En una Zanchin (reunión de fin de semana para practicar la meditación durante periodos no inferior a siete horas), celebrada en Casablanca, Marruecos, mi maestro, el venerable monje Deshimaru, contesto lo siguiente acerca del kiai practicado en los dojos de karate o kendo:
«El kiai, grito cuya fuera vibratoria paraliza al adversario durante un instante, puede compararse al kwatz de los Maestros Zen Rinzai, que sirve para producir un choque y despertar al discípulo. En mi opinión es inútil repetirlo sucesivamente; una vez es suficiente, pero una verdadera auténtica vez. Lanzad pues ese grito de una manera total, que salga del hara, del bajo vientre, de ese lugar que los japoneses llamamos kikai: el océano de energía. Para esto, hay que aprender la respiración Zen que es también la del Budo: expirar lentamente lo más profundamente posible. Al final de la expiración la energía está en su punto culminante. El kiai es la mezcla de esa expiración con una voz fuerte; es necesario que el sonido Ascienda de una manera naturalmente profunda. Para esto, evidentemente, hay que saber respirar, lo cual es raro. Después del zazen, cuando hago la ceremonia y cantamos el Hannya Haramita Shingyo, el Sutra dela Gran Sabiduría, lo hago para el entrenamiento general dela respiración: la voz está entonces obligada a ir hasta el final de la expiración. Es un buen entrenamiento para el kiai. Kiai se descompone en ki: energía y ai: unión; significa pues la unión de la energía. Un solo grito, un solo instante en el que se encuentra todo el espacio – tiempo, todo el cosmos.
¡Kiai! (El maestro Deshimaru lanzó entonces un grito aterrador, un rugido que sorprende a todo el mundo, y después estalla en risas.)
Pero el kiai que se lanza en los dojos de artes marciales, como en el Hannya Shingo cantado en los dojos Zen, nunca se encuentra esta fuerza: de hecho, las gentes lanzan gritos modulados según su personalidad, hacen decoraciones sonoras. No hay nada de auténtico o de bravo en eso. Ninguna fuerza. Canto ruido: es todo. Nada de ki en sus kiai. ¡Nada de energía!»
Se preguntó entonces : ¿porqué?
«¡Porque no saben respirar! Nadie les ha enseñado. Y además, es muy largo saber enseñar a la manera de un verdadero maestro de Budo o de Zen. ¡No es la altura de la voz lo que hace el poder del sonido! ¡El sonido debe partir del hara, no de la garganta! Observar como maúlla un gato o ruge un león: eso es kiai. Entrenaros en la respiración, pero no busquéis poder alcanzar un poder mágico con vuestro kiai: tanto en la vía del Budo como en la del Zen, hay que practicar, lo repito, sin meta ni espíritu de provecho. Ahora bien, la mayoría de las gentes siempre quieren adquirir algo, buscan tener en lugar de ser.»
12 enero, 2011
Muy interesante el artículo, yo practiqué karate durante muchos años y desde el comienzo también practicaba zen y la respiración me ayudó muchísimo en la practica del karate .Los libros que leí en aquella época y me servían de guía eran del maestro Deshimaru