De la fuerza turbia a la fuerza integral
Al hacer un trabajo manual minucioso, activas los músculos de las manos y de los brazos con precisión. Cuanto más te concentres en los gestos, menos piensas en las otras partes del cuerpo, hasta el punto de no prestarles atención alguna. Lo mismo puede ocurrir cuando realizas trabajos físicamente duros. Tras una jornada de trabajo físico, incluso de esfuerzo no repartido por todas las zonas corporales, sientes que tienes todo el cuerpo cansado. “Estoy totalmente agotado” no significa que hayas trabajado todas las zonas corporales por igual hasta el agotamiento.
En cualquier caso, incluso cuando estás “totalmente” cansado al final del día, el ejercicio físico que has hecho no deja de ser parcial comparado con el “total” del concepto zheng-ti, que yo traduciría como “el cuerpo integrado en su conjunto”. El zheng-ti, concepto esencial del yi chuan, no surge de una impresión, sino que se forma técnicamente mediante la práctica de un método. Esta distinción es necesaria para avanzar en nuestra reflexión.
Pero primero aclaremos una cosa. Hemos empezado a reflexionar sobre el taichi chuan, pero estamos insistiendo en el método del yi chuan. ¿Por qué?
Porque creo que la parte oscura del método del taichi chuan se verá de modo más claro y directo si echamos mano del concepto zheng-ti del yi chuan. En mi opinión, este concepto proporciona la respuesta a nuestra pregunta inicial: “¿cómo se puede aumentar la fuerza y la velocidad a través de un trabajo aparentemente flexible y lento?”
Mientras no aclaremos esta problemática, la práctica del taichi chuan, y de lo que la gente conoce como disciplinas internas, no podrá librarse de ese aura místico del tipo: “si desarrollas el qi, podrás dominar a cualquier adversario.” Nosotros pensamos que el qi (o ki) en arte marcial sólo tiene valor en conjunción con las funciones físicas y técnicas. Juntos, forman una relación mutua: según aumenta el ki, aumenta también la función muscular.
Dicho esto, volvamos a nuestro tema con la ayuda de otro ejemplo.
Supongamos que tienes delante a un hombre de aspecto musculoso. Entrena regular y metódicamente en un gimnasio utilizando pesas y diversos aparatos. Todo su cuerpo está desarrollado, ya que trabaja con esmero cada uno de sus músculos.
Por ejemplo, para trabajar su bíceps, apoya el codo en una tabla y hace repeticiones con una mancuerna. Trabaja cada grupo muscular de modo similar. Así, tiene todo el cuerpo recubierto de grandes músculos potentes. Sabe desplegar fuerzas bien construidas.
La fuerza turbia y la fuerza del zheng-ti
Hàn Xingqiao, cuya obra hemos mencionado anteriormente, diría que la fuerza de este hombre es una “fuerza turbia”, ya que se ha construido por partes. En cierto modo, su musculatura está construida por un conjunto de piezas musculares, cada una de las cuales se ha formado por separado. Aunque cada uno de sus músculos sea fuerte, le falta integrar el conjunto corporal.
Según este pensamiento, toda forma de ejercicio basado en material externo [pesas, remo, etc.] se inspira en los trabajos productivos, lo que limita fatalmente el trabajo corporal a causa del fin preciso de los esfuerzos requeridos. Por eso, Hàn Xingqiao rechaza el método de fortalecer el cuerpo utilizando objetos externos.
En cambio, si todos los grupos musculares de tu cuerpo fueran delgados, pero supieras utilizarlos en su conjunto como si formaran un único músculo largo, podrías desplegar una fuerza importante como si tu cuerpo fuera un arco largo y potente. En cierto modo, teniendo en cuenta esta imagen, el cuerpo revestido de gruesos músculos puede ser comparado al de un arco compuesto de varios arcos cortos, mientras que el cuerpo integrado (zheng-ti) representa un único arco largo y potente. Hàn Xingqiao considera la primera situación como fuerza turbia, y la segunda como fuerza de la integración corporal.
Si pudieses asociar esta última con “la fuerza loca de una mujer durante un incendio” (ejemplo que encontramos en la crónica anterior), podrías producir una fuerza de dimensión superior. Estos dos aspectos de la fuerza son buscados simultáneamente en el método del yi chuan.
Conseguir “la integración total del cuerpo” requiere un trabajo físico, desde luego, pero también mental. La frase de un maestro de antaño, “El arte marcial no es asunto de imbéciles”, no nos permite trabajar de manera estúpida, sino que nos incita a reflexionar, porque el estado del zheng-ti (la integración total del cuerpo) no puede conseguirse mediante una práctica exclusivamente física. Requiere la práctica física, claro está, pero asociada a la vez con la reflexión y la meditación. Si se puede hablar de filosofía en arte marcial, éste es el único concepto que veo como punto de partida. Porque la filosofía del arte marcial no puede ser una especulación pura.
En fin, es con esta lógica que algunos consideran el ejercicio del zhan zhuang como un ritsu-zen, o zen (meditación) de pie, mientras que otros sólo ven en ello un ejercicio para reforzar los hombros o las piernas.
Gracias a la reflexión sobre el ejercicio del zhan zhuang (ritsu-zen), podemos comprender lo siguiente: buscando la sensación mediante la cual todos los músculos del cuerpo parecen formar un único bloque, seremos conducidos inevitablemente hacia un estado psíquico particular.
O se podría decir a la inversa: sin conseguir un estado psíquico particular, no podremos activar el cuerpo de modo que todos los músculos puedan formar un único bloque. Para lograr esa operación mental, nos hace falta una cierta madurez para que podamos objetivar la propia función del espíritu –logro que constituye uno de los obstáculos para la práctica de un método considerado «interno». Podemos comprobar la existencia de una correlación entre el cuerpo y el espíritu: trabajando el zheng-ti, puedes notar una sensación mental particular, y al meditar sobre “una visión que te permita ver mil hojas a la vez”, puedes situarte al principio de la integración corporal: el zheng-ti.
La concentración en la dispersión
Examinémonos de nuevo.
Con el ejercicio del zhan zhuang (ritsu-zen), tratemos de contraer determinados músculos para fijar la atención sucesivamente en diferentes zonas del cuerpo: los pies, las pantorrillas, los muslos, los glúteos, la espalda, los hombros, los brazos, las manos… Al hacerlo, observemos lo que pasa.
Procurando, por ejemplo, activar los músculos de los muslos, comprobarás que ciertas zonas del cuerpo no responden a tus órdenes, porque no obedecen a tu voluntad. Al tratar de hacer trabajar determinadas zonas, te darás cuenta de que no sabes activar ciertos músculos con la mente. Pero hasta que no te des cuenta de este fenómeno, está claro que no tendrás posibilidad alguna de activarlos. Porque darse cuenta de una carencia es el primer paso que hay que dar para superarla.
Partiendo de este hecho, al comprobar que una parte importante de tus músculos escapan a tu voluntad, ¿cómo puedes pretender ser capaz de poner a trabajar todo el capital dinámico de tu cuerpo?
Decir que “he ejercido toda mi fuerza” significa en realidad que “he aplicado toda mi fuerza de base ordinaria”. Aquí, “de base ordinaria” significa “el estado psíquico en el que los músculos sólo se activan parcialmente”. Ser consciente de que existe una parte importante de los músculos del cuerpo que no conseguimos movilizar sería el primer paso para acercarnos al estado buscado. Si no conseguimos ser conscientes de ello, está claro que no hay nada más que hacer en este terreno.
Así, la integración corporal es una expresión fácil, pero difícil de realizar.
Sin pasar por esta etapa de observar lo que pasa dentro de nosotros mismos, es imposible pasar a la etapa siguiente. Por tanto, los ejercicios parciales son indispensables antes de empezar el trabajo global.
El estado de la completa integración corporal me hace pensar en una máxima del zen que acabo de citar: “Ver millares de hojas de árbol con una sola mirada.” Si miras las hojas una por una, no puedes apreciar el conjunto del follaje. Si miras el conjunto, no puedes apreciar una hoja única y singular. También, en Occidente, aconsejamos prestar atención para que “el árbol no esconda el bosque o que el bosque no esconda el árbol”…
Aquí en vez de hojas, pensemos en los músculos.
Entonces, ¿qué se puede hacer?
Como estudiante de esta vía, daré la explicación que corresponde a mi nivel de progreso. Sería imposible sentir el conjunto de los músculos del cuerpo sin entrar en una suerte de concentración con dispersión. Al entrar en este estado físico y psicológico, nuestras referencias lógicas desaparecen. Es un estado similar a una forma de meditación y, probablemente, a la atención flotante utilizada en psicoanálisis.
Tan pronto como fijemos la atención en una idea, nuestra percepción se polariza en ella y queda limitada. Por consiguiente, la búsqueda de un estado corporal en el que sintamos “que todos los músculos se relacionan formando un solo bloque” nos conduce espontáneamente a una suerte de estado de no-pensamiento, un estado próximo a la meditación. Las palabras desaparecen. Es una de las razones por la que existen tan pocos textos que expliquen este modo de explorar ese estado psicosomático.
Así, buscar ese estado corporal implica directamente un determinado estado psíquico. Si no puedes sentirlo, habrá que pensar simplemente que vas a quedarte ajeno al método, pues nadie está obligado a practicarlo. Para ti el trabajo del zhan zhuan o ritsu-zen no será más que un simple ejercicio para fortalecer las piernas y los hombros, sin que el trabajo del yi (intención) tenga ningún papel.
Así, el yi del yi chuan implica el estado físico que conduce espontáneamente al ejercicio mental del no-pensamiento. Es una de las razones personales por las que prefiero utilizar el término ritsu-zen para designar el zhan zhuang, que significa literalmente “tenerse en pie como una estaca”.
La gravedad : facilidad y limitación
Si entrenas con pesas para desarrollar tu fuerza muscular, el efecto del peso es inmediato, desde el momento que las utilizas. También, si haces tracción con una barra, puedes trabajar con el peso del cuerpo. En este caso, no necesitas pensar porque en cuanto tomas la posición, tus músculos se contraen para resistir, para rechazar o para levantar el peso. Así, la utilización de un objeto (aquí: pesa o barra) es práctica, pero limitada.
En estos dos casos, puedes trabajar sólo en el sentido vertical, el de la gravedad. Por consiguiente, podrás fortalecer los músculos sólo con relación a ella. Puedes cambiar de aparato, y hacer remo por ejemplo; el tipo de esfuerzo parecerá cambiar. Pero no hay ningún cambio a nivel de la limitación direccional de los esfuerzos.
Repito: si buscas un ejercicio perfecto con este sistema, tendrás que multiplicar el uso de diferentes aparatos. Pero incluso así, el problema que acabo de mencionar no queda resuelto.
Recordemos una frase que escribí al final del último artículo:
En la postura de “abrazar el árbol” del zhan zhuang (ritsu-zen), si alguien de repente te presionara los brazos: hacia abajo, hacia arriba, hacia delante, hacia atrás, ¿qué pasaría? Si has progresado en la integración corporal, resistirás más o menos contra cada una de las presiones sin mayor esfuerzo. Serás capaz de resistir cualquier fuerza, venga de donde venga. En cambio, si no has progresado en el método, con cada presión tu cuerpo se desplazará.
El arte marcial requiere una fuerza particular. En la obra que presenté anteriormente, Hàn Xingqiao (1909-2004) escribe: “Con esta fuerza, podrás combatir con la potencia de un gran buque que embiste una pequeña barca.”
En yi chuan se busca esta fuerza particular mediante el trabajo del zhan zhuang (ritsu-zen). Si comparamos este ejercicio con el de pesas, éste último parece más práctico porque el efecto es inmediato, pero siempre será limitado.
A riesgo de repetirme, el empleo de aparatos de musculación, tales como las pesas, el remo, la bicicleta, la barra etc., o entrenar con quienes te permitan emplear cosas análogas, te hará trabajar en una dirección muy precisa: levantando, tirando, empujando, girando, etc… Pero cuanto más preciso sea el esfuerzo, más limitado resultará el efecto muscular. Para que el ejercicio sea lo más completo posible, tendrás que multiplicar el uso de los distintos aparatos y tipos de ejercicios.
En cambio, acabamos de ver que la fuerza del arte marcial debe ser integrada en su totalidad. Así resulta resistente a toda fuerza, venga de donde venga, y puede explotar en todas las direcciones… Para obtener este resultado, se utiliza en yi chuan la “pesa de la intención”, o la “intención de la pesa”, y no la pesa material en sí.
El término jia-jié que se emplea en yi chuan es justamente un método de formación de este ejercicio: “pesa de la intención”, o la “intención de la pesa”. Yo lo traduciría así: “recurrir a las situaciones visuales o imaginadas”
Continuará
30 septiembre, 2012
Hola, estoy aprendiendo y disfrutando de sus artículos. Podría volver a subir el vídeo por favor?
Muchas gracias!
30 septiembre, 2012
Salvador, siento no poder publicar el video porque ha sido retirado de youtube. Un saludo