica o se entrena la preparación física. El objetivo no es tener campeones a cualquier precio,sino educar a personas que puedan asumir sus responsabilidades. Ahora, la pregunta del millón: ¿Qué podemos hacer nosotros para que nuestros deportistas del mañana sean un ejemplo para los demás? ¿Qué puedo hacer YO como entrenador, padre, árbitro o periodista para que mis deportistas adquieran estos valores? Estoy seguro de que se os ocurren muchas maneras de lograrlo, ¿las compartes en “comentarios”? Imagen: http://www.flickr.com/photos/jiteshjagadish/6645812827/ Fuente: http://odequel.wordpress.com/
Foto portada: RFEK mundial2006-equipo
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