Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo; en cien batallas, nunca saldrás derrotado. Si eres ignorante de tu enemigo pero te conoces a ti mismo, tus oportunidades de ganar o perder son las mismas. Si eres ignorante de tu enemigo y de ti mismo, puedes estar seguro de ser derrotado en cada batalla – Sun Tzu en “El Arte de la Guerra”
Es realmente frecuente en el ámbito marcial, interpretar las acciones defensivas en clave exclusivamente técnica. Así pensamos y entrenamos: si me atacan de esta manera, reacciono de esta o estas formas. Si me sujetan de este modo, tengo estas otras alternativas.
Se reduce entones el entrenamiento a la adquisición de una serie de habilidades marciales, configurando todo el sistema defensivo en torno a ellas. Éstas, aún siendo importantes, sólo se corresponden con uno de los tres elementos que intervienen en todas las situaciones y que forman parte integral de la naturaleza humana: hacer, sentir y pensar.
- Conductual
- Se corresponde con el hacer, entendiendo este apartado como la capacidad motora y gestual configurada por la cantidad, variedad y calidad de los elementos técnicos. Es el elemento protagonista, lo evidente, la cima del iceberg. Por ello le dedicamos gran parte del tiempo en el entrenamiento; pero quizás debiéramos considerar otros elementos, que siendo menos evidentes y conscientes condicionan los anteriores determinando su eficacia.
La parte positiva es que en situaciones de agresión directa, las reacciones condicionadas por el entrenamiento nos llevarán a una eficacia y contundencia reales.
El inconveniente, viene dado si solo trabajamos este aspecto, pues podemos llegar a interpretar todos los conflictos en clave de lucha o pelea, incluso los conflictos interpersonales, quedando restringida nuestra actuación exclusivamente a los términos de ganar-perder y limitando considerablemente nuestras posibilidades de comunicación y resolución de los problemas; convirtiéndonos en personas reactivas y sin libertad de elección real.
No es infrecuente encontrarnos a personas del ámbito marcial con unos perfiles de conducta agresivos, debido a este fenómeno. - Emocional
- Son los elementos emocionales, dicho de otro modo, lo que sentimos; las respuestas fisiológicas y orgánicas que se producen en una situación tan estresante como pueda ser una pelea.Del control y gestión de esas emociones (el autocontrol) dependerá la capacidad de aplicación de los elementos técnicos del anterior apartado. De nada sirve la cantidad de explosivo, sino poseemos el detonador para activarlo.La ventaja de ser reactivos emocionalmente es que podemos pasar de 0 a 100 en un instante. Este grado de activación viene determinado por el nivel de peligro que sentimos, que pone en funcionamiento todos los resortes de supervivencia y por tanto de autodefensa, facilitando con ello las respuestas activas inmediatas a una agresión, y por ende la eficacia.Lo cierto es que, si no tomamos en consideración el desarrollo de esta faceta de nosotros mismos, corremos el riesgo de que nuestras emociones nos controlen (miedo, ira, frustración, resentimiento, culpa, etc…) en vez de ser libres para responder de la forma mas conveniente para nosotros y “sentirnos bien “ con las conductas realizadas
- Cognitivo
- Todo lo referido a nuestros pensamientos, positivos o negativos – de estimación, subestimación o sobreestimación del adversario- son en definitiva quienes provocan generalmente las emociones(respuestas fisiológicas) y que, como apuntamos, condicionan la calidad de la respuesta. Conocer las creencias irracionales que tenemos en nuestro “software mental”, así como nuestros pensamientos automáticos, nos permitirá llevar las riendas de las emociones que desencadenan y como consecuencia de nuestras conductas.No es casual que los aspectos cognitivos sean los que menos consideremos a la hora de planificar nuestra mejora marcial y personal. Son las mas difíciles de entrenar y mejorar. No en vano, se trata ni mas ni menos que enfrentarnos a nosotros mismos y a nuestros hábitos.Tan identificados estamos con nuestras creencias y pensamientos que llegamos a confundirlos con nosotros mismos. De ahí que sea tan difícil discernir la realidad de lo que solamente es solo nuestra interpretación de esa realidad; cayendo en dogmatismos, que nos limitan a ver un mundo polarizado, en donde todo o es bueno o es malo, útil o inútil, amigo o enemigo, etc.Es por ello que al final optamos por opción mas fácil como es la justificación (le dí un puñetazo porque me dijo que…), o proyectamos nuestra agresividad en el otro atribuyendo siempre nuestras conductas y emociones a algo externo, como si de esa forma tratáramos de eximirnos de nuestra responsabilidad y dejando por tanto fuera de nuestro campo de control a algo que debería ser bien nuestro.Es ahí donde reside gran parte de nuestra vulnerabilidad; en dejar que sea el entorno y los demás quienes ostenten el poder de hacerme daño o no, y por tanto, de hacerme sentir bien o mal.Sería buena una labor de introspección (de autoconocimiento), para determinar cuales son realmente nuestras motivaciones y nuestras necesidades reales de autodefensa; para de esta manera poder regular y orientar nuestro entrenamiento de una forma mas eficiente. De otro modo corremos el riesgo de estar entrenando para matar moscas a cañonazos, o por el contrario de adquirir habilidades técnico-estéticas muy bonitas en el tatami o exhibiciones y poco adecuadas a las necesidades reales que pueden amenazar nuestra integridad física.
Por simplificar y aproximarnos mas fácilmente a ese conocimiento de nosotros mismos, podemos preguntarnos:
- ¿Cuál es nuestro “modus operandi”, nuestras respuestas automaticas?
- ¿Hemos pensado alguna vez si somos más reflexivos, emocionales o viscerales?
- ¿Qué faceta tengo mas cultivada y cuál necesito desarrollar para encontrar el equilibrio?
Fuente: www.goshinkai.es
Foto portada: M.Angel Herrero
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