Desde un punto de vista epidemiológico, se puede afirmar que el 60% de las lesiones tienen lugar en torneos o en competiciones, ocurriendo el 40% de las restantes en situaciones de no-competición o durante los entrenamientos. En el primer supuesto (la competición) la mayoría de las lesiones se caracterizan por el mayor número y gravedad de las mismas. Tanto los varones como las mujeres sufren la misma cantidad y tipo de lesiones de las consideradas graves.
Las lesiones craneoencefálicas en la práctica de las artes marciales se deben, en la mayoría de los casos, a golpes incontrolados tanto con el pie como con el puño y también como consecuencia de caídas sobre la cabeza o el cuello. Se ha observado, que las patadas circulares proyectadas sobre la espalda y a ciegas, o las patadas frontales o circulares inapropiadas, son las responsables de lesiones a dichos niveles.
Se puede decir, en general, que el riesgo de lesiones neurológicas es pequeño en la práctica de dichos deportes. No obstante, el 50% de lesiones graves registradas en la práctica de las artes marciales son debidas a lesiones de tipo neurológico. Por consiguiente, la prevención de estas lesiones, potencialmente peligrosas, es de suma importancia.
Como hemos referido con anterioridad la mayoría de las lesiones que se producen como consecuencia de golpes directos e indirectos a la cabeza y médula cervical, han tenido lugar la mayoría de ellos en escenarios escasamente o nada supervisados. Ello nos lleva a considerar que la prevención primaria consiste en un instrumento de primer orden en la seguridad de los deportistas.
Dentro de la prevención primaria tenemos que destacar, en primer lugar, la necesidad de un entrenador cualificado, es decir, que dé una instrucción segura y adecuada. Al analizar este aspecto nos encontramos con la dificultad de determinar el grado de preparación de los entrenadores y esto es debido a las diferencias existentes entre federaciones, asociaciones, cursos de monitor, etc., así como las diferentes artes marciales, sus reglamentos y su regulación. Eso se puede paliar, desde el punto de vista médico-preventivo, teniendo entrevistas y contactos con los entrenadores y técnicos. También es conveniente charlas informativas con técnicos y deportistas con el fin de marcar una serie de guías y recomendaciones que se hagan respetar. Estas recomendaciones y encuentros se realizan, por desgracia, en muy escasas federaciones y delegaciones.
Dentro de la prevención secundaria hay que destacar la necesidad de una sala de entrenamiento con equipamiento funcional adecuado, materiales limpios, vestuarios higiénicos y una conservación adecuada del material de que se dispone. El incumplimiento de estos aspectos indica una escasa preocupación por la seguridad de los deportistas.
Otro aspecto a destacar es la necesidad de aconsejar el cumplimiento de la reglas y de las recomendaciones en las salas de entrenamiento enmarcado, todo ello, dentro de un sólido sentido de confianza mutua entre el entrenador (maestro) y de los deportistas a través de la disciplina y del orden. Es inaceptable contactos excesivos y conductas inapropiadas (grado extremo de la aplicación de la fuerza, etc.) dentro de una sala de entreno y competición, dichos comportamientos deben ser tratados con la adecuada firmeza. La introducción de técnicas avanzadas (barridos, etc.) sin un periodo de acondicionamiento y entrenamiento adecuado son responsables de lesiones.
Según estudios recientes los equipos de protección tienen una importancia secundaria dentro de la prevención. Específicamente el protector de cabeza disponible actualmente no protege la médula cervical y está reservado su utilización dentro del marco de la competición y dentro de determinadas artes marciales. Lo que básicamente debe evitarse, a toda costa, son los contactos en la cabeza y estructuras anexas, si estos se producen en el ámbito de la competición, aunque sean involuntarios, deben sancionarse de modo adecuado por los responsables árbitros. La utilización de otros equipos protectores está recomendada regularmente para la prevención de otras lesiones en órganos y sistemas.
También se ha objetivado que en situaciones competitivas (torneos, competiciones, etc.) la supervisión y la presencia de médicos oficiales expertos reduce de forma significativa el número y el grado de lesiones en los deportes enmarcados dentro de las artes marciales.
Para finalizar, recordar a todos que la actividad deportiva, en especial el karate, es una disciplina que nos debe proporcionar gratificaciones a la vez que mejorar aspectos físicos y psíquicos y en donde no debemos permitir que actitudes y comportamientos inapropiados hagan olvidar el objetivo fundamental de esta práctica deportiva: el desarrollo físico y psíquico integral del karateca dentro de un ámbito deportivo.
Médico de la Federación Española de Medicina Deportiva
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